Editorial de la edición No. 80, Mayo-Junio 2017.
Una gran preocupación hoy día en nuestro sector energético es el crecimiento imparable de las importaciones de todo tipo de energéticos, en momentos de una caída de las reservas de petróleo y gas, y lo que esto puede significar para el país en términos de la seguridad energética, la balanza comercial y las capacidades propias para producir energía.
De hecho, gran parte de las nuevas inversiones comprometidas en la Reforma Energética se destinarán a proyectos para importar energéticos, en un país donde ya importamos más de la mitad de nuestro consumo de gasolina, gas natural y gas LP y ya casi todos los insumos petroquímicos. En la Ciudad de México, por ejemplo, toda la gasolina y el diésel que se consumen ya son importados, porque Pemex no puede abastecer ese mercado con volumen y calidad de su propia producción.
Cae la producción de energía con insumos primarios de origen nacional ?el crudo y el gas de Pemex, por ejemplo? para su consumo dentro del país. El crecimiento de la población y de la demanda de energía contribuye a la necesidad de importar más energía.
La producción petrolera del país ha caído de 3.5 millones a 2 millones de barriles diarios en una década y, según la consultora IHS Markit, vamos a caer a 1.5 millones antes de revertir la caída, con todo y las rondas petroleras. Las refinerías procesan menos crudo que hace unos años, pero la nueva inversión privada prefiere importar, transportar y vender gasolinas, no construir infraestructura de refinación para procesar petróleo.
Para algunos observadores, en tiempos de Trump la seguridad energética del país está en riesgo como nunca antes. Para otros, vivir de las importaciones de energía no es tan riesgoso porque ven la seguridad energética en términos de acceso a mercados globales de energía, hoy abiertos y, en general, bien abastecidos.
En todo caso, parece conveniente impulsar la producción de energía en el país y esto se puede hacer mediante un giro en las políticas públicas para apoyar proyectos de Pemex y CFE. Un proyecto esencial en ese sentido es el de Cantarell, que cuenta aún con cuantiosas reservas de aceite y es la mayor reserva de gas del país. En esta edición, el Ing. Eduardo Barrueta plantea una propuesta de explotación de Cantarell, que podría parecer muy ambicioso en estos tiempos restrictivos en el sector petrolero, pero la ambición no tiene nada de malo y la propuesta sin duda apunta en el sentido correcto.
La otra vertiente de trabajo para producir energía será la promoción de la transición energética, en especial la energía renovable. Las energías solar y eólica ya despegan gracias a las subastas eléctricas de la Reforma y es energía producida en un 100 por ciento en México. Se tiene la oportunidad de promover el etanol, combustible ecológico, en las gasolinas y el transporte eléctrico. Es tiempo de mirar hacia una mayor diversificación en el sector energía y la transición a energías limpias, producidas en el país.
David Shields.