(leer en el periódico Reforma de hoy)
Para México, nación que ha realizado una audaz Reforma Energética con loables intenciones, como son la apertura del sector a las fuerzas del mercado y la competencia siguiendo los mejores libros de texto de organismos mundiales, los resultados en el sector de la energía exhiben un aspecto preocupante.
Ya sea por razones de logística, inseguridad, propiedad de terrenos o, sobre todo, de mercado, como costos bajos de producción y amplia oferta de los energéticos baratos en Estados Unidos, hoy las empresas que operan en México ?grandes industrias, nuevos inversionistas en energía, incluso las estatales CFE y Pemex? prefieren importar los energéticos en vez de producirlos en el país. Ya sea gasolina, gas natural, gas LP o insumos petroquímicos, la tendencia es importarlos, lo cual pega a la balanza comercial y la seguridad energética del país en tiempos de reservas petroleras disminuidas.
La mayor parte de las importaciones de energía vienen del vecino país, situación que incomoda en la era de muros y amenazas de Trump. Pemex incluso realiza cuantiosas importaciones de combustóleo a Yucatán por mar en estos días, lo cual indica que no tiene ventajas de mercado y de logística para evacuar su propia producción de combustóleo en las refinerías nacionales y llevarlo a esa región.
Aun desde antes de la Reforma, México ya buscaba integrarse al mercado energético de América del Norte. Hoy se ha convertido en una endeble periferia de ese mercado, atractivo para que Estados Unidos nos exporte gas y combustibles a nuestras industrias y población crecientes, pero México ha dejado de ser capaz de exportar energía, con excepción del petróleo crudo. Y ahora que Trump hace una promoción agresiva de las compañías energéticas de su país, que quieren crecer y exportar más, las compañías de energía mexicanas están en desventaja en la competencia.
Hemos confiado en que la Reforma Energética, por sí misma, ofrecería la magia de mercado que resolvería los problemas de inversión, producción y abasto de energía en el país. Sí, la Reforma genera compromisos de inversión, pero muchos de ellos son frágiles y madurarán sólo en el largo plazo. Mientras tanto, los negocios pujantes de hoy son los de importación de energía en detrimento de las capacidades productivas propias del sector energético mexicano. Si confiamos sólo en las fuerzas del mercado, éstas podrían arrasar con esas capacidades en favor de los competidores más fuertes en otros países.
Al fomentar mecanismos de mercado, también hemos propiciado el debilitamiento de CFE y Pemex. Los hemos restringido en sus ámbitos de acción y los hemos puesto a importar. Le hemos dicho a CFE que promueva, antes todo, la compra de gas y otros combustibles en el exterior y que abandone nuevos proyectos de hidroelectricidad ?antes su gran orgullo?, geotermia y nuclear. Hemos dañado a Pemex al no atender el tema de la burocracia y la corrupción a su interior y al negarle recursos para producir combustibles limpios y petroquímicos.
Las soluciones son complejas, pero habría que usar las políticas públicas y recursos públicos para estimular la producción de energía en el país, empezando por proyectos razonablemente rentables de CFE y Pemex. Habría que hacer una reingeniería en Cantarell ?nuestra principal reserva de gas?, impulsar el fracking, pero sobre todo promover la transición energética, las energías renovables y el transporte eléctrico. (Por cierto, felicidades al Gobierno de la Ciudad de México, que hoy lanzará su oficina de sustentabilidad energética).
Las energías solar y eólica ya despegan gracias a las subastas de la Reforma Energética y se producen en un 100 por ciento en México. Para la población marginada, la solución está en promover esas energías y en el cocinar y calentar agua con electricidad, no en el recién anunciado apoyo oficial a la quema de valiosos insumos petroquímicos ?el gas LP? para sustituir la leña. Sin duda, la mejor alternativa es fomentar la diversificación y la transición a energías limpias, producidas en el país.
*Analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com