ALEJANDRO ANGULO C.*
El agua como fuente de energía limpia o como parte de los procesos para la generación u obtención de otros combustibles ha estado presente en la historia energética del país, desde el origen mismo de la generación de energía a partir de las hidroeléctricas.
Se antoja preguntarse, ¿sí en el futuro próximo se vislumbra un retorno a esta fuente de energía como alternativa? Y, por otra parte, ¿cómo se plantea la eficiencia energética con respecto a este recurso natural?
Cabe decir que, por un lado, la tecnología hidráulica se vale de aprovechar la energía potencial derivada de diferenciales de altura de cauces hídricos naturales o artificiales para generar energía, pero también está la tecnología geotérmica, que aprovecha el calor que yace en aguas comúnmente salobres en el subsuelo. En la Ley de Energías Geotérmicas se estableció el concepto de agua geotérmica como el “agua propiedad de la nación, en estado líquido o de vapor que se encuentra a una temperatura aproximada o superior a 80°C en forma natural en un yacimiento geotérmico hidrotermal, con la capacidad de transportar energía en forma de calor, y que no es apta para el consumo humano”.
En México, conforme al ordenamiento hídrico, se tienen 12 regiones hidrológicas, y solo la mitad de ellas representa el 95% del volumen de agua declarado para la generación de electricidad, con respecto a los últimos diez años. Y como dato el 99% se concentra en ocho de las 12 regiones. Las principales centrales hidroeléctricas se encuentran ubicadas en las regiones de: IV Balsas, VII Lerma Santiago y XI Frontera Sur.
Por otra parte, las centrales que representan el 79% de la capacidad instalada son Angostura, Chicoasén, Malpaso, Peñitas, Caracol, Infiernillo, Villita, Temascal, El Cajón, Aguamilpa y Zimapán, que los estados con la mayor capacidad instalada son Chiapas, Nayarit y Guerrero, que coinciden con las regiones con mayor precipitación pluvial.
Pero hay que advertir que existen varios factores que limitan o determinan la gestión del agua, algunos de ellos tienen que ver con los niveles de precipitación presentados en el año, las salidas forzadas de otras centrales de generación, incertidumbre en la previsión de generación intermitente y la diferencia entre los pronósticos de generación de contratos de interconexión legados y su generación real, así como las asignaciones para tal uso o la construcción de Presas en terrenos de comunidades.
Hay que señalar que las regiones Frontera Sur y Balsas son las que aportan la mayor parte del volumen de agua para la generación de energía, llegando a casi un 75%.
Así tenemos que, conforme a lo declarado, en el período 2006-2015 el mayor volumen fue de 164.773 hm3.
Y en lo que respecta a la intensidad energética del uso de agua en hidroeléctricas, que es la relación entre el agua utilizada y la electricidad generada, lo que a su vez depende en gran medida de la tecnología y el proceso de gestión del recurso, tenemos que la intensidad del uso de agua para la generación hidroeléctrica en México oscila entre los 3,4 hm3/GWh y los 5 hm3/GWh. Sin embargo, se puede observar que en los últimos años se está generando la misma o mayor cantidad de energía con menos agua, como ocurre al comparar 2007 y 2015, en los que la intensidad fue de 4,50 hm3/GWh, y se generaron 27.325 GWh y 30.815 GWh respectivamente.
Por último, hay que advertir que el agua está íntimamente relacionada con varias actividades y se estima que en 2011 se extrajeron un total 80.300 hectómetros cúbicos (hm3) de agua, de los que 61,93% fueron de agua subterránea, 37,96% de agua superficial y 0,11% de agua de mar. Del total de agua extraída en 2011, la agricultura consumió 61.580 hm3, los municipios 11.480 hm3 y la industria 7.280 hm3. Para extraer estos volúmenes de agua se usaron en total 23.318 GWh, en el sector agricultura 18.714 GWh, en servicios municipales 2.777 GWh y en la industria 1.827 GWh (CONAGUA, 2016a).
Para el mismo año se estimaron índices de intensidad energética para el abastecimiento de agua. El agua superficial fue la que requirió menos energía para su abasto, con 0.027 kWh/ m3 en promedio, y la que cubrió la mayor parte de la demanda. El agua subterránea requirió 0.503 kWh/m3 por unidad de agua para su abasto, y el agua desalinizada es la que más energía requirió, entre 2.640 a 6.763 kWh/m3.
Visto en su conjunto, se puede pensar en varios aspectos sobre energía y agua, que pueden estar presentes en las políticas de la administración siguiente:
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En México se cuenta con un potencial significativo para la generación de energía a partir del recurso hídrico, lo cual sería benéfico fortalecerlo y con ello avanzar en la descarbonización de la economía.A su vez, hay que considerar que se requiere incrementar la eficiencia energética en las hidroeléctricas, lo cual implica la adopción de tecnologías más avanzadas, y si bien representa un gasto, también es cierto que ello contribuirá a reducir los costos y egresos de la administración federal.Hay que profundizar en proyectos de investigación, transferencia de tecnología e inversión en proyectos para las comunidades pequeñas, para desplegar proyectos de mini o microhidroeléctricas ahí donde existen corrientes de agua superficial permanente.Los estados y municipios, por su parte, deben elaborar programas o planes de eficiencia energética para las actividades de bombeo de agua y tratamiento de aguas residuales, al mismo tiempo que adoptar fuentes de energía renovables, y con ello solventar tres cuestiones cardinales: la reducción de la intensidad energética, la transición a fuentes limpias de energía y el ahorro en sus finanzas.
*Especialista en energía renovables y medio ambiente. Querétaro, Qro.