Vía: Periódico Reforma
17 de enero de 2017
El Ejecutivo federal ha querido justificar el aumento en gasolinas con diversos argumentos ?precios internacionales, tipo de cambio, caída de la producción petrolera?, pero rechaza atribuirlo a la Reforma Energética. Cabe pensar, no obstante, que debió haber una manera de implementar el mercado de combustibles ?que es parte de la Reforma? con mayor tacto y sensibilidad en el tiempo para no generar tanta inestabilidad y crispación social en el país.
Precisamente porque tiene objetivos loables, es lamentable que la Reforma haya perdido credibilidad frente a la sociedad, que tenía la expectativa de que la Reforma le beneficiaría y pondría fin a los “gasolinazos”. La implementación del mercado de gasolina no puede evaluarse sólo en términos técnicos, como la conveniencia de los mecanismos de precios y de la flexibilización y regionalización del mercado. Hay que ver también la operación política y sus consecuencias. Ahí es donde tanto el Ejecutivo como el Congreso fallaron.
La población no apoyará a las autoridades, si éstas no la defienden contra impactos subitos por la aplicacion a ultranza de las tesis neoliberales de mercado. La implementación del mercado de gasolina aún entraña otros riesgos inmediatos, empezando por la volatilidad de precios. Si vuelven a subir los precios externos o el tipo de cambio, la economía de las familias y de muchas empresas no podrá absorberlo, lo cual hace pensar que, en un caso extremo, Hacienda tendría que sacrificar una parte del IEPS para mitigar el impacto.
Parecería ser en el peor de los mundos. Está quedando atrás el disfuncional modelo monopólico, pero aún no se consolida el modelo de un mercado competido que atraiga nuevas inversiones. Por lo mismo, no se sabe si ese modelo, impulsado por inversión privada, va a arraigarse y funcionar.
¿Qué viene ahora? Será importante que el tropiezo en la instrumentación del mercado de gasolinas no descarrile ni contamine otros temas de la Reforma Energética. Por eso, las mismas autoridades deben someter la Reforma al más cuidadoso escrutinio en todos los aspectos de su implementación y operación y, donde sea necesario, hacer ajustes para asegurar que funcione en forma óptima. Preocupa que la implementación de la Reforma sea tan frágil y muchas veces improvisada, por el apremio que se tiene para consolidarla en este mismo sexenio.
Es el caso también de las licitaciones para exploración y producción, donde se ha logrado crear un ecosistema de nuevos jugadores, pero aun así se ve difícil que se logre el objetivo de elevar la producción petrolera del país. ¿Los bloques ya licitados, sobre todo los de aguas profundas, ofrecen proyectos viables con petroprecios aún bajos? ¿El esquema de licitaciones se conceptuó correctamente para obtener los mejores resultados en producción? ¿Hay certidumbre jurídica para las nuevas inversiones? Éste último es un tema crítico en todos los temas de la Reforma y se escuchan muchas dudas al respecto en la misma industria.
Inquieta la burocrática interacción y coordinación entre diversas agencias reguladoras y dependencias, que complica la toma de decisiones, eleva el número de trámites y puede desanimar la entrada de nuevos capitales o incluso facilitar corrupción. Preocupa también la falta de avances en el tema de la licencia social y el uso de terrenos, situación que ha frenado numerosos proyectos.
Las autoridades de Energía, al parecer, están conscientes de los problemas y riesgos, razón por la cual ya están recalendarizando algunas prioridades de la Reforma, como son las licitaciones de la Ronda Dos y la temporada abierta para reservar capacidad en gasoductos. Incluso el mercado de gasolinas se flexibilizará de manera escalonada, por regiones. Es de esperarse que así se fijen condiciones y plazos razonables que permitan una mayor ponderación de las acciones y ayuden a evitar fallas.
La Reforma Energética fue obligada por el agotamiento del modelo monopólico, pero el camino hacia adelante será compleja y delicada. El caso de las gasolinas es, por lo pronto, una advertencia de esa fragilidad.
*Analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com