Tres millones y medio de vehículos automotores circulan en las calles de la capital del país.
RocÍo Sarmiento Torres*
La Ciudad de México se distingue por su enorme crecimiento en una forma desordenada, sin ninguna planea-ción urbana y sin que se les haya prestado el cuidado necesario a los recursos naturales que le dieron origen por su capacidad para sustentar a la población establecida desde la época prehispánica.
Los aztecas fundaron la ciudad de Tenochtitlan en el centro de un lago, al que unieron con tierra firme mediante la construcción de cuatro grandes avenidas, que en la época posrevolucionaria se convirtieron en el Viaducto y algunas secciones del Circuito Interior.
El Distrito Federal en 1950 contaba con una población de 2.9 millones de habitantes, en contraste con los casi 9 millones de habitantes actuales, habiéndose triplicado en 55 años, con la consecuente ocupación de una gran extensión del territorio del Valle de México y con su expansión hacia los estados vecinos.
Debido a la muy importante explosión demográfica que sufrió la Ciudad de México en la década de los setentas se abrieron muchas calles y avenidas, obras que constituyeron el principio de un complejo patrón de transporte/vialidad, que se manifiesta en la actualidad mediante el tránsito severo al que se tiene que enfrentar en forma cotidiana la población residente, a la que se le suman diariamente alrededor de 4 millones de personas que llegan de manera transitoria. Se tienen registros de una flota que en la actualidad se contabiliza en aproximadamente tres millones y medio de vehículos automotores.
Estos vehículos requieren de lugares para estacionamiento, que cada vez son más escasos, a pesar de autorizarse la apertura de una gran cantidad de establecimientos comerciales, edificios de departamentos y oficinas; ya que no se propicia el disponer de estos estacionamientos, posiblemente con la intención de promover el transporte público y desincentivar el particular, que constituye la mayor proporción de la flota vehicular (93%). Asimismo, se ha demostrado que ésta no es una solución válida, debido a que la falta de lugares apropiados de estacionamiento es una de las causas importantes de los bloqueos de las vialidades y de grandes congestionamientos viales.
Los usos del suelo se modifican, la mancha urbana crece y, con ellos, también crecen los tiempos dedicados al transporte, las distancias a recorrer y el número de vehículos necesarios para el desplazamiento. Las deficiencias en los servicios de transporte público causan disparidad y dificultades para el acceso a empleos e inversiones, así como insatisfacción y disminución en la calidad de vida de las personas.
La red vial del D.F. tiene una longitud aproximada de 10,250 kilómetros, de los cuales el 9% corresponde a vialidad primaria, conformada por las vías de acceso controlado, los ejes viales y las arterias principales. El 91% son vialidades secundarias, cuya administración está a cargo de las Delegaciones.
Consumo de combustibles
El transporte es el mayor consumidor de energéticos ?gasolina, diesel y turbosina, ésta última para la aviación? en el D.F. En la siguiente tabla y gráfica se muestra la tendencia del volumen de ventas de combustibles para el transporte en el D.F. del año 2000 al 2008, que es bastante estable, aunque ligeramente a la alza en los últimos años. A pesar de tenerse una incorporación importante del número de vehículos, estimada en un promedio de alrededor de 200,000 cada año, el incremento del consumo de los combustibles no es tan significante, explicándose principalmente por los avances que se han tenido en la tecnología de los vehículos: reducción de su peso, cambios en los motores de combustión interna para una mayor eficiencia de la combustión, mejor uso y mantenimiento.
Las gasolinas han sido los combustibles predominantes para el transporte terrestre, en una proporción del 70% y un volumen de ventas de 105,000 barriles diarios en el 2008. De las gasolinas, la venta de la Pemex Magna alcanza el 88.6% y la Premium el 11.4%, teniéndose una muy amplia diferencia, debido a que sólo los vehículos de modelos más recientes requieren del uso de la Premium por su mayor octanaje y menor contenido de azufre para conservar el buen funcionamiento del convertidor catalítico. Además, el Premium tiene un precio más elevado.
La refinación del diesel es menos costosa que la de las gasolinas, por lo que su precio se ha mantenido por debajo de éstas, mostrándose en la siguiente gráfica la variación de los precios de los combustibles a lo largo de doce años (de 1996 al 2008). El incremento del precio de las gasolinas y el diesel ha sido en forma bastante paralela. Existió en el año 2008 una diferencia entre el precio de la gasolina Magna y el diesel del 12.6% y entre la gasolina Premium y el diesel del 30%. Destaca la elevación del precio de la turbosina en forma abrupta a partir del 2002.
El Gobierno del Distrito Federal (GDF) ha llevado a cabo una serie de acciones para proporcionar un transporte público menos contaminante y que se encuentre al alcance de una mayor cantidad de personas, en condiciones de confort y seguridad. Estas acciones se han plasmado en los programas de la Secretaría de Transportes y Vialidad.
Sin embargo, a pesar de las medidas implantadas por el GDF para mantener en circulación vehículos automotores cada vez menos contaminantes y de los avances que se van logrando en la tecnología, la quema de los combustibles fósiles es causante de emisiones contaminantes de diferentes tipos, que provocan el deterioro en el bienestar y salud de las personas que se exponen de manera continua a los mismos.
La necesidad de un número creciente de vehículos para el transporte de pasajeros hace muy difícil que las medidas adoptadas lleguen a ser suficientes, mientras no se planee un límite en el creci-miento sostenible de la Ciudad de México y se continúe tratando de resolver únicamente los problemas que se presentan como urgentes, sin establecer una planeación a largo plazo que resuelva de manera integral todos los aspectos relacionados con el transporte.
El transporte en la Ciudad de México implica para los capitalinos tener que sufrir una serie de contrariedades, que no se resuelven únicamente encareciendo los combustibles o el uso del automóvil, pero que sí conducen a impedir un mayor desarrollo y prosperidad.
*Ingeniera química del Instituto Politécnico Nacional con maestría en Control de Contaminación Ambiental de la Universidad de Leeds, Inglaterra. Investigadora del Programa de Energía de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (sarmientomr@yahoo.com.mx )