Mañana, 18 de marzo, se conmemora el 87º aniversario de la Expropiación de la Industria Petrolera. Una fecha clave en la historia de México y, este año, aún más simbólica: la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo busca sellar su nombre en la Historia como la mandataria que “devolvió al pueblo de México sus empresas”.
Según lo previsto, en el acto conmemorativo firmará las ocho leyes secundarias en materia energética que ya fueron aprobadas y “planchadas” por el Congreso de la Unión. Si todo marcha según el guion, podrían publicarse mañana mismo en el Diario Oficial de la Federación.
Entre estas reformas destaca la nueva ley de Pemex, bautizada con el pomposo nombre de Ley de la Empresa Pública del Estado, Petróleos Mexicanos.
Esto significa que el Gral. Lázaro Cárdenas nos dio Pemex, el neoliberalismo nos la quitó y ahora Claudia nos la devuelve. Hasta se le enchina a uno la piel nomás de pensarlo.
La traducción al buen cristiano es que Pemex, junto con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), se convierten en organismos públicos como cualquier otro, digamos, la Secretaría de Energía, o el ISSSTE o la dependencia del gobierno que usted desee. El problema es que Pemex se dedica, entre otras cosas, a actividades que conllevan un alto riesgo operativo y, por supuesto, financiero, como es la exploración y explotación de hidrocarburos y la refinación, esta última con altísimas pérdidas.
Por ello, a partir de mañana, las pérdidas de Pemex son las pérdidas de todos los mexicanos.
Si antes, cuando tenía la obligación de ser rentable y generar valor para el Estado mexicano acababa con números rojos, imagínese usted ahora que ya le quitaron esa pesada carga neoliberal.
Nosotros, por lo pronto, ya tenemos listas nuestras banderitas mexicanas con la foto del Tata Cárdenas porque la celebración, como quiera, no nos la perdemos.
Buscan abrirle cancha a Gas Bienestar
No nos haga mucho caso, pero nos cuentan que Gas Bienestar no está jalando como el gobierno federal quisiera y, pues, hay que darle un empujoncito… A costa de la industria privada.
Como usted recordará, en 2021 la Secretaría de Energía (Sener) entonces bajo el mando de Rocío Nahle García emitió una Directiva orientada a apoyar a la economía familiar y, con base en ella, solicitó a la Comisión Reguladora de Energía (CRE) que conformara una metodología de cálculo para establecer un precio máximo para venta al público, mismo que se actualiza mensualmente desde entonces.
Como usted lo habrá notado en diversas notas publicadas en medios de comunicación, la medida ha ido en detrimento del margen operativo de las empresas distribuidoras, más aún desde octubre pasado cuando la CRE dejó de considerar las variaciones de los precios internacionales para la venta al público, pero Pemex sí las contempla en el producto que vende a los distribuidores.
Nos comentan que esto podría tener la intención de inhibir las actividades de los particulares para abrir cancha a Gas Bienestar, una empresa propiedad de Pemex que fue creada para apoyar a las familias mexicanas con precios más competitivos. Quizá sí, quizá no, pero desde antes nos advirtieron que la 4T va por la prevalencia de Pemex. Ya estaremos viendo.
Trump ya ni miedo da
Al parecer, los mercados le están perdiendo el miedo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al menos es evidente en la industria automotriz.
Ante la amenaza de sus aranceles a productos de México, Canadá y China que luego él mismo posterga, rebaja o maneja la posibilidad de que siempre no, las marcas que operan en nuestro país se lo están tomando con un poco más de calma y analizan esta situación con cabeza más fría.
Algunas, como BMW, por ejemplo, manejan la posibilidad de absorber los aranceles en el caso de que siempre sí se apliquen, mientras que otras como General Motors y Ford dijeron que realmente no tienen prisa por mover sus plantas a Estados Unidos u otro lugar.
Nissan y otras armadoras japonesas aceleraron sus ventas en México, especialmente de vehículos hechos en estas tierras. Y así, la industria sigue trabajando, tanto, que en el primer bimestre del año la producción nacional aumentó 0.4 por ciento con respecto al mismo periodo de 2024. Nada mal para tanto susto.
Y es que hay que entender que retirar una planta de un sitio para irla a poner en otro como quien se cambia de casa no es tan sencillo, ni barato. La industria entiende que, en todo caso, Trump estará cuatro años, pero las inversiones y los mercados permanecen. Y, por si fuera poco, hay algo que se llama TMEC que a veces se le olvida al mandatario del país vecino.
Vaya, ni siquiera la alemana Volkswagen, que desde 2023 enfrenta bajas en sus finanzas, está considerando mover su planta de camiones y buses Traton.