Vía: Periódico Reforma
3 de enero de 2017.
En el 2011, México ingresó 49 mil millones de dólares por la exportación de petróleo crudo. Sobraba dinero para subsidiar gasolina cara, como parte de una política de control de la inflación en vigor desde 1992, en la cual las alzas mensuales, muy graduales, a la gasolina eran el ancla de ese control de precios.
En el 2016, a raíz de la caída de los precios del petróleo y de los volúmenes de exportación, México obtuvo sólo poco más de 15 mil millones de dólares por la venta de crudo al exterior. Esto ha impactado gravemente las finanzas públicas, al grado de que desde el año pasado ya no se subsidia la gasolina. El “IEPS negativo” (el subsidio) se convirtió en un IEPS positivo, o sea, un impuesto real a la gasolina.
Sin embargo, las finanzas públicas han seguido deteriorándose por la baja tributación petrolera y no petrolera y ya no aguantan subsidios. Por otro lado, aún no se había liberado el precio de la gasolina de acuerdo con la creación de un mercado de combustibles que dicta la Reforma Energética. Esta liberación de precios y creación de mercado es lo que ahora se está dando a través de un proceso de apertura recién detallado por la Secretaría de Hacienda y la Comisión Reguladora de Energía.
La población no comprende esos procesos, pero sí entiende el impacto en su economía familiar. Por eso, repudia el “gasolinazo”, como parte de un repudio general a la clase política del país, que identifica como corrupta e insensible ante sus intereses. El sesudo esquema de apertura planteada por las autoridades golpea a diversos sectores, su implementación es compleja, además de que se incumple un compromiso presidencial (“ya no habrá gasolinazos”) hecho ante todos los mexicanos.
Así, tanto el Presidente Peña Nieto como la Reforma Energética pierden credibilidad entre la población. Esa Reforma tiene intenciones loables, al querer replicar en México experiencias globales exitosas. Pero ahora la cadena energética del país se rompe por su eslabón más débil, que es el sistema de refinación y la distribución y venta de gasolinas, donde no se han realizado inversiones suficientes durante décadas. Esto, aunado a la debilidad fiscal del país, que obliga a gravar la gasolina. El resultado: gasolinazo y desabasto.
La tesis de la Reforma Energética es que cuando haya un mercado de gasolinas abierto y competido, llegarán las inversiones requeridas y Pemex podrá hacer asociaciones con ese capital privado. Pero hoy, Pemex aún sigue a cargo de esta actividad y está en crisis por su endeudamiento, por la falta de inversión ?hace apenas un año, Peña Nieto prometió 23 mil millones de dólares para refinación que jamás hubo manera de concretar? y por el mal manejo de la empresa en los primeros años de este sexenio.
La insolvencia de Pemex y las ineficiencias y debilidades del sistema de transporte y distribución de gasolinas ya hicieron crisis. Las refinerías están abandonadas, con bajos niveles de operación. Su sistema de reparto es disfuncional, basado en esas refinerías, no en puertos ni en ductos para realizar importaciones, que son caras y ahora indispensables.
Ahora, se pretende crear ese mercado de golpe, en pocas semanas y en un entorno económico incierto. ¿Ese mercado será real y eficiente, o simulado? ¿Las señales de mercado serán adecuadas? ¿Llegarán las inversiones masivamente a un mercado asimétrico, con un jugador dominante del Estado? ¿Llegarán cuando hay ordeña de ductos e inseguridad? ¿Habrá piso parejo para todos y será atractivo invertir en regiones rezagadas? ¿No será excesiva la intervención de múltiples autoridades reguladoras?
La Reforma Energética es un experimento basado en un acto de fe en las tesis neoliberales de mercado y competencia. La transición desde el monopolio estatal con precios administrados hacia un mercado competido con precios flexibles será delicada. No hay garantía de que el mercado y los esquemas de competencia funcionen óptimamente. Pero debemos preguntarnos: ¿quién debe definir el precio de la gasolina: las autoridades o el mercado?
*Analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com