Falta lograr un acuerdo más ambicioso y jurídicamente vinculante en política climática.
Sergio GarcÍa SÁnchez *
La prioridad de la 15 Conferencia de las Partes (COP 15) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático fue lograr un instrumento internacional jurídicamente vinculante más ambicioso que el 5% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que plantea el artículo 3.1 del Protocolo de Kioto. Sin embargo, no se logró tal resultado en Copenhague, sino un acuerdo mucho más limitado, el cual, no obstante, ha sentado las bases para lograr en 2010 un nuevo instrumento internacional vinculante en política climática en la próxima conferencia en México (COP16).
Los cinco ejes prioritarios que la negociación entre las Partes abordó fueron mitigación, adaptación, financiamiento, tecnología y las acciones de cooperación de corto a largo plazo. Éstos a lo largo de las dos semanas de negociación fueron tratados primero por delegados, expertos y grupos específicos; después de una semana la negociación fue encabezada por los ministros de Medio Ambiente de las delegaciones participantes para agilizar las negociaciones, teniendo ya algunos puntos bases para negociar, y finalmente el último nivel del proceso de toma de decisiones lo ocuparon los más de 100 jefes de Estado y de gobierno que arribaron a la capital danesa para buscar cerrarla exitosamente con acuerdos.
Entre los hechos más interesantes fue el boicot y el abandono de las negociaciones a iniciativa de los países menos desarrollados y de África, que mayoritariamente conforman el G-77. La causa fue un borrador que era circulado por la delegación anfitriona, Dinamarca, donde se favorecía a los países desarrollados y donde se mencionaba dejar de utilizar la estructura del Protocolo de Kioto, que compromete a los países industrializados a reducir la cantidad de gases de efecto invernadero, para dar paso a un nuevo esquema de reducción de emisiones para más países y no sólo los desarrollados. La delegación danesa puntualizó que era verdad, pero que dicho documento sólo era un borrador y no un documento oficial. El resultado fue el boicot parcial de las negociaciones con lo que valioso tiempo de negociación en los diversos órganos subsidiarios fue desaprovechado, las reuniones informales y fuera del marco de negociación se alargaron y días más tarde un consenso frágil era logrado para que principalmente los países menos desarrollados y del continente africano regresaran a las negociaciones formales. No obstante, lo que evidenció este suceso continúa siendo posiblemente el reto más grande de la diplomacia climática: erradicar la idea que fijar límites a las emisiones en los países en desarrollo es un argumento que los países industrializados buscan para limitar el crecimiento y desa-rrollo de los primeros.
La teoría de los juegos nos otorga una alternativa para entender mejor este asunto de desconfianza mutua para actuar con medidas concretas. Los países en desarrollo puntualizan que la responsabilidad histórica es de los desarrollados y argumentan el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas como base de la negociación. Cada bloque espera que el primero tome la iniciativa y así los resultados son escasos.
El Acuerdo de Copenhague fue alcanzado después de que los lideres de Brasil, China, India, Estados Unidos y Sudáfrica llegasen a un acuerdo en el proceso de toma de decisiones. Fue aprobado a pesar que de Venezuela, Sudán, Cuba, Nicaragua y Bolivia no compartiesen del todo la opinión de la mayoría de la COP 15.
Lo destacable de dicho acuerdo operacional es que todos los países que lo apoyaron acordaron de aquí a 2050 limitar la temperatura global del planeta a solamente 2 grados centígrados. Además existe el apoyo de aproximadamente 30 mil millones de dólares de los países desarrollados hacia los países en desarrollo en el corto plazo, sumado a la decisión de establecer el Fondo Climático Verde de Copenhague como un mecanismo financiero de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático hacia proyectos, programas y actividades de mitigación en los países menos desarrollados y en desarrollo.
Las grandes debilidades del acuerdo radican en que el resultado logrado no es vinculante, además de que no existen objetivos específicos de reducción de gases de efecto invernadero, ni por parte de los países desarrollados, ni en desarrollo y finalmente se posterga nuevamente las acciones específicas para las próximas reuniones que serán sostenidas en 2010 en Bonn, Alemania, y al final del año en la Ciudad de México.
Ahora, el 1 de febrero de 2010 será la próxima fecha para el proceso de toma de decisiones de la política climática, ya que en ese día los países deben establecer sus metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2020, a fin de limitar la temperatura global del planeta a sólo 2 grados centígrados, como lo establece el acuerdo de Copenhague. Es un resultado limitado, no obstante esencial, en el camino para lograr un resultado jurídicamente vinculante más ambicioso en política climática.
* Sergio García Sánchez ha participado como Junior Delegate en la Décimo Cuarta Conferencia de las Partes en Poznan, Polonia y actualmente es estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad de las Américas, Puebla (sergio.garciasz@udlap.mx )