Con la elección de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos, se viven tiempos inciertos y de zozobra. Jamás se pensó, a la hora de negociar el Tratado de Libre Comercio en América el Norte (TLCAN), que llegaría al poder un presidente con tintes dictatoriales y populistas en el vecino país.
Ahora, con la actitud hostil de Trump hacia México y su propósito de replantear el TLCAN, aunado a sus planes de desregular la industria energética estadounidense y aplicar arancel es y gravámenes al comercio internacional, urgen muchas dudas sobre cómo se verá afectado el comercio de energía mundial. La inquietud es aún mayor en el plano bilateral, ahora que México se ha convertido en un fuerte importador de combustibles como gasolina, gas LP y gas natural.
Dicho lo anterior, es muy factible que, por elemental sensatez, Trump desista de tomar acciones que entorpezcan el comercio energético bilateral, precisamente porque Estados Unidos es ahora superavitario en este renglón, a diferencia de los casos de la industria automotriz y maquiladoras, donde Estados Unidos es deficitario y, según Trump, los empleos estadounidenses han migrado al sur.
México ha sido y es un proveedor confiable de petróleo crudo a las refinerías del vecino país. Hoy día, el valor de nuestras importaciones de gasolina y de otros petrolíferos superan ampliamente el de las exportaciones de crudo, por lo que, si se afectaran las compras de gasolina, las refinadoras estadounidenses serían las primeras en ser perjudicadas.
Ante los riesgos y amenazas, business as usual no es una opción para México. Por fortuna, Pemex ya diversificó su comercio de petróleo crudo. Antes, vendía el 85% de sus exportaciones de crudo a Estados Unidos; ahora, vende sólo la mitad ?la otra mitad se destina a Europa y Asia?, debido en par t e a que Estados Unidos es más autosuficiente como resultado de sus explotaciones de shale. México también podría diversificar sus fuentes de importación de gasolina, ya que se trata de un mercado líquido con muchísimos proveedores en todo el mundo.
México puede y debe buscar mercados alternativos para su comercio. Sin duda, debemos reconocer que nos hemos vulnerado al depender de energéticos del exterior, sobre todo siendo México ahora el cliente que está al final de la red de gasoductos norteamericana. Por lo mismo, conviene priorizar la producción interna de energéticos.
La Reforma Energética es parte de la solución, pero nos debe preocupar la pobre administración de Pemex en este sexenio, donde los resultados en producción de crudo y refinación dejan muchísimo que desear. Se tiene la oportunidad de invertir para mejorar el mantenimiento y la operación de las refinerías.
La Ronda Dos de contratos petroleros pinta más promisoria que la Ronda Uno, en cuanto a obtener producción en el mediano plazo. Pero sobre todo, la energía renovable es ahora la máxima oportunidad, gracias a su nuevo auge y bajos costos, además de que es energía que se produce en un 100% en el país.
David Shields.