Álvaro RÍos Roca*
Ha quedado pendiente la planificación energética regional.
En una coyuntura ideológica, política y económica bastante complicada y con varios roces entre los países de Suramérica, los presidentes de la región se han comprometido a consolidar UNASUR. Seguir impulsando esta iniciativa es muestra de la madurez y la voluntad política integradora de los gobiernos.
Muchos dirán que lo que se ha acordado bajo el lema de UNASUR son sólo generalidades, incluso banalidades, y que UNASUR puede ser considerado como un nuevo saludo a la bandera. Aunque estamos de acuerdo en que así es, el no hacer nada para avanzar en un bloque integrador suramericano, con visión de largo plazo, sería mucho más criticable.
Pensamos que no es el momento más propicio para impulsar la integración energética o políticas comunes. Conceptuamos que cada país anda en un sálvese quien pueda, en busca de seguridad de abastecimiento energético y mirando la forma de cómo paliar individualmente los altos precios de la energía.
Lo que acontece en materia de gas natural es una muestra de la desconfianza y divergencias que existen entre los países, situación que está llevando a que se postergue el desarrollo de infraestructura de transporte de gas, y más bien se opte por el mundialmente apetecido gas natural licuado (LNG). Somos partícipes de cómo todo el contorno continental de Suramérica se está llenando de plantas de regasificacion y licuefacción para recibir gas natural de ultramar y enviar gas fuera de la región.
Esta situación no beneficia económicamente en nada a los países de Suramérica. Más bien, tiene radiantes de felicidad a constructores internacionales y astilleros del mundo, para la dotación de estas plantas y de barcos metaneros, respectivamente. Es un gran fiasco económico a todo nivel en virtud del elevado costo por la ida y venida del gas, en vez de muchos más bajos costos de transporte por gasoductos. Así están las cosas y en materia eléctrica la situación no es muy diferente. Las interconexiones y proyectos eléctricos son más bien de tipo emergencia y de autoabastecimiento, y no acciones regionales planificadas tendientes a una integración energética.
Hemos definido que una verdadera integración energética “es el desarrollo de políticas energéticas comunes, la unión de mercados energéticos relevantes, el libre tránsito de los mismos y el desarrollo de marcos legales aplicables, como si Suramérica fuera una sola nación, de manera que se generen las inversiones óptimas, económicas y oportunas”. UNASUR anda muy apartado de este principio o concepto y creemos que tratar de proponer avances en la temática energética resultará en un boomerang en el corto y mediano plazo.
Hay otras áreas en las que las políticas comunes son mucho más fáciles de consensuar, implementar o impulsar, incluso sobre lo ya avanzado, y que irían allanando el camino para la futura integración económica y energética en el largo plazo. Una de esas áreas es la integración migratoria. Diez años atrás, era probablemente impensable que un ciudadano boliviano, como el que escribe esta presente entrega, portando únicamente su cedula de identidad ?sin tener que pasar por utilizar los tediosos y costosos pasaportes y visas?, pudiera ingresar a muchos países de Suramérica. Por desgracia, esto aún no sucede en todos los países, por lo que ésta es un área donde se puede avanzar aún más para lograr una fluida y mucho más dinámica movilidad de los habitantes de la región, lo que, a su vez, se traduce en mayor desarrollo, bienestar y entendimiento.
¿Será posible instar a las cancillerías de los países de Suramérica para trabajar en una determinación vinculante para que todos los ciudadanos podamos circular en los países portando únicamente una cedula de identidad? Si esto se logra y se mantiene por un tiempo, ¿no sería lógico y necesario el pensar en establecer un solo sistema de identificación regional para todos los ciudadanos de América del Sur? ¿No es esto lo que ha logrado exitosamente la Comunidad Europea? Hace mucho que los europeos se han dado cuenta que poniendo obstáculos y barreras a la migración sólo se frena el desarrollo.
Hay una serie de otras políticas comunes que podrían tratar de implementarse para allanar el movimiento económico y el intercambio de bienes y servicios, como el de facilitar la conformación de empresas y entes jurídicos en los distintos países y que son políticas muy viables.
Felicitamos a los presidentes por seguir impulsando UNASUR, pero consideramos que podría no ser ni oportuno ni viable impulsar y forzar integración energética en la actual coyuntura económica y política de la región. Hay muchas otras áreas de integración y acercamiento mucho más sencillas de implementar, como en el caso antes mencionado de la migración.
* Fue Secretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana
de la Energía (OLADE) y ministro de Hidrocarburos de Bolivia.