México necesita fijar objetivos claros y realistas para fomentar el desarrollo de fuentes alternas de energía y mejorar la regulación para no quedar rezagado frente al resto del mundo.
Eduardo Zenteno Garza Galindo*
Tan sólo hace nueve años poco se sabía en México de las energías renovables. Las veíamos como un signo de modernidad imposible de ser realizable en nuestro país. Decíamos: es una energía muy cara y sólo contemplábamos como países desarrollados implementaban más y más su desarrollo. Hoy en día, es un tema de discusión en prácticamente todos los foros nacionales e internacionales: No pasa una semana en la que no salga una nota en algún periódico o artículos específicos en las revistas especializadas, incluso es uno de los temas políticos y estratégicos de nuestro país.
La preocupación mundial por el cambio climático ha llegado a México y se están tomando cartas en el asunto para asumir nuestra responsabilidad como país y como mexicanos para con el medio ambiente. El camino recorrido no ha sido fácil y aún falta mucho por recorrer.
México necesita establecer objetivos claros y realistas tanto en el corto, mediano y largo plazo para fomentar el desarrollo de fuentes alternas de energía, mejorar y complementar los mecanismos regulatorios existentes y mantener una política clara de fomento a los desarrollos de proyectos de energía limpia.
En México se cuenta con una capacidad instalada para generación de energía del orden de 51,000 MW, de los cuales el 73% corresponde a centrales que utilizan combustibles fósiles (combustóleo, carbón y gas), el 3% corresponde a energía nuclear (Laguna Verde) y el 22% corresponde a las grandes hidroeléctricas, que de acuerdo a prácticas internacionales y a la reciente Ley para el Fomento a las Energías Renovables y la Transición Energética (LAERTE) no clasifican como una fuente de energía renovable. Así las cosas, en México solamente el 2% de la capacidad instalada corresponde a fuentes de energía renovable pese a la gran cantidad de recursos naturales con que cuenta el país.
Los proyectos de energía renovable más destacados en México son las centrales geotérmicas de Comisión Federal de Electricidad (CFE) con 964 MW, el proyecto de energía eólica de CFE La Venta II de tan sólo 85 MW, 200 MW de proyectos eólicos privados construidos en Oaxaca (2008-2009) y algunas centrales minihidráulicas.
DOS CAMINOS PARA LOS PROYECTOS
Existen dos caminos para desarrollar proyectos de energía renovable en nuestro país, el primero es vía los planes de crecimiento propios de las empresas eléctricas estatales, CFE y Luz y Fuerza del Centro, y el segundo es vía la participación privada en proyectos de generación de energía renovable.
Para que las empresas paraestatales incluyan en sus planes de desarrollo la construcción de proyectos de energías renovables y que reciban la aprobación de su presupuesto por parte de la Cámara de Diputados, es necesario que dicho proyecto sea económicamente viable y se cumpla con lo estipulado en la propia Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica (LSPEE) que en el Artículo 124 indica que toda adición o sustitución de capacidad deberá hacerse al menor costo económico de largo plazo para la CFE.
Así, la propia LSPEE pone a competir las energías renovables con otras tecnologías como la de ciclo combinado. Comienza, entonces, un debate de cómo hacer dicha comparación. Mientras que para las energías renovables la inversión es la propia construcción de la central con un bajo costo de operación y mantenimiento, para las centrales de ciclo combinado es una inversión inicial mucho menor con un alto costo de combustible, operación y mantenimiento durante toda la vida del proyecto. Así, la comparación debe hacerse estimando precios de combustible a futuro, lo cual es muy incierto y sujeto a consideraciones discrecionales del evaluador, ya que toda variación a los precios de los combustibles afecta de manera directa el costo de la energía de las centrales convencionales, sin considerar tampoco que las energías renovables permiten dar certidumbre a largo plazo al costo de la energía. Resulta entonces complicada y discrecional la evaluación de proyectos renovables en comparación con proyectos convencionales, además de que al día de hoy no se incluyen en la evaluación los costos asociados a las externalidades por la quema de combustibles fósiles.
Por la parte del sector privado, el desarrollo de proyectos de energía limpia tiene que seguir un camino verdaderamente tortuoso para poder realizar cada proyecto. Existen múltiples permisos y autorizaciones que se requieren para que los proyectos puedan construirse. Empezando con la evaluación del recurso, la selección de los sitios, la parte social, los permisos medioambientales, los permisos municipales, el permiso de la Comisión Reguladora de Energía, la capacidad de transmisión, etc., etc., etc., amén de la capacidad que debe tener el desarrollador como malabarista para poder mantener en equilibrio la vigencia de todos los permisos que se requieren para poder construir la central, por pequeña que ésta sea.
ESENCIAL, ACCEDER AL SISTEMA DE TRANSMISIÓN
El mayor de los problemas que enfrentaremos en México para el desarrollo de nuevos proyectos de energía renovable será en definitiva el acceso al sistema de transmisión de energía eléctrica para poder transmitir la energía generada por los proyectos. El ejemplo más claro lo encontramos en Oaxaca para la energía eólica. En el Istmo de Tehuantepec, se cuenta con un recurso de viento para poder instalar más de 7,000 MW de parques eólicos, ya que la calidad del viento (medida de acuerdo a la velocidad del aire y a las horas del año en que está soplando) es una de los mejores del mundo.
Actualmente se encuentra en construcción el proyecto denominado “Temporada Abierta” que consiste básicamente en una línea de transmisión de 145 kilómetros, una subestación de 400/230/115 kV (que por cierto será la subestación eléctrica más grande que se haya construido en México) y un compensador estático, que servirán para evacuar la energía generada por poco mas de 2,000 MW de capacidad de energía eólica. Sin embargo, no será suficiente para transmitir el potencial eólico de la región. La construcción de esta línea y las subestaciones asociadas se logró gracias al apoyo de la Secretaría de Energía (SENER), de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y de la CFE a la iniciativa presentada por empresas privadas (quienes pagan el 80% del costo de la nueva infraestructura). El proyecto de Temporada Abierta tendrá un costo del orden de los 250 millones de dólares y será la primera vez que en nuestro país se suman esfuerzos entre la iniciativa privada y el gobierno federal para construir una infraestructura de estas dimensiones.
El reto inmediato a seguir será la construcción de los proyectos que utilizarán la infraestructura de Temporada Abierta, que representarán inversiones superiores a los 4,500 millones de dólares (incluyendo 300 MW de los proyectos eólicos denominados Oaxaca II, III y IV a ser convocadas por CFE bajo la modalidad de Productor Externo de Energía), así como planear adecuadamente el crecimiento de la red de transmisión para interconectar nuevos proyectos a la red del sistema eléctrico nacional. Lo anterior debe lograrse con una planeación que incluya metas y proyectos específicos respecto a la interconexión de proyectos de energía limpia en todo el país.
Respecto al marco regulatorio para proyectos de energía renovable, el instrumento más claro que tenemos es el Contrato de Interconexión para Fuentes de Energía Renovable (CIFER), en el cual se establecen las reglas de interconexión de las fuentes renovables al sistema eléctrico nacional (SEN). El CIFER cuenta con un mecanismo denominado “Banco de Energía” para el intercambio de energía entre diferentes períodos horarios y un reconocimiento parcial de capacidad entregada por la fuente renovable al SEN. Si bien el CIFER funciona respecto al reconocimiento de capacidad para los proyectos de Oaxaca (dado el perfil de generación del viento de la región), será necesario realizarle adaptaciones para que funcione de manera similar para proyectos eólicos en otras regiones del país y en especial para los proyectos de energía solar, ya que actualmente el CIFER reconoce la capacidad aportada al sistema de 8 a 10 de la noche.
Otro tema importante que requiere atención inmediata es el tema del porteo (el cargo por el transporte de la energía). Se debe revisar la metodología actual con la cual se evalúa el costo de porteo para evitar variables discrecionales y proporcionar certidumbre a mediano y largo plazo respecto a los costos relacionados con el porteo.
Aparte del contrato de interconexión y la posibilidad de depreciar fiscalmente los activos de proyectos de energía renovable durante el primer año de su construcción, no existe en México ningún tipo de estimulo económico para el desarrollo de proyectos de energía renovable.
El desarrollo de la energía renovable en nuestro país apenas está empezando y lo más importante será establecer un mercado con expectativas de largo plazo para así poder atraer las inversiones necesarias para los propios proyectos, así como animar a fabricantes y proveedores de servicios relacionados para establecerse en nuestro país. Si esto se logra tendremos mejores costos, veremos un crecimiento acelerado de toda la cadena productiva asociada a los proyectos de energía renovable y, ¿por qué no?, incluso abrir las puertas para fabricar partes y componentes para exportar a otros mercados. El potencial es enorme y tenemos mucho por hacer.
? Presidente de Asociación Mexicana de Energía Eólica A.C. (eduardomyl@yahoo.com ).