Podremos importar petróleo, gas y petroquímicos, pero no tan baratos como los que podemos producir.
MARIO HERNÁNDEZ SAMANIEGO*
Hará cosa de tres mil millones de años, cuando el mero mero Mandamás terminó de encender el foco que acabó con las tinieblas, luego de descansar un fin de semana se puso a pensar cómo hacerle para ver si los descendientes de Adán y Eva iban a prosperar (aparte de multiplicarse) poniéndoles a la mano toda clase de recursos naturales. Por alguna razón que ignoramos, decidió usar de conejitos de indias a los mexicanos. Les puso sobre la mesa petróleo, hierro, carbón, cobre, oro, plata y un sinnúmero más de cositas apetecibles que ya quisieran para día de fiesta los chinos, japoneses, indios y algunos más que no formaban parte del experimento.
¿Y qué pasó? Pues, que efectivamente los mexicanos empezaron a sacar provecho de los dones y vino un tiempo de gran prosperidad. Surgieron grandes jefes que procuraron que lo bueno alcanzara hasta para los más desamparados. Pero poco a poco se fueron haciendo viejos y acabaron por desaparecer aquellos grandes señores y, en su lugar, surgieron otros mexicanos con masa encefálica fuera de norma y nacidos sin ombligo, que acabaron por extinguir también la bonanza que habían creado los viejos, al grado de llegar a tener 19 millones de paisanos que no pueden cubrir las necesidades básicas de alimentación establecidas en la canasta básica y 26 millones que no pueden cubrir el patrón de consumo básico de alimentación, salud y educación. (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo, 2005. Quién sabe cómo resultó 2006.)
Veamos: Gastamos 10 mil millones de dólares al año para reponer el petróleo y gas que consumimos y exportamos. ¿Y el resultado? Pues que las reservas probadas y la producción van camino al sur (para abajo). Operamos refinerías al 75% de capacidad y plantas petroquímicas a menos de la mitad. Importamos gasolina, diesel, petroquímicos y gas, pagando por ellos más dólares que los que produce el petróleo exportado, que equivale a más de la mitad de la producción. Nos cuesta más cara la gasolina y el diesel que a los vecinos del norte que importan la mitad del petróleo que consumen. Y encima de todo esto casi 50 millones de paisanos viven porque Dios es grande.
¿Para qué, pues, nos sirve el petróleo? Para el gasto de la casa. Más aún, ¿qué pasaría si se nos acabara ahora mismo y no dentro de 10 años? Quien quite y no pase nada. Ahí tenemos a los tigres del Pacífico y pa? no ir tan lejos, ahí tenemos a Chile a tiro de piedra, todos ellos prosperando como desesperados y sin contar con petróleo y gas, trayéndolo de fuera, incluyendo de México. A lo mejor a la hora que se nos acaben el petróleo y el gas seguiremos los pasos de esos parientes lejanos y cercanos. Ahí está Japón, como ejemplo, que sin petróleo propio exporta automóviles y televisores y miles de cosas más, y nosotros con todo y nuestro petróleo, cultivando marihuana y mexicanos para la exportación.
Debemos pensar que ya estuvo suave de cargarle la mano al pobrecito de Pemex con todo y sus funcionarios improvisados. Si los tigres y su colega Chile han podido, ¿por qué nosotros con todo el petróleo no la hacemos? ¿Será quizá porque de presidente para abajo son igual de improvisados? (Dicho con todo respeto, desde luego).
Tenemos aparte del petróleo y el gas, los técnicos y trabajadores calificados que pueden desde operar plantas hasta diseñarlas y construirlas y ahí los tenemos planchando posaderas, vendiendo servicios a contratistas extranjeros, o de plano saliendo del país.
¿No suena más lógico dar valor agregado al petróleo y al gas creando empleos y generando impuestos, que malbaratar el petróleo exportándolo e importando gas caro para quemarlo generando electricidad cara en lugar de quemar los aceites residuales que producen las refinerías, que no saben que hacer con ellos? Tenemos plantas petroquímicas operando a medios chiles e importamos productos petroquímicos por las buenas y por las malas, con papeles y sin papeles. Hay que operarlas a todo lo que dan y dar facilidades a la iniciativa privada para que invierta.
Existen medios alternos de generar electricidad ?viento, sol, geotermia, nuclear?, pero no hay otras materias primas para la petroquímica que no sean petróleo y gas. Y aquí, nosotros gastando la pólvora en infiernitos exportando uno y quemando el otro para que los tigres nos inunden de productos derivados de esos hidrocarburos. Terminados el petróleo y el gas, terminada la petroquímica barata, podremos importar uno y otros, pero ya no tan baratos como los que podemos producir.
No hay lana para invertir en más refinerías, nos dicen. Falso. Sí hay modo, pero no lo quieren aprovechar. Pero eso de que no haya lana para invertir en petroquímica, ¡por favor! ¿Qué diría usted, si con una miseria de pesos y en cosa de meses se puede duplicar la producción petroquímica? Éstas no son decisiones que toma Pemex. Son decisiones que toma el Ejecutivo, y ni siquiera el Congreso ni Hacienda que es gato del Ejecutivo.
Hay que darle prisa a la petroquímica. La iniciativa privada nomás está esperando la voz de órale y nosotros sentadotes haciendo todo lo posible por que se acabe la materia prima sin aprovecharla como Dios manda. Vendrá el día en que tengamos que importarla, pero para entonces habrá una petroquímica nacional que cubra necesidades y hasta exporte y que esté en las mismas condiciones en que está la petroquímica de los vecinos y de los tigres. Pero mientras, nos hacen los mandados tigres, comparsas y vecinos.
Si a la petroquímica podemos remozarla rápidamente y si podemos bajar el precio de venta de los insumos para promover la inversión privada, ¿qué esperamos? Esperamos que el supremo gobierno dentro de sus atribuciones lo haga, nada más. Está bien que debatamos si construimos refinerías complicadas o sencillas, pero por favor, no dejemos colgada a la petroquímica.
Y hablando de que no alcanza la lana, andamos con la calentura de perforar en aguas profundas, cuando en opinión de geólogos bien reputados todavía hay perspectivas de encontrar petróleo y gas en tierra cuya exploración y perforación cuesta una fracción de lo que cuesta hacerlo en aguas profundas. ¿Para qué buscarle tres patas al gato? Ya quisieran los vecinos tener tierra en dónde buscar. Pero, no señor, hay que arrejuntarnos con petroleras que saben mucho y que tienen mucha lana y que están dispuestos a compartir con nosotros nuestro petróleo.
Pemex sabe perfectamente bien que la perforación en aguas profundas cuesta un dineral y lo dice públicamente. Lo que no dice es que los que dizque domadores de domos no han podido extraer petróleo que han encontrado en áreas con tirantes de agua mayores de 2,300 metros porque todavía no existe la tecnología. Un artículo de Fabio Barbosa basado en fuentes petroleras extranjeras resulta muy a propósito. Dice: “Ninguno de los 30 pozos perforados al norte del Paralelo 26 se encuentra en producción, precisamente porque no existe tecnología. Todos los pozos a más de 2,314 metros de profundidad de agua permanecen digamos en espera de que la tecnología resuelva los problemas que impiden su explotación.” Aparte de lo que cuesta perforar uno de estos pozos, ¿cómo atinarle al primero en descubrir esa tecnología, ahora que andamos con las urgencias de buscar socio?
¿Nos vamos a lanzar a la aventura de encontrar petróleo que no podemos extraer? Mejor exploremos en tierra, el litoral y promovamos la petroquímica y con eso saldrán las refinerías por añadidura. Para ello, no se necesitan reformas energéticas; se necesitan ganas y madre, porque la múcura está en el suelo y no podemos con ella.
* Fue subgerente de petroquímica y gerente de refinación en Petróleos Mexicanos. Laboró en la empresa durante 30 años. Es miembro del Grupo de Ingenieros Pemex Constitución del 17.