Por si le faltaran problemas al Presidente de la República, ahora desde su propio movimiento le lanzan “fuego amigo”, esta vez de parte de la diputada morenista Araceli Ocampo Manzanares.
Resulta que la legisladora guerrerense presentó la semana pasada un punto de acuerdo por el cual pidió que las Secretarías de Gobernación y de Energía revisen cómo estuvo esa “concesión-regalo” de activos de generación eléctrica, otrora propiedad de la extinta Luz y Fuerza del Centro (LFC), al consorcio Generadora Fénix formado por la empresa portuguesa Mota-Engil y el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), un beneficio cortesía del ex presidente Enrique Peña Nieto como resultado de su reforma energética neoliberal de 2013.
Desde que López Obrador comenzó su movimiento popular como oposición, contó con el apoyo y soporte incondicionales del SME ofrecido generosamente por su dirigente, Martín Esparza Flores, pero la donación de lo que quedaba de LFC dividió al sindicato entre el oficialismo y una disidencia.
Con su punto de acuerdo, la diputada Ocampo no hace más que echar chile y limón a una vieja herida en la estrategia política de López Obrador, quien ya traía este amasijo de conflictos de interés con el SME, en el que está su agradecimiento a Esparza por los apoyos, pero su empresa es producto “ilegal” de la corrupción del neoliberalismo.
Solo que la legisladora no se quedó en nomás revisar la concesión, sino que pide al jefe del Ejecutivo que, de existir irregularidades, todos los activos de Generadora Fénix pasen a ser propiedad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) de Manuel Bartlett Díaz. Con amigos así, ¿para qué necesita la administración a la oposición?
Agua para su molino
La semana pasada trascendió que el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, utilizó recursos de la petrolera para pavimentar un camino que da, casualmente, a un rancho en Cunduacán, Tabasco, mismo que es prioridad del mandamás de la empresa productiva del Estado.
Mientras tanto, el resto de los caminos de la entidad, por donde pasan los camiones de Petróleos Mexicanos, están, presuntamente, igual o peor que antes de que iniciara el sexenio.
El caso podría ser más grave, debido a que Pemex tiene un programa de Responsabilidad Social anual, en el que dona, entre otras cosas, material para pavimentar caminos en comunidades apartadas, mismas que, según los reportes, están abandonadas.
Brincan en suelo parejo
Y hablando de Pemex, la empresa entregó la forma 20-F, que envía anualmente a la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC). En el documento, la empresa admite como riesgos, todo lo que las calificadoras, la prensa y las organizaciones civiles han señalado de manera permanente durante este sexenio.
¿A qué nos referimos? Por principio de cuentas a un alto nivel de deuda, que la petrolera reconoce, podría aumentar en el corto y mediano plazo. A esto se suman los vencimientos de deuda para 2025, que ascienden a más de 30% del pasivo financiero, ubicado en más de 107 mil millones de dólares.
También, por supuesto, mencionan que las bajas en las calificaciones por parte de agencias internacionales han incrementado el costo del financiamiento de la empresa y además reconocen que no hay garantía de que las calificaciones se puedan mantener o mejoren en el futuro.
Por otra parte admitió que la reposición de reservas en 2022 fue menor a la de 2021 y que la tendencia actual puede afectar sus resultados operativos.
Sin embargo, desde el púlpito de las mañaneras, estos factores “son inventos de los adversarios”… Echan brincos en suelo parejo.