SEBASTIÁN GUZMÁN DÍAZ*
Hace poco más de 6 años, cuando llegó el momento de elegir qué estudiar, al hablar con familiares y amigos todos coincidían en el mismo punto: Esa ingeniería tuya, es la carrera del futuro.
Durante mis estudios, me di cuenta de la verdad, que en realidad era la carrera del presente. Que en México y en todo el mundo, el aprovechamiento de las energías renovables contaba con líneas de investigación y tecnología que se desarrollaban desde tiempo atrás y mejoraban día con día.
Hoy, el panorama que rodea a este sector energético es de particular incertidumbre. Los argumentos, posturas y nombramientos del futuro gobierno de México han generado un entorno que indica que su apuesta energética dará prioridad a un recurso, el cual, por más abundante que pudiera ser, tiene los días contados. Es un planteamiento a corto plazo, centrado en primero crecer la economía y luego ver por el medio ambiente. Decisiones que trascenderán, en el ámbito económico y social, las cuales, de no ser efectivas, prevalecerán al término de su sexenio.
La utopía de los hidrocarburos
Actualmente el país cuenta con reservas petroleras probadas (1P) para 8. 5 años, con 8 mil 483.716 millones de barriles de petróleo equivalente. En el caso de las totales, es decir, probadas, probables y posibles (3P), la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) reportó 25 mil 467 millones de barriles de petróleo equivalente en 2018.
En una entrevista para Global Energy, Ángel de María Clavel Mendoza, ingeniero petrolero por la UNAM y profesor en la ESIA Ticomán del IPN, menciona que la forma en la cual se comportan los mercados y las inversiones, es a través del volumen de reservas petroleras que tiene un país, destacando que en el mundo nadie quiere invertir en algo, que tiene una caducidad próxima. El reto radica en incorporar reservas, que sean productivas y permitan obtener rendimientos en un corto tiempo.
Sandra Beltrán, analista de Moody?s Investors Service, señaló que las propuestas en materia energética podrían significar un riesgo crediticio para Pemex. El control de los precios de combustibles y el gasto que implicaría la construcción de nuevas refinerías y la modernización de las existentes presentaría inconvenientes asociados con la disminución en la inversión, derivadas de los retrasos en las subastas de petróleo y gas.
Especular con los posibles resultados, bajo la premisa ilusoria de los hidrocarburos, y con ello proyectar el abastecimiento futuro de los requerimientos energéticos en México, puede ser una apuesta arriesgada.
Actualmente, México consume un total de 263,393,000 MW/h de energía anualmente, de los cuales el 25% de ese total, proviene de energías renovables.
La Reforma Constitucional en materia energética de 2013, tuvo como propósito, fortalecer y mejorar la situación del sector a nivel nacional, siendo uno de sus principales aspectos, el planteamiento de iniciativas que permitieran el desarrollo de sistemas de generación de energía, los cuales limitarán la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), con el establecimiento de metas para la reducción del 30% (con base al año 2000) de dichas emisiones a 2020 y la aportación del 35% en generación de energía, por medio de fuentes limpias en 2024.
De acuerdo con datos de Bloomberg New Energy Finance (BNEF), para 2023, a nivel mundial, gran parte de la electricidad se generará a partir de recursos renovables, como la energía solar y eólica. Cuando el nuevo presidente electo finalice su mandato, es un hecho que la forma de generar energía irá en sentido opuesto al de su actual postura.
Visión y perspectiva
México es catalogado como uno de los países en desarrollo con mayor iniciativa en temas y generación de programas con vinculación a nivel internacional contra el cambio climático. Ejemplo de ello fue la presentación de su plan de acción ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) en 2015, que lo convirtió en el primer país en realizarlo. Asimismo, formó parte de los fundadores de la Coalición Clima y Aire Limpio, una de las iniciativas de cooperación internacional que mayor apoyo recibió por parte del entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, durante la Cumbre del Clima de la ONU en 2014. Sin embargo, dichas acciones parecen perderse, apuntando a que el potencial para el aprovechamiento de energías renovables a nivel nacional aún permanezca “en vías de desarrollo”.
Para David Shields, director general de Energía a Debate y destacado experto en el sector energético, el equipo de trabajo del gobierno entrante plantea “ideas muy interesantes sobre involucrar a las personas a nivel comunitario en proyectos de energía renovable”. Programas como Jóvenes Construyendo el Futuro y Energías Renovables para Todos son modelos, los cuales (aunque poco mencionados y disonantes a sus propuestas iniciales para la transición energética) formarían un pilar fundamental para la diversificación de la matriz energética nacional, permitiendo el desarrollo de más proyectos, a través de la formación técnica, de especialistas en energías renovables.
El marco que ha conformado la Reforma Energética, en cuanto a capacidad de inversión, el establecimiento del mercado eléctrico mayorista y el sistema de certificados de energías limpias, implica acciones que han logrado un importante avance hacia una transición más sustentable en la generación de energía en México.
Un planteamiento mal conducido provocaría que la visión con la que se pretende manejar el sector provoque que las perspectivas planteadas, de estabilidad en los precios de combustibles y electricidad, autosuficiencia energética y crecimiento de los actores estatales (CFE y Pemex), no puedan concretarse.
Re?exiones ?nales
La capacidad de respuesta para afrontar las necesidades energéticas futuras necesitará una planificación basada en el planteamiento de objetivos reales, en donde se considere, en gran medida, el aprovechamiento de energías renovables.
De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IEA), México genera alrededor de un cuarto de su energía, por medio de fuentes renovables, mientras que el promedio en el resto de América Latina es del 50 por ciento. Aún hace falta mucho por hacer.
La política energética del próximo presidente tendrá que replantear las contradicciones que a lo largo de su campaña y en estos meses se han mencionado. Se debe entender que la oportunidad “del cambio verdadero” comienza con modificar la óptica con la cual se juzga a la inversión privada y extranjera, que lejos de provocar inconvenientes, ha traído consigo tecnología, capacidad técnica, operativa, empleo y capital al país.
En palabras del mismo David Shields, en su colaboración para el diario Reforma,” una política petrolera mal conceptuada podría empujar al país al precipicio del desabasto energético, sin resolver las deficiencias del sector”.
México se encuentra ante una gran disyuntiva: la oportunidad de poder emprender acciones, que permitan otorgar garantías no sólo energéticas, sino económicas, sociales y ambientales. El paradigma que la Reforma Energética deja, debe ser aprovechado y que las decisiones que se tomen sean pensadas por el futuro del país.
Por mi parte, y estoy seguro que por todos los que integran el sector energético y ambiental, se hará lo que esté en nuestras manos para que las acciones y proyectos que emprendamos sean con el único objetivo de mejorar la situación en México.
*Ingeniero en Energías Renovables por el Instituto de Energías Renovables de la UNAM, Estudiante de Maestría en Administración y Dirección de Empresas de la Universidad Internacional Iberoamericana de México. Miembro de la Asociación Nacional de Energía Solar, A.C.