Argentina y Bolivia desperdician oportunidades de complementación.
ÁLVARO RÍOS ROCA*
Profesamos que no existe algo más inverosímil e inconsciente que la relación gasífera que se ejerce entre Bolivia y Argentina desde hace ya varios años. Ambos países se necesitan (también se aman sus gobiernos), pero cada uno juega a su cortoplacismo y politiquería extrema. A la fecha, a pesar de las necesidades no existe algo serio, que se extienda hacia una integración y complementación económica que beneficie a sus ciudadanos. Hagamos algo de historia y reflexionemos.
Corrían los últimos meses del 2003, Argentina comienza a darse cuenta que su política interna de precios de gas extremadamente bajos, que paró en brusco el ciclo exploratorio y de producción, le traería inconvenientes para cumplir sus compromisos con Chile y abastecer su mercado interno.
Hubo una peregrinación inmediata hacia la hermana Bolivia para lograr abastecimiento, incluyendo la construcción del Gasoducto del Noroeste Argentino. Recordar que Bolivia tiene grandes reservas probadas y capacidad de producción excedente, pero que se había mareado con su política hidrocarburíferas, había cortado la expor-tación a Norteamérica y el pueblo en su borrachera e ignorancia pedía nacionalización y no exportación del gas, lo que cortó las inversiones.
Muy rápida e improvisadamente, en el 2004 se concretó un contrato (interrumpible por cierto) con precios mal estructurados y con la celebre frase de “Ni una molécula de gas a Chile”. En realidad, las moléculas de gas físicamente no tenían como destino a Chile, pero evitaba los cortes iniciales hacia ese país.
Enero de 2006, un nuevo aguerrido gobierno, le da complacencia al pueblo y lanza el discurso de la nacionalización (en el fondo nunca hubo nacionalización, sino una mera compra forzada de acciones, donde solo falta conocer en base a que estudios). Con justicia y anticipando la necesidad, plantea una nueva formula de precios a Argentina, que en su desesperación no tiene mas remedio que someterse. Recordemos que siempre al tenor de un contrato interrumpible.
Durante el 2006, el aguerrido nuevo gobierno boliviano y el necesitado gobierno argentino negocian apresuradamente un nuevo contrato de compra venta de gas (ENARSA e YPFB, 19 de octubre de 2006). Ese día, en Yacuiba, ciudad fronteriza, repiqueteaban bombos, platillos y bandas de música, se lucían espectaculares collares de flores y frutas y se pronunciaban los mas incendiados discursos de integración gasífera de los pueblos. Que momento histórico para Latinoamérica y, por supuesto, subida de popularidades de sus gobernantes. Argentina había resuelto su abastecimiento y Bolivia había conquistado un mercado en menos de un año, como si fuera un record Guinness.
Bolivia se comprometía a suministrar y Argentina a adquirir, en el año 2007, 7.7 MMMCD, entre 2008 y 2009 16 MMMCD y del 2010 al 2026: 27.7 MMMCD, con una fórmula de precios muy similar al acuerdo con Brasil indexados a los fuel oils. Lo irrisorio es que ese contrato nunca estableció cláusulas serias de “take or pay” o “delivery or pay”, pudiendo las partes incumplir el suministro o dejar de comprar cuando así les entrara en gana.
El 2008, Argentina le imploraba a Bolivia cumplir el contrato, porque, si no, tenía que comprar gas natural licuado hasta en 17 US$/MMBTU y cortar suministro total a Chile e interno. ¡Qué lejos quedaba Bolivia de cumplir con los 16 MMMCD pactados!
El 2009, la torta se invierte y Bolivia pide desesperadamente cumplimiento al contrato a Argentina. Empero, por varios factores como menor demanda, precios más altos para algunos segmentos (mejores precios por arte de magia hacen aparecer las moléculas de gas), presiones de las provincias productoras, programa GasPlus, menores precios para alternativos y subsidiados fuel oils, etc., ya no le interesa el gas más caro de Bolivia. En julio y agosto se exporto 5.89 MMMCD y 5.54 MMMCD en promedio. ¡Qué lejos quedaba Argentina de los 16 MMMCD o 27.7 MMMCD para el 2010 pactados¡ ¡Qué lejos el Gasoducto del Noroeste Argentino!
Que viva la integración y complementación energética de los pueblos de América, dirán algunos. Que viva el cortoplacismo y el alimentarnos de show políticos, diríamos otros.
Sin embargo, seguimos creyendo que los gobiernos necesitan ponerse serios y es posible establecer un contrato serio y responsable, con cláusulas TOP y DOP, rampa más creíble y precios que acompañen más a los combustibles alternativos. Como el que se firmó en la época neoliberal entre Bolivia y Brasil, pero que sí funciona y se cumple y que ahora lo quieren renegociar. Ojalá no, porque ya verán el fiasco que saldrá de esta negociación que se tornara extremadamente política.
Si bien Argentina puede tener pulmón para respirar por unos 3 a 5 años, su problema de reservas y producción es estructural y complejo en el mediano a largo plazo y no debe dejar el problema para el próximo gobierno. Bolivia debe reconocer su fallida política de “no a la exportación” y generar inversión para sacar los 40 ó 60 ó 100 trillones de pies cúbicos que tiene enterrados al mercado. Argentina es por ahora su única y mejor opción. Pongámosnos serios de una vez por todas.
* Actual Socio Director de Gas Energy Latin America. Fue Secretario Ejecutivo de OLADE y Ministro de Hidrocarburos de Bolivia.