El regreso de las IOCs a las cuencas de shale podría influir en el tipo de licitantes que veremos participando en la Ronda 2.4
(Artículo publicado en la edicion mayo-junio 2017 de la revista “Energía a Debate”)
La industria de los hidrocarburos sufrió una crisis estructural a raíz de la subida y luego la caída extraordinaria y abrupta de sus precios en la última década. Esta crisis provocó la redefinición de los paradigmas y modelos de negocio en la industria y fomentó (i) el surgimiento de un nuevo jugador: el denominado productor independiente de petróleo de lutitas (shale) en los Estados Unidos y (ii) el rebalanceo en las fuentes de suministro de petróleo, donde la región de Norteamérica ha vuelto a ser un referente estratégico.
A la fecha, en la industria del shale de los Estados Unidos hemos vivido dos grandes épocas. A la primera la denomino como el “I: Surgimiento” y ésta a su vez constó de dos fases: I.A) “Experimentación” y la de I.B) “Crecimiento inicial”.
La fase “1.A. Experimentación” de la etapa de “Surgimiento” fue una fase durante la cual diversos científicos, técnicos y visionarios se dedicaron a probar, bajo un concepto de ensayo-prueba y error, nuevas tecnologías de perforación y de fractura para hacer económicamente viable el negocio de las lutitas. El mayor referente de esta época es el Sr. George Mitchell por su incansable esfuerzo y dedicación en la materia.
En la fase de “1.B. Crecimiento inicial” de esta etapa de “Surgimiento” vimos el desarrollo acelerado y sin una aparente estrategia de negocios de largo plazo de la industria del shale, apalancándose en los descubrimientos del Sr. Mitchell. Esta etapa del shale se caracterizó por la entrada de diversos y variados jugadores en la industria del shale, incluyendo a fondos de inversión, mom and pops, operadores independientes, NOCs y IOCs. Durante esta fase, los nuevos jugadores se dedicaron a comprar masivamente derechos minerales a lo largo de las principales cuencas terrestres de shale en Estados Unidos y a conseguir financiamiento vía deuda para perforar lo más rápido y masivamente posible y así tener producción temprana en un entorno de altos precios del petróleo.
Para muchos analistas, esta fase del shale permitió la “democratización de la industria petrolera”, ya que, con anterioridad, la industria era oligopólica y estaba limitada a las grandes compañías nacionales e internacionales del petróleo (NOCs y IOCs) y a los grandes bancos prestamistas privados y públicos. Durante esta etapa, muchas empresas se endeudaron cuando los precios estaban en máximos históricos, por lo que ante la caída de los precios sufrieron bancarrotas y/o fueron adquiridas o fusionadas por otras empresas. Durante esta fase, los grandes ganadores fueron las empresas independientes medianas que adquirieron sus derechos minerales a precios competitivos, mismas que tuvieron la capacidad de administrar eficientemente operaciones masivas y descentralizadas en varias localizaciones de shale. Si bien las IOCs y las NOCs hicieron incursiones en esta fase, sus resultados no fueron los esperados en materia de rentabilidad y volúmenes de producción (Exxon llegó a comprar a XTO por 41 mil millones de dólares en su momento). Su enfoque en macroproyectos con operaciones centralizadas, horizontes de inversión de largo plazo, principalmente en mar, con pozos de alta productividad fue incompatible para que este tipo de empresas fueran exitosas en proyectos diametralmente opuestos a sus paradigmas de operación.
La segunda etapa del shale, que denomino “Depuración y consolidación” está en gestación desde hace año y medio y se caracteriza por un segundo intento por parte de las IOCs de ser un jugador relevante en la explotación del shale.
Gran parte de esta segunda incursión de los IOCs en shale se debe a que la caída de los precios del petróleo forzó a estas compañías a llevar a cabo un proceso drástico de optimización de costos sin precedentes en un tiempo acotado. Lo anterior hizo que afloraran “talentos y capacidades de negocio” que siempre han existido en la industria pero que estaban en “invernación”.
El punto clave de la estrategia de diferenciación de las IOCs vis a vis los independientes en esta segunda etapa de incursión al shale es su enfoque científico para volver un “proceso industrial” la perforación y terminación de pozos con lo cual esperan abatir los costos de Capex y mejorar sus márgenes. A manera de ejemplo, en el proyecto Bongo 76-43 en la Cuenca del Permian donde participa Shell, los costos de perforación en 3 años se han reducido en 60%. Lo anterior gracias al uso de macroperas donde se perforan hasta cinco pozos en vez de uno. En la actualidad, ya muchas empresas que operan en el Permian tienen ganancias a un precio de 40 dólares el barril.
Shell estima destinar hasta 10% de sus inversiones a shale, lo cual representa más de 2,500 millones de dólares al año. Por otro lado, Chevron espera quintuplicar su producción en shale en tres años para alcanzar medio millón de barriles diarios y Exxon espera cuadriplicar su producción para 2025. Con todas las inversiones previstas, se espera que el siguiente año, Estados Unidos llegue a una producción de 10 millones de barriles diarios totales de petróleo, algo no visto en 45 años.
Los recursos de hidrocarburos provenientes de shale son demasiado cuantiosos como para que las IOCs no continúen haciendo esfuerzos serios y significativos por ser un actor relevante. El shale le permitiría a las IOCs rebalancear su poder frente a las NOCs, que controlan en la actualidad casi el 90% de las reservas mundiales de petróleo convencional. Inversiones en shale por parte de las IOCs, además de ser estratégicas, serán cada vez más rentables a futuro. Sin embargo, para lograr lo anterior, es crítico que las IOC ?s se continúen reinventando y adecuando su modelo de operación.
Lo anterior podría ser un elemento que modifique drásticamente el tipo de licitantes que veremos en la Ronda 2.4 de recursos no convencionales que realizará México en el segundo semestre de este año. Hasta el momento, las autoridades han manejado principalmente dos escenarios: uno donde los licitan-
tes mayoritariamente sean nacionales y otros donde los licitantes internacionales sean operadores independientes. Sin embargo, existe un tercer escenario en el cual algunas IOCs se interesen, especialmente tomando en cuenta que la cuenca de Tampico Misantla está catalogada como una “super cuenca” por diversas agencias internacionales de energía.
(*) Director de Inversiones en Ainda Energía & Infraestructura y Director de Ainda Consultores y coordinador del Programa de Inversiones en Energía del ITAM.