Importación de gas
Antes de la reforma energética, en 2013, todavía la planeación del sistema eléctrico se hacía mediante el Programa de Obras e Infraestructura del Sector Eléctrico, mejor conocido como POISE. El último (POISE 2014-2028) indicaba la construcción de una serie de centrales de ciclo combinado con gas natural como combustible base en el país. La complejidad de llevar a cabo esos proyectos era que no solo se trataba de construir las centrales, sino de llevar su combustible hasta ellas al costo más bajo posible.
Entonces el POISE no indicaba solo obras eléctricas (generación, transmisión y distribución), sino una serie de gasoductos implícitos que se tenían que construir para llevar gas natural a las nuevas centrales. En 2013 se modificó la Constitución y en 2014 se decretó la Ley de la Industria Eléctrica, con lo cual todo el esquema legal cambió. Sin embargo, la idea del sistema siguió siendo la misma: ir sustituyendo termoeléctricas (centrales de generación con base en combustóleo) por centrales de ciclo combinado que usaban gas natural y, al mismo tiempo, se iba instalando mayor capacidad de generación renovable. Los gasoductos concursados por la administración anterior se gestaron en el marco legal del último POISE, e incluso las autorizaciones de la junta de gobierno de la CFE (equivalente a un consejo de administración) mencionaban las plantas a las que se llevaría el gas natural con estos ductos.
Unos años antes de todo esto, se desató la fiebre del fracking (shale oil y gas) en Estados Unidos, que lleva a nuestro vecino del norte a producir el gas más barato del mundo.
EEUU produce 100 mil millones de pies cúbicos diarios y México demanda 8 mil millones por día. Para aprovechar esa coyuntura se gestaron 22 gasoductos que permitirían que CFE se abasteciera de gas de forma competitiva a partir del mercado más competitivo del mundo. El negocio era tan bueno que se podía importar gas, licuarlo, mandarlo a Oriente y ganar dinero por esa vía; se podían desarrollar terminales de amoniaco y suministrar los fertilizantes para nuestro país; se podía utilizar el gas en la industria acerera en México y competir con los grandes productores en los mercados internacionales, y se podía entregar gas natural a las centrales eléctricas de CFE y de privados y, con ello, tener los costos de generación mínimos para poder tener tarifas competitivas.
Peeero, surgieron los problemas. Primero, no se construyeron esas centrales de ciclo combinado de la CFE. Segundo, no se concluyeron algunos de los gasoductos por temas sociales –hasta sabotajes hubo– y, tercero, se quedó en el tintero un sinnúmero de proyectos industriales, inclusive de la posibilidad de licuar gas natural para su exportación (hoy el gas en Texas que es importado a México tiene un valor de 9 USD/MMbtu y en Europa y Asia de 50 a 60 USD/MMbtu. No hay un solo proyecto de licuefacción que siquiera haya iniciado construcción. Sumado a la incertidumbre regulatoria, más la discusión por los temas energéticos en el TMEC, quizás hasta existe el riesgo de que ese gas barato a México lo veamos en Europa o Asia.
Eso sí, CFE paga y sigue pagando por esos gasoductos y los subutiliza.
Por esas condiciones, el gobierno federal considera que México tiene un exceso de gas (mezclan conceptos de gas con capacidad de transporte) y que los gasoductos significan pérdidas para la CFE.
¿Puede solucionarse ese “exceso de gas”? Claro, hay muchas formas y ni siquiera se necesita dinero del gobierno para hacerlo, pero la limitación de quienes detentan la administración y su falta de visión es la que nos hace pensar que tenemos un exceso de gas.
“…la limitación de quienes detentan la administración y su falta de visión es la que nos hace pensar que tenemos un exceso de gas”.
¿Cómo lo pueden solucionar? Permitiendo los proyectos de gas natural, generando subastas de capacidad de transporte o, inclusive de ese gas, donde ofrezcan el “exceso” de capacidad o gas físico a los interesados en rentar o comprar, de manera que quien más pague por ella sea quien la rente.
En lugar de eso y sin entender cómo funciona un sistema y mucho menos un mercado, el gobierno decidió monopolizar la importación de gas y que solo las empresas del Estado, PEMEX y CFE, sean quienes puedan ingresarlo y meterlo a los tubos, para que se transporte y lo vendan al distribuidor y/o consumidor final. Se les olvida que la rentabilidad de los gasoductos no está en usarlos una sola vez, sino un sinnúmero de veces. Basta asomarse al otro lado de la frontera para ver cómo funcionan los mercados físicos y financieros de gas. Esto de monopolizar es violatorio del tratado de libre comercio que habla de trato igualitario a las empresas de sectores que no estén reservados explícitamente por el tratado y las leyes locales. Y el asunto de la importación de gas no está reservado.
Más allá del TMEC ¿a quién afecta esto?
A usted y a mí, consumidores que tendremos una sola opción… Bueno, dos.
¿Por qué? Porque todos, directa o indirectamente, somos consumidores de gas. Y tanto CFE como PEMEX tienen muchos problemas incluso para comprarlo en EEUU.
¿Por qué lo reclama Estados Unidos?
Porque esta acción de monopolizar afecta tanto a las empresas que podrían importar gas natural hacia México, como a las empresas americanas establecidas en nuestro país quedarán cautivas al monopolio que se quiere crear en el gas natural.
Y en este punto, de nuevo, nada hay con la soberanía, a menos que la soberanía signifique que solo una empresa pueda ¡comprar gas natural del extranjero para meterlo al país y cobrar lo que le venga en gana!
(Lea la tercera entrega de esta serie aquí)
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