¿Será un esfuerzo de largo plazo, o sólo un programa sexenal más?
Eduardo Andrade IturribarrÍa*
El Presidente Felipe Calderón comprometió al país a reducir sus emisiones de bióxido de carbono equivalentes en 50 millones de toneladas anualmente para el año 2012. La promesa no se hace en el vacío, ya que las acciones que la sustentan están en el Programa Especial para el Cambio Climático.
Dicho documento fue publicado por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales y cubre el periodo 2008 a 2012. Abarca las vertientes típicas de mitigación, adaptación y elementos de política transversal. Una buena parte de la estrategia, y la más cercana al quehacer gubernamental, es la energía.
La cantidad comprometida por Presidencia es 8% del total emitido por el país, según datos del Instituto Nacional de Ecología. Información distinta, pero más actualizada, es aquélla de la cabeza sectorial, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que en sus más recientes datos la estima en la mitad.
En lo referente a la energía se utilizan los datos de los planes de expansión y modernización de Pemex, CFE y Luz y Fuerza del Centro. Además, se promueven programas de uso de biocombustibles y de generación distribuida, de implementación más compleja y cuyos resultados para disminuir las emisiones serían cuestionables.
Sin embargo, se estipula que se incrementará la cantidad de energías renovables dentro del programa de disminución. En realidad, a menos que sustituyan electricidad de fuentes tradicionales, éstas sencillamente no significarán mejora alguna. De hecho, la intermitencia de las fuentes renovables y la ausencia de un censo nacional del potencial de energías alternativas no hacen prever que reemplacen un solo megawatt de electricidad generada con los hidrocarburos antes de 10 años.
Se toman en cuenta dentro de las acciones algunos avances de índole tecnológica, como la recuperación y secuestro de carbono. Esto existe, pero está lejos de ser tecnología comercial dentro del periodo que acabará en 2012 por lo que aumentará el acervo intelectual de algunos, pero no resultará en ninguna disminución.
Un factor interesante es declarar públicamente que se analizará la introducción de la energía nuclear en la mezcla de fuentes primarias. Esto es nuevo en México y viejo en el mundo. Mientras que en otros países el renacimiento nuclear es una realidad, en nuestro país tímidamente declaramos afecto por la medida. Ojalá fuéramos más asertivos al respecto. Lo nuclear es obvio camino hacia la mitigación de los efectos del cambio climático. Una buena parte de la estrategia radica en el lado del uso de la energía. Se insiste correctamente en la eficiencia energética, tanto en el mejor uso de los combustibles y la electricidad por los usuarios como en el desarrollo de infraestructura, de tipo carretero, transporte público o de carga.
Finalmente, por el lado de la adaptación a vivir en el entorno del cambio climático se asigna a la Secretaría de Energía la encomienda de “actualizar los estudios sobre viabilidad e instalación de infraestructura energética bajo distintos escenarios de cambio climático.” Esto podría incorporar a la evaluación económica de proyectos de inversión para la expansión del sistema energético factores como qué tanto dejan de ensuciar las energías renovables, valuado en términos económicos, es decir, en pesos y centavos. El primer antecedente de lo anterior fue expresado por el Secretario de Hacienda, Agustín Carstens, el 5 de junio en Xcaret, cuando declaró que el costo del cambio climático podía alcanzar el 6% del PIB.
El tema no es sencillo. La ciudadanía, como usuaria de la energía, tendría que asimilar que la energía pudiera costar hasta el doble de lo que cuesta ahora en aras de adaptarnos a los efectos del cambio climático. La suma de las ventas de electricidad más la de los petrolíferos representan cerca del 6% del PIB también.
Duplicar los precios de la electricidad y los petrolíferos no tendrían efecto negativo en la economía, como agregado, y combatirían el mal mayor ?los efectos del calentamiento global? si se usaran para incidir en conductas en pos de la eficiencia energética de la economía, o para invertir ese excedente en proyectos tecnológicos directamente vinculados a disminuir el efecto del cambio climático.
¿Estamos listos para asumir que el costo económico del cambio climático es el mencionado por el Secretario Carstens? Difícilmente. Aumentar el precio de la energía al doble tiene un costo real, actual y tangible, y mortal políticamente. El costo del cambio climático es una expectativa de un escenario futuro que ni siquiera cuando sucediera podría ser cuantificado precisamente. Por lo tanto, saber si invertir en combatir el cambio climático fue una alternativa rentable será una valuación puramente cualitativa.
Es una decisión de política pública de sentido común en base a información necesariamente incompleta. El Presidente Calderón ya decidió enfrentar el tema, pero sus seis años en el gobierno no serán suficientes para lograr algo. ¿Quién lo suceda mostrará la misma convicción, o el combate al cambio climático será otro programa sexenal más?
*Presidente de la Fundación México Necesita Ingenieros. (opinion@mexiconecesitaingenieros.org ).