El pobre desempeño de las refinerías de Petróleos Mexicanos es una crisis que ha dañado la economía del País. Esta crisis se gestó durante décadas por falta de inversión, pero ahora ya impactó las finanzas públicas. Sin duda, contribuyeron al gasolinazo la caída de la producción de combustibles y la necesidad de importarlos en volúmenes crecientes.
En días pasados, el director general de Pemex, José Antonio González Anaya, planteó que de aquí al año 2025 se podrá eliminar las graves pérdidas financieras y operativas de la subsidiaria Pemex Transformación Industrial (TRI), si se realizan acciones en cuatro vertientes: (1) alianzas con particulares en operación y servicios auxiliares de las refinerías, (2) operación segura y confiable de éstas, (3) reconocimiento y eficiencia en los costos de transporte, y (4) freno a los robos de producto.
Sin embargo, Pemex TRI enfrenta más de 6 mil tomas clandestinas en sus ductos cada año y el gobierno federal aún no pone en marcha un plan integral para combatir este fenómeno, que incluya medidas policiacas y/o militares. Siendo así, no se puede hablar de eficiencias ni de bajos costos en el transporte, ni tampoco de un mercado de gasolinas competido y funcional, sobre todo si Pemex no podrá responder por el transporte de gasolinas de terceros a través de su infraestructura.
Además, la mayor sobrepoblación laboral en Pemex se da precisamente en el TRI, donde trabajadores del propio Pemex llegan a hacer negocios ilícitos en el transporte y venta de productos. Siendo así, ninguna compañía privada seria, y mucho menos de clase mundial, realizará alianzas con Pemex para operar las refinerías. Tal vez coinviertan para construir plantas, como las coquizadoras requeridas en tres refinerías, o para proveer servicios auxiliares, como el suministro de hidrógeno, pero el sindicato seguirá operando todo.
Se percibe que no hay voluntad para involucrar a particulares en alianzas que realmente incidan en toda la operación cotidiana de las refinerías, ni para reducir costos laborales ?empezando por los sueldos y prebendas injustificables de los directivos de Pemex? ni combatir a fondo los ilícitos.
Por lo anterior y por la incertidumbre económica que vive el país, recaerá sólo sobre Pemex TRI la obligación de operar las refinerías en forma segura y confiable. Pero esta obligación no se ha cumplido. Ha habido cada vez más paros no programados de las plantas por falta de mantenimiento, por el riesgo de accidentes, por la falta de crudo ligero o por los excedentes de combustóleo difíciles de evacuar.
Pemex TRI ha informado que este año destinará mil millones de dólares a mantenimiento y reparación, un monto mayor que en años recientes. Sin embargo, es poco dinero para seis grandes refinerías ?más varios complejos petroquímicos?, todas ya con plantas de mucha antigüedad y con severos problemas operativos. De hecho, es menos que el valor anual del combustible robado en los ductos de Pemex.
Existen muchas oportunidades para mejorar la operación. Técnicos y directivos de Pemex han reconocido que la opción más rentable es operar bien las plantas que se tienen. Pero, para ello, realizar auditorías técnicas a todas las plantas de proceso y de servicios auxiliares ?¿no hay personal jubilado experto que lo haga a bajo costo?? y erradicar ineficiencias operativas atribuibles a una pobre administración y al sindicato. ¿No se podría reconvertir parte del complejo petroquímico La Cangrejera, con poca inversión, para producir gasolinas?
La Secretaría de Energía debería promover la construcción de pequeñas refinerías privadas, ajenas a Pemex, pero complementarias con el sistema de refinerías y de logística existentes, como parte de la Reforma Energética, Pero primero, se deberá dar prioridad a la seguridad, al combate a la delincuencia y a corregir deficiencias en Pemex. De otro modo, no habrá inversión privada que modernice a fondo el sistema de producción, distribución y venta de combustibles en el país. Y la gasolina será más cara.
*Analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com