Su operación era un quebranto patrimonial. Ahora, se recupera para la Nación una zona económica que potencialmente es el mejor mercado eléctrico del país.
EDUARDO ANDRADE ITURRIBARRÍA*
El futuro, sin Luz y Fuerza del Centro, no será el mismo. No lo será porque el contrato que justificaba que 44 mil personas hicieran el trabajo que harán ahora sólo 10 mil ya no existirá más. Tampoco será justificable que no se invierta ampliamente en mejorar la infraestructura con la cual se distribuye energía en la zona de servicio.
La extinción de la empresa expone que su conveniencia para operar ya no era justificable. Buena parte de la inconveniencia estriba en equipos viejos y mal mantenidos. La primera pregunta es qué proyectos de inversión habrá para esta(s) nueva(s) zona(s) de distribución de Comisión Federal de Electricidad (CFE).
¿Cómo se mejorará la calidad de la energía que entra en los circuitos de distribución?¿Generación más cercana? Está por definirse el Programa de Requisitos de Capacidad de electricidad para el país. Sería indispensable que, si hubiera necesidad, estas inversiones pudieran aprobarse aunque no cupieran dentro de los tiempos que el proceso vigente a través del Congreso de la Unión marca. Cómo hacerlo es asunto de políticos. Pero esperar un año más para que hasta que llegara la discusión presupuestaria para el año 2011 es inaceptable.
Extinguir el organismo Luz y Fuerza del Centro, y su contrato colectivo, no pueden ser el objetivo. Solamente pueden verse como un instrumento para que el servicio público de electricidad en la zona que atendía ese organismo recupere estándares mínimos de calidad.
Una plantilla de cuatro veces más personas que las necesarias para prestar monopólicamente la actividad de distribución eléctrica es un síntoma de un gigantismo enfermizo. Al sindicato le tocaba jalar la cobija en cada negociación, y una buena pregunta es quién, de nuestro lado como ciudadanos, dejó que la jalaran tanto.
Lo anterior no es más que la ausencia absoluta de rendición de cuentas en la prestación de un servicio que la Constitución reserva en exclusiva al Estado. Pero, además, los subsidios que año con año se asignaban a cubrir la insuficiencia presupuestal tampoco eran objeto de ninguna supervisión. La rendición de cuentas alrededor de los subsidios en el sector eléctrico ha sido nula.
No hay datos ciertos sobre qué tan bueno o malo es el servicio. Las discusiones sobre la empresa son más pasionales que racionales.
En esta nueva etapa lo menos que podemos esperar es igualar la calidad a la de CFE. Las tarifas no disminuirán, pero la calidad, en cualesquiera de las dimensiones en que se quisiera medir, debe mejorar sustancialmente. Tal vez así no se nos hagan tan caras.
Es una lástima auténtica que tantas personas del gremio pierdan su trabajo. No hay como sentirse menos que tristes por una situación como ésta. Hay muchos ingenieros y técnicos ?de ambos géneros? de mucha capacidad que están ahora en una situación difícil. Estuvieron en un entorno inadecuado, que a la postre se volvió insoportable.
Cómo es que un monopolio pueda perder dinero es inexplicable. Cómo uno como Luz y Fuerza del Centro no fuera terriblemente rentable en el mejor mercado del país ha sido un despropósito económico y un quebranto patrimonial para el país.
Su extinción era indispensable, pero la recuperación, para la Nación, de lo que una zona económica como el centro del país permite lo es todavía más.
* Presidente de la Fundación México Necesita Ingenieros. (opinion@mexiconecesitaingenieros.org )