Sin inversiones suficientes, México enfrenta un riesgo de seguridad energética
por no poder producir y abastecer los petrolíferos que el país requiere.
DAVID SHIELDS *
El Programa Nacional de Infraestructura 2007-2012 prevé inversiones por 305 mil millones de pesos en refinación, monto que resulta aún superior a los 20 mil millones de dólares que los funcionarios de Pemex estiman necesarios para el sexenio. El PNI brinda una lista amplia y ambiciosa de proyectos por realizar en el período, destacándose la reconfiguración de cuatro refinerías (Tula, Salamanca Salina Cruz y la conclusión de Minatitlán).
Menciona también la opción de construir una nueva refinería para procesar 300,000 b/d de crudo pesado y dice que este proyecto está “bajo análisis”. Señala como estrategias ampliar y modernizar la capacidad de refinación e incrementar la de almacenamiento, transporte y suministro de petrolíferos, cuidando el aspecto ambiental.
Sin embargo, los resultados esperados o “metas” no parecen tan ambiciosos. Se plantea elevar la capacidad de proceso de crudo a 1,400,000 b/d ?sólo marginalmente superior al nivel actual en el 2012, aun en el mejor de los escenarios?. Se propone mantener una relación de importación a ventas de gasolina no mayor a 40% (es decir, continuar con los niveles actuales de importación) y reducir el contenido de azufre en los combustibles.
Se define como meta construir con recursos privados al menos 800 kilómetros de ductos para el transporte de petrolíferos, objetivo que es contraria al monopolio que define la Ley Reglamentaria del Artículo 27 Constitucional y que podría interpretarse como un augurio de una reforma por venir. Además, se esboza la esperanza de alcanzar un escenario sobresaliente, en el que se podría estar procesando entre 1,800,000 y 2,100,000 b/d de crudo en el año 2015 o en el 2017.
Lo que no queda claro es de dónde se obtendrán los recursos para hacer realidad los diversos proyectos y metas. En los últimos años, la subsidiaria Pemex Refinación ha tenido que salir avante con un presupuesto anual de inversiones del orden de 15 mil millones de pesos anualmente, a veces menos, cifra que nada tiene que ver con los 305 mil millones que establece el PNI. De continuar en esos niveles, no será posible concretar la lista amplia y ambiciosa de proyectos plasmados en el PNI. Pemex Refinación ha sido una de las subsidiarias pobres de Pemex, con creciente obsolescencia y mínimas posibilidades de aspirar a un desarrollo tecnológico propio.
Por si fuera poco, el Presidente Felipe Calderón ya advirtió que las inversiones y las metas de producción definidas en el PNI dependerán de la aprobación de una reforma fiscal que eleve la recaudación total del gobierno federal. Con el regateo fiscal que hoy presenciamos, habrá que suponer que estas metas ya están comprometidas por falta de recursos y que el escenario sobresaliente ?y la nueva refinería que tantos analistas han señalado como indispensable para asegurar el abasto futuro de combustibles? tiene pocas posibilidades de concretarse.
El problema toral es cómo obtener mayores inversiones. México vive en el peor de los mundos en materia de refinación: el gobierno no quiere invertir y el sector privado, por ley, no puede invertir. Este año, se prevé un gasto de capital estimado de 18.4 mil millones de pesos en Pemex Refinación, cifra que equivale al 11% de las inversiones totales de Pemex y que es infinitamente menor a los 139.6 mil millones que se destinarán a Pemex Exploración y Producción (PEP). En el 2004, Pemex destinó apenas el 4% de sus inversiones a refinación.
No ha habido, ni hay, montos presupuestales suficientes para realizar muchos de los grandes proyectos. El plan de negocios de la subsidiaria reconoce que es necesario plantear un proyecto de Estado para la industria de la refinación, como parte de una definición de alto nivel sobre el papel del sector petrolero en la estrategia nacional de desarrollo.
Además, es forzoso reconocer que la industria de la refinación interactúa intensamente con la industria eléctrica ?cuyas necesidades de combustibles líquidos (sobre todo, combustóleo y residuales) habría que definir en el largo plazo? y con casi todos los demás sectores industriales y económicos. Así, una estrategia de refinación del petróleo debe ir estrechamente vinculada a la política del sector eléctrico y a la política industrial y económica del país.
Es conocido que, desde hace varias décadas, México no cuenta con una política industrial, ya que la mentalidad económica prevaleciente considera que no es necesaria. Por otra parte, la coordinación entre el sector refinación y el sector eléctrico es mínima o nula. La política de refinación es ya no producir, en el corto plazo, combustóleo para el sector eléctrico, mientras que la política de este sector es ya no usar combustóleo. Habrá que ver si la decisión de prescindir totalmente de ese insumo no resulta temerario en una época en que hay dudas acerca del abasto futuro del gas y del carbón a precios competitivos, además de una fuerte oposición social a la construcción de nuevas hidroeléctricas, nucleoeléctricas y carboeléctricas.
Por otra parte, Pemex Refinación no aprovecha los jugosos márgenes de refinación que se están dando en el mundo hoy día. Mientras tanto, hay empresas en Texas ?en particular, Valero Energy? que importan el crudo Maya mexicano y han demostrado que pueden obtener ganancias muy elevadas mediante su procesamiento.
El PNI no ofrece muchas esperanzas de elevar la capacidad de proceso y reducir la importación de gasolinas y otros combustibles en el largo plazo. Sin embargo, se basa en la expectativa de que la demanda de gasolinas seguirá creciendo a un ritmo cercano al 5%, lo cual presionará sobre la capacidad de la infraestructura de suministro, que ya sufre diversos grados de insuficiencia y obsolescencia.
El análisis de esa problemática rebasa los alcances de este artículo, pero cabe subrayar que la estrategia de logística de suministro de Pemex-Refinación señala textualmente que “el mantenimiento insuficiente y escaso desarrollo de proyectos de inversión han llevado a la infraestructura que sustenta las actividades de suministro a una situación de deterioro que constituye un obstáculo para el abasto de petrolíferos seguro, suficiente y precios competitivos”.
Las inversiones requeridas para llevar a cabo esa estrategia de logística en el período 2007-2015 se estiman en 6 mil 206 millones de dólares y más de la mitad de ese monto se requerirá para la ampliación de la capacidad y la integridad (rehabilitación, mantenimiento y seguridad) de los poliductos. La estrategia reconoce que hay un rezago de inversión frente al dinamismo observado en la demanda de petrolíferos y que “de no llevarse a cabo las inversiones requeridas en infraestructura de almacenamiento y distribución, se vuelve inviable el suministro de productos”.
Todo indica que no habrá dinero para una nueva refinería que produzca los combustibles requeridos en el país, ni para la logística de suministro que asegure un abasto adecuado, situación que no es ajena a la ordeña fiscal a la que ha estado sujeto Petróleos Mexicanos (Pemex). La refinación sigue sin ser una prioridad para el gobierno, lo cual implica riesgos de producción insuficiente y de desabasto de combustibles en el futuro.
* Periodista, consultor en materia de energía y autor del libro “Pemex, la reforma petrolera” (Editorial Planeta), del libro blanco “Pemex: Problems and policy options” para la Universidad de Berkeley, California. Es director general de esta revista. (energia_adebate@yahoo.com.mx )