A pesar de un panorama sombrío en los últimos años, hay visos de recuperación de la actividad exploratoria y de producción de gas natural.
Alvaro RÍos Roca*
Argentina es el segundo o tercer país más gasificado del planeta y a través de las pasadas décadas ha contribuido significativamente también al desarrollo de la industria del gas natural en América Latina, sobre todo en el Cono Sur. Complejos problemas económicos y sociales emanados a partir del 2001 lo han llevado a tocar fondo en el desarrollo en esta industria en los pasados dos o tres años. Sin embargo, observamos que hay visos de tener una recuperación en los próximos años.
Las reservas probadas han bajado de 29 trillones de pies cúbicos (TPC) en el 2000 a 15 TPC el 2008. La relación reservas producción ha caído de 18 años el 2000 a cerca de 8 años el 2008. Argentina se ha tornado de un país exportador neto de hidrocarburos a uno importador.
Y no es que no exista potencialidad geológica en Argentina para descubrir y probar nuevas reservas en cuencas tradicionales como en no tradicionales (offshore) como veremos más adelante. Argentina ha hecho lo que ningún país debe hacer. Cortar mercados de exportación y gestar precios muy bajos en el mercado interno, situación que se ha dado básicamente desde el 2002 hasta el 2007.
Esta combinación es fulminante para cortar el ciclo exploratorio y también es mágica para hacer desaparecer reservas y producción, además de ser excelente para gestar mayor demanda interna, misma que ha aumentado de 3 a casi 4 mil millones de pies cúbicos en la última década. En foros, se cuenta a manera ilustrativa, que en Argentina, los usuarios residenciales, para bajar la temperatura en el invierno, abren la ventana en vez de cortar el gas. En el otro extremo, sus exportaciones de gas se han reducido y ahora importa gas de Bolivia y también gas natural licuado.
Salir de este laberinto energético por supuesto que no es nada sencillo. Es así que se vienen intentando varias medidas para salir del embrollo, algunas más exitosas que otras. Mirar a las reservas y producción de Bolivia es una de ellas. Las negociaciones y un contrato serio no avanzan por alguna razón que todavía no logramos entender, muy a pesar de los compromisos de las petroleras de invertir y desarrollar reservas y nueva producción en Bolivia.
Importar GNL por Bahía Blanca, Zarati y también por Montevideo, que puede resultar algo más caro que gas regional, pero más seguro y hasta de menor plazo en el caso de terminales flotantes, es otra alternativa. Y hay incentivos para nueva exploración y producción. No olvidemos que cuando los precios mejoran las reservas y producción aparecen muchas veces hasta por arte de magia.
Ninguna de estas medidas será sostenible en el mediano a largo plazo sin una recuperación substancial de precios en el mercado interno. Para esto, en Argentina ya se han dado pasos fundamentales en los sectores industriales y también en el térmico. Poco se ha logrado sin embargo en el segmento residencial, muy a pesar de la fuerte voluntad política para escalonar los precios en los segmentos con mayores ingresos económicos, considerando que la demanda residencial llega a representar hasta un 42% de la demanda total en los meses de invierno. Este pico es muy perjudicial para el abastecimiento y el transporte en la Argentina y el recorte que se continúa haciendo a empresas y otros segmentos económicos para mantener abastecidos a los domicilios. Lástima que Argentina no pueda desarrollar sistemas de almacenamiento como en Europa o Norteamérica.
A pesar del panorama todavía sombrío, existen visos de recuperación de la actividad exploratoria y de producción, que estamos seguros estará acompañada de mejores precios en el mercado interno en los próximos meses y años. Podemos casi asegurar que existe un pacto político-empresarial.
Los anuncios de inversiones de YPF por 28 mil millones de dólares en los próximos 5 años en 250 bloques exploratorios no vienen en vano. Los mismos van a zonas tradicionales, pero mayormente por exploración offshore y zonas de alto riesgo y donde en algunas de ellas acompañan Pan American Energy y Petrobras. Es además casi insostenible aguantar las demandas de las provincias productoras que ven como inaudito que se continúe importando gas a precios tres o cuatro veces superior al precio que se da a la producción nacional.
Nuevos precios o promesas de nuevos precios se traducirán en algo de nueva producción y nuevas reservas en el corto plazo y ayudarán que se tenga el flujo de caja para explorar costa afuera como se ha anunciado y recuperar costos y generar utilidades.
* Actual Socio Director de Gas Energía Latin America. Fue Secretario Ejecutivo de OLADE y Ministro de Hidrocarburos de Bolivia