No descartar opciones de solución
En un país donde el petróleo fácil y barato ya se acabó y las reservas probadas de hidrocarburos han disminuido drásticamente, parece obvia la necesidad de resolver dos asuntos: lanzar un nuevo impulso a la exploración petrolera en forma masiva y promover energías limpias alternativas al petróleo. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador no ha presentado una visión ni políticas viables para resolver estos dos retos.
Lo que ha anunciado en materia petrolera es débil: desarrollar descubrimientos pequeños y campos maduros, que no ofrecen un gran potencial, además de que no se convoca a operadores privados. En cuanto a las energías renovables —en particular, la solar y la eólica, que son las de mayor crecimiento a nivel global— las subastas eléctricas han sido canceladas y el Plan Nacional de Desarrollo apenas toca el tema.
México cuenta con sólo unos 7 mil millones de barriles de reservas probadas de hidrocarburos, apenas lo suficiente para un sexenio, que están listos para su explotación inmediata. Se requiere un esfuerzo amplio y sostenido de exploración, que será muy caro, a través de mucho tiempo. En años recientes y hoy día, Pemex casi no realiza exploración por una aguda escasez de recursos económicos. Si esto no cambia, difícilmente tendrá un futuro promisorio como empresa y no tendrá petróleo propio para refinar.
Sin invertir masivamente en exploración, no habrá de dónde producir en el mediano plazo. Es positivo que López Obrador haya decidido respetar los contratos, emanados de las rondas petroleras, con empresas privadas, nacionales y extranjeras. Pero, si su más alta prioridad es Pemex, es difícil entender la falta de voluntad para permitir que Pemex realice nuevas asociaciones estratégicas (farmouts), con otras compañías operadoras que traigan tecnología y capital a sus actividades.
Tampoco es fácil entender su negación del fracking, sobre todo, cuando Pemex podría encabezar ese esfuerzo en asociación con privados, también para retomar la producción de gas natural en el país y reducir importaciones. Entre las opciones que se tienen, los farmouts son la más obvia, ya que Pemex cuenta con áreas que representan en 80 por ciento del potencial petrolero del país. Algunas de estas áreas, hoy sin explotar, se podrían compartir con socios bajo términos ventajosos para Pemex.
En esta edición, nos enfocamos a los retos petroleros pendientes y las opciones para resolverlos, quiera el gobierno verlos o no. Pero está claro que hay otros retos, como la energía renovable, las líneas de transmisión, la movilidad, el transporte eléctrico y la sustentabilidad en general que deben ser atendidos con urgencia para asegurar el futuro energético del país y cumplir con los compromisos del país en materia de combate al cambio climático. En ese contexto, es ilógico que el gobierno renuncie de antemano a opciones que deben ser parte de la solución.