Uno de los retos más importantes del siglo XXI es lograr la descarbonización del planeta; es decir, pasar de las energías fósiles a otras más limpias. Esta transición está basada actualmente en el gas natural; sin embargo, es imperativo ir migrando a las energías renovables cada vez en mayor medida.
Los estudios actuales indican que las acciones hasta ahora tomadas por el planeta entero no son suficientes para minimizar el calentamiento global a máximo 2 °C en los próximos años, cuando lo ideal sería reducir a 1.5 °C. Por ello es necesario y relevante redoblar esfuerzos para alcanzar estos objetivos cruciales para la vida actual.
De nada servirá cuidar los combustibles fósiles y defender una soberanía energética en un mundo devastado por el cambio climático donde se presenta escasez de agua, además de los efectos de ciclones y huracanes o problemas de salud derivados de respirar emisiones de gases de efecto invernadero.
Actualmente, algunas empresas del sector privado se han planteado objetivos de consumo de energía renovable o de reducción de emisiones de efecto invernadero para ir eliminando su huella de carbono. De esta forma, contribuyen al logro de estas metas a nivel mundial, además de considerar toda la cadena de suministro para alcanzar objetivos de neutralidad de carbono que permitan el desarrollo sustentable de la sociedad.
“Como todo en la vida, es importante que exista una trazabilidad o mecanismo de comprobación de que se está logrando este objetivo, alguna forma de medir estos avances”.
Como todo en la vida, es importante que exista una trazabilidad o mecanismo de comprobación de que se está logrando este objetivo, alguna forma de medir estos avances. Aunque pocos, existen en la actualidad ciertos mecanismos para alcanzar este propósito.
En México tenemos varias formas de medir estos objetivos. Uno de ellos son los Certificados de Energías Limpias (CEL). Este instrumento, derivado de la Reforma Energética de 2013, representa un ingreso adicional a los generadores limpios, ya que los grandes consumidores tienen que comprarlos y liquidarlos para demostrar que la energía que están consumiendo procede de energías limpias.
Los CEL incluyen tecnologías de fuentes fósiles que son aceptados para la transición energética; sin embargo, algunas empresas requieren solamente de energías renovables por lo que estos Certificados pierden ventajas que pudieran tener por ser instrumento del Gobierno Mexicano.
Uno de los defectos de este mecanismo es que está creado para demostrar cierto porcentaje del consumo de manera obligatoria. Por ello, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) diseñó el mecanismo de Cancelación Voluntaria, pero no es automático, se debe pedir autorización a esa Comisión para aplicarlo (esto hace que pierda un poco de competitividad ante otros instrumentos). Otro problema de los CEL es el precio que se maneja en el mercado, ya que actualmente se puede conseguir desde los siete dólares.
El requisito de Certificados de Energías Limpias emitido por la Secretaría de Energía (Sener) contabiliza la cantidad de energía generada y consumida, además de considerar las metas de energías limpias establecidas en la Ley de Transición Energética. Este requisito permite que los grandes usuarios de energía tengan un mecanismo para dar trazabilidad a su consumo. Desafortunadamente, solo están establecidos hasta 2022, la Sener no publicó requisitos para 2023 y 2024, aunque así lo marca lo Ley de la Industria Eléctrica.
En Edison Energy, se elaboró un estimado de los requisitos necesarios de Certificados de Energías Limpias para alcanzar las metas de energías limpias hasta 2030, empleando la información disponible por parte del Gobierno Federal como el Programa para el Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (PRODESEN) 2021-2035.
Es relevante considerar que la trazabilidad que se da a través de los CEL considera tecnologías como la cogeneración eficiente o la nuclear, no incluidas dentro de los objetivos de energías renovables de la mayoría de las empresas, lo cual hace que este instrumento no tenga la misma competitividad que otros mecanismos de compensación que se enfocan solamente en Energías Renovables.
Existe otro mecanismo, los International Renewable Energy Certificates (I-RECs), un medio de separación de los atributos ambientales asociados a la generación de energía limpia. La ventaja de los I-RECs es que son una plataforma internacional por lo que valen lo mismo los generados en Brasil que los emitidos en China o la India; los atributos ambientales son los mismos, pues solo funcionan para las energías renovables.
Otra ventaja de los I-RECs es que son una herramienta efectiva y reconocida a nivel internacional para garantizar el origen de la energía y mejorar los índices de sustentabilidad. Además, en ellos se permite separar el consumo real de la energía producida con base en energías renovables, por lo que se trata de un producto separado de la electricidad que se consume. De esta forma, cuando un usuario final compra la electricidad de la red, puede además adquirir una cantidad de I-RECs igual a la cantidad de energía consumida y declarar que la electricidad que consumió fue suministrada por energías limpias.
Para asegurar que los participantes del mercado de I-RECs se alinean a las mejores prácticas y a los buenos principios de gobernanza para el seguimiento de estos instrumentos, la I-REC Standard Foundation (Fundación Estándar de I-REC), una organización sin fines de lucro que gobierna las operaciones de los I-RECs, ha desarrollado una serie de reglas, regulaciones y mejores prácticas conocidas como I-REC Code, al que están sujetos los interesados en llevar a cabo transacciones de I-RECs.
Dependiendo del periodo de generación, los precios de los I-RECs pueden ir de uno a dos dólares por certificado. Son, por tanto, una herramienta competitiva para el cumplimiento de metas de reducción de emisiones, particularmente para el Scope 2. El Scope 2 incluye las emisiones indirectas derivadas del consumo de energía (electricidad u otra). Las emisiones se dan durante la producción de esta energía, es decir, no directamente en el territorio.
Otra opción son los contratos legados, cuya naturaleza permite que los usuarios finales puedan asegurar que la energía que están consumiendo proviene de las centrales eléctricas renovables, de las cuales son socios consumidores y por medio de los contratos se puede demostrar que dicha energía es renovable.
Es importante recalcar que los contratos legados ya están en etapa de extinción y que no pueden sumar nuevos socios usuarios, por lo que la única alternativa se encuentra en el Mercado Eléctrico Mayorista.
Darle trazabilidad a la energía que se consume en los Centros de Carga permitirá que se logren cumplir los objetivos de sustentabilidad por parte de los grandes consumidores de energía y poder desarrollar productos más amigables con el medio ambiente.
*Alberto Campos obtuvo su título como Ingeniero Químico con especialidad en Procesos en la Universidad de las Américas Puebla, en el año 2005; y, realizó un master en Ing. Ambiental y Tecnología con la Universidad Europea Miguel de Cervantes de España, concluyéndolo el año 2013. Tiene un Diplomado en Evaluación de Proyectos de Inversión por el ITAM y uno en Derecho Energético por la Universidad Autónoma Metropolitana. Tiene experiencia en el diseño de procesos en los sectores público y privado trabajando en diferentes empresas desarrollando proyectos de cogeneración y Energías Limpias, así como en proyectos de hidrocarburos. Se desempeñó como Director de Área en la Comisión Reguladora de Energía en la Unidad de Electricidad, trabajando en el desarrollo e implementación del Sistema de Gestión de Certificados y Cumplimiento de Obligaciones de Energías Limpias (S-CEL), así como en el desarrollo de la regulación necesaria para la operación del Mercado Eléctrico Mayorista. Desempeñó como Consultor independiente en materia de Energía, particularmente en Energías Renovables y Mercado Eléctrico Mayorista. Actualmente es Sr. Energy Manager en Edison Energy, enfocándose en temas regulatorios, de cumplimiento de metas ambientales y comerciales.
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