El pasado 5 de diciembre, la Unión Europea (UE) impuso finalmente una serie de sanciones encaminadas a reducir sustancialmente sus importaciones de petróleo desde Rusia. Sin llegar a ser un embargo total, los países miembros de la UE acordaron prohibir las importaciones de crudo ruso por vía marítima, medida que busca limitar los ingresos de esa nación que le permiten continuar con su ofensiva sobre Ucrania. Estas sanciones se suman al embargo al carbón ruso que entró en vigor el pasado agosto.
El petróleo ruso representó el 27% de las importaciones de crudo de la UE en 2021, cerca de 2.4 millones de barriles diarios, de acuerdo con cifras de la Agencia Internacional de la Energía.
Cabe recordar que el embargo parcial al petróleo de Rusia fue acordado durante la cumbre extraordinaria de líderes de la UE celebrada en Bruselas el 30 de mayo. Durante dicha reunión, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, señaló que la medida afectaría más de dos tercios de las importaciones de petróleo ruso a la UE. No obstante, el sexto paquete de sanciones propuestas por Bruselas se enfrentó a la férrea oposición de la Hungría de Víctor Orbán, temerosa por su seguridad energética, pues importa de Rusia el 85% del gas y el 65% del petróleo que consume. Para no afectar el suministro de crudo de Budapest, Bruselas determinó que la medida se aplicaría únicamente a las importaciones que llegaran a Europa por vía marítima, permitiendo a Hungría seguir ingresando petróleo por medio del oleoducto Druzhba. Por su parte, Alemania y Polonia acordaron que suspenderían sus respectivas importaciones vía oleoducto hacia finales de año, afectando de este modo “el 90% de las exportaciones de Moscú”, según la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen. Actualmente, dos tercios del petróleo ruso que se consumen en Europa llegan por vía marítima. El resto se transporta por oleoductos, sobre todo a países sin litoral como Hungría, Eslovaquia y la República Checa, que seguirán abasteciéndose de esta manera.
Moscú es el tercer exportador mundial de petróleo, solo por detrás de Estados Unidos y Arabia Saudita.
Paralelamente al embargo a las importaciones de crudo vía marítima, la UE, el G7 y Australia conjuntamente impusieron un tope de 60 dólares por barril al precio de venta y prohibieron a los estados miembros de la UE, al Reino Unido, a los Estados Unidos, a Japón y a Australia prestar cualquier tipo de servicio a los petroleros que transportan crudo ruso, incluidos los servicios de transporte y de seguros. Las consecuencias se han hecho sentir ya en el Bósforo, una de las regiones más importantes del mundo para las operaciones de transporte marítimo de petróleo. Ankara exige a todo navío que transporte crudo por su espacio marítimo un seguro y, dado que las mayores aseguradoras del mundo han dejado de prestar servicios a los navíos rusos, cabe preguntarnos ¿quién los asegurará? Aunque en un principio las sanciones se enfocan únicamente en el petróleo vendido a la UE, tanto el bloque comunitario como el G7 pueden hacerla efectiva en otras jurisdicciones dado que la mayoría de las aseguradoras pertenecen a países miembros de estos bloques. Asimismo, las navieras más grandes del mundo también pertenecen a estos dos bloques, por lo que aplicarán la medida de tope de venta de 60 dólares por barril impuesto por Bruselas. Hay que recordar que la UE no es el único gran importador de crudo. China e India son el segundo y el quinto mayor importador, respectivamente.
El futuro de la producción rusa
Al mismo tiempo que Bruselas hacía efectivas sus sanciones en contra de Rusia, el ministro de Asuntos Exteriores de la India, Subrahmanyam Jaishankar, reiteró la intención de su país de seguir comprando el crudo ruso vía marítima al precio de venta del mercado internacional. India es el quinto importador de crudo ruso con 2.6 millones de toneladas de crudo al año, por lo cual Delhi anunció que utilizaría servicios no occidentales para transportar el crudo ruso por mar.
Previo a la invasión rusa de Ucrania, el 60% del transporte de petróleo se efectuaba por vía marítima, mientras que el 40% restante se efectuaba por vía terrestre (oleoductos, camiones cisterna y vías férreas). Para abastecerse del petróleo, los países de la UE, fuertemente dependientes de este producto, prevén abastecerse de otros países productores, como Estados Unidos y las dinastías árabes del Golfo Pérsico. Brasil y Venezuela también podrían aumentar su producción para abastecer al mercado europeo, sobre todo Venezuela, después de que Washington decidiera levantar, en noviembre pasado, las sanciones impuestas en 2019 a Caracas. Por su parte, Moscú no dudará en seguir acercándose a la China de Xi Jinping, el segundo consumidor más grande del mundo, mientras que Arabia Saudita podría comprar el petróleo ruso para revenderlo a la UE. La forma como los gobiernos respondan a estos retos definirá el nuevo orden energético internacional de las próximas décadas y el resultado será un anticipo de la tumultuosa era que tenemos por delante.
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