México hacia el 2020: cambio climático y transición energética

01 / NOV / 2009
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¿Quién asumirá el costo político de las grandes reformas que el país requiere?

MARÍA JOSÉ CÁRDENAS PORTILLO*

Voy a tratar de resumir la visión desde la sociedad civil de los retos que debe enfrentar México en materia de transición energética y cambio climático hacia el año 2020. Compilaré los retos en varias categorías: económicos, políticos, legales, tecnológicos, ambientales y sociales.

México hacia el 2020: cambio climático y transición energética RETOS ECONÓMICOS

México es un país adicto al petróleo. Un tercio de los ingresos fiscales se obtienen de la industria petrolera. Así, su crisis petrolera y energética se convierte en crisis económica. México cuenta con reservas petroleros para 10 años y la Energy Information Administration (EIA) de Estados Unidos señala que México puede convertirse en un importador neto de petróleo para el año 2020.

El declive de la producción petrolera ha sido tal que se ha perdido 25% de la producción en 4 años y los ingresos petroleros han bajado en 30% en sólo un año. Se esperan fuertes recortes al Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2010, ya que hay un “boquete” de 300 mil millones de pesos. Han caído los precios del petróleo, por lo que se presupuesta los ingresos por la exportación de crudo en 53.90 dólares por barril para el 2020.

Se requiere una revisión de las tarifas de los energéticos. La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) ha dicho que México debe eliminar los subsidios a la electricidad, gas LP y gasolina. Considerando las disparidades de la sociedad mexicana, no se trata de eliminar todos los subsidios, sino aquéllos que resulten regresivos y que beneficien a grupos que no sean los más necesitados.

Los impactos del cambio climático en México, de acuerdo con el Estudio Galindo, podrían significar 3.2% del PIB, en el escenario más conservador y sin contar pérdidas de biodiversidad y pecuarias, hasta 12% del PIB, en el peor escenario, para el año 2050. Según ese mismo informe, el cumplimiento de la meta oficial de reducir a la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero en 50% al año 2050 costaría menos del 1% del PIB.

POLÍTICOS

Somos cautivos de los monopolios CFE, Luz y Fuerza y PEMEX, y de sus sindicatos. ¿Quién asumirá el costo político de las grandes reformas que el país requiere? El presidente Felipe Calderón afirma, en su discurso, que es necesario cambiar de fondo a México, pero se ha visto que nadie quiere asumir el costo de las reformas que se necesitan.

Falta transversalidad en el tema del cambio climático. No se aprecia concordancia ni cooperación entre la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y la Secretaría de Energía (SENER). Si se revisa el Programa Especial de Cambio Climático (PECC) que se puso a consulta en abril, se menciona una meta de 270 millones de toneladas de reducción de emisiones, pero en la versión publicada en el Diario Oficial de la Federación a inicios de septiembre se recorta a 130 millones de toneladas. Justamente, el jaloneo para bajar la cuota fue en el tema de la energía y revisando la Estrategia para la Transición Energética es evidente que la SEMARNAT y la SENER no se coordinan. Se requiere transversalidad en la política pública para que en el tema del cambio climático pueda haber un compromiso entre todos los sectores.

Algunos dirigentes del sector empresarial ven este tipo de compromisos de reducción de emisiones más como una amenaza que una oportunidad. Sin embargo, ya sea de modo voluntario o por presiones internacionales, el compromiso de reducir emisiones y de transitar hacia una economía bajo en carbono nos va a llegar de cualquier manera. Bajo el régimen post-Kioto, México podría estar asumiendo compromisos vinculantes de reducción de emisiones para el año 2017”. Bajo la presión de Estados Unidos (Ley Waxman-Markey y “cap-and-trade”) y de la integración y estandarización regionales, México va a tener que meterse en cintura para formar parte de una región norteamericana que va hacia economías bajas en carbono.

México hacia el 2020: cambio climático y transición energética

LEGALES

La Ley de Planeación es un impedimento para los compromisos transexenales. Así, la meta del presidente Calderón de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 50% en el 2050 no deja de ser simplemente aspiracional. El PECC ya se publicó, pero no se puede saber si habrá política climática nacional más allá del 2012.

Las leyes que emanan de la reciente Reforma Energética ?en particular, las que se refie-ren a la transición energética, energías renovables y eficiencia energética? resultan ineficientes e insuficientes, además de que se incumple la regulación existente. Una “segunda” Reforma Energética ?idea planteada por Calderón? tendría que implicar cambios a la Constitución y a la Ley de Servicio Público de Energía Eléctrica (LSPEE), si queremos hacer los cambios que se requieren y que significan reconfigurar el papel del Estado en el tema de la energía.

TECNOLÓGICOS

Sí hay madurez tecnológica en México, pero el problema es que no estamos capacitando al capital humano para integrarse al reto tecnológico del cambio energético y climático. El problema es la falta de capacidades nacionales. Hay casi nulo impulso a la investigación en estas materias y faltan incentivos para el desa-rrollo tecnológico.

Se plantean salidas falsas como el secuestro geológico de carbono) y el carbón “libre de carbono”. Perdemos el tiempo pensando en dedicar recursos de inversión a estas opciones, cuando hay otras tecnologías de energía renovable y mitigación de emisiones que están probadas y son rentables y seguras.

AMBIENTALES

México contribuye en forma importante a las emisiones globales de gases de efecto invernadero y pasará de ser el 13º país más emisor en el ranking mundial de emisiones al 10º u 8º lugar. Además, México es muy vulnerable frente al cambio climático y sufrirá la pérdida de biodiversidad, destrucción de ecosistemas, sequías, huracanes, degradación de suelos, enfermedades, etc. Como hemos venido observando, estos fenómenos tienden a agudizarse conforme más pasa el tiempo.

La generación de energía es la fuente principal de gases de efecto invernadero (27.3% del total de emisiones), seguida por el transporte (20%) y la deforestación (14%). Debemos aprovechar la biomasa en la generación eléctrica. Seguimos teniendo una política forestal que da preferencia a la reforestación, en vez de privilegiar al manejo forestal sustentable. Debemos dar marcha atrás a políticas y actitudes que provocan la depredación a toda costa de nuestros recursos naturales.

SOCIALES

Hay que cambiar la apuesta que México siempre ha hecho a sus recursos por encima de su población y a la extracción del petróleo por encima de la inversión en la gente. Hay que apostar a las energías renovables sí, pero no a cualquier precio. No podemos despojar a la gente y a los dueños de la tierra, como sucede en los casos de los parques eólicos en Oaxaca, el proyecto geotérmico del Bosque de La Primavera, en la presa hidroeléctrica Paso de la Reina, etc. Cometeríamos el mismo error que con los recursos no renovables. Es necesario encontrar mecanismos para integrar a las comunidades en los proyectos.

México tiene un alto índice de vulnerabilidad y el 68.2% de su población será impactado por el cambio climático, según datos del Banco Mundial. Tenemos una sociedad desigual, pero cada vez más consumista, que aspira a más comodidades y patrones de vida con altas implicaciones en el planeta. Así, los retos de la transición energética deben cruzarse con otros retos que la humanidad se ha planteado, como el combate a la pobreza, a la discriminación y el respeto a los derechos culturales. Necesitamos que los ciudadanos se informen, se integren y se empoderen para tomar decisiones, porque es la única manera en que van a poder exigir un cambio.

COMENTARIOS FINALES

Cuando un gobierno consigue los recursos que necesita para sobrevivir vendiendo petróleo, no tiene que recaudar impuestos. Cuando un gobierno no recauda impuestos eficazmente para pagarse a sí mismo y pagar a sus aliados, no tiene que escuchar a su población, o representarla, o atender sus exigencias.

Un columnista de The New York Times apuntó que la primera ley de la petropolítica es: “mientras mayor sea el precio del petróleo, menor será el ímpetu reformista y el compromiso mo-dernizador”.

A su vez, Michael Ignatieff, filósofo político canadiense ha afirmado que “el petróleo es un arma de doble filo. Puede idiotizar a un país, volverlo flojo, complaciente, clientelar, parasitario; más interesado en vender barriles que en educar a su población y más centrado en la extracción de recursos no renovables que en la formación de talentos humanos”.

* Tiene el grado en Ciencia Política y Administración Pública por la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, un postgrado de la Universidad de Leicester, Reino Unido (2008) en cambio climático y energía, y una especialidad en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Ha sido subdirectora de biodiversidad, cooperación internacional y cambio climático en la Secretaría de Medio Ambiente (2002-2007) y actualmente es Coordinadora de la Campaña de Cambio Climático y Energía de Greenpeace México. (mcardena@greenpeace.org )