La dependencia de las importaciones de petróleo sigue siendo un factor crítico.
RosÍo Vargas SuÁrez*
Si bien bajo la administración del presidente Barack Obama la independencia energética se abandera como uno de los objetivos más importantes de su propuesta, una lectura global del conjunto de las alternativas de política que se están convirtiendo en leyes elaboradas por el Congreso de su país deja ver que la estrategia sigue estando encaminada a reducir la vulnerabilidad a partir de la diversificación de abastecedores, de la diversificación de combustibles, en combinación con políticas de conservación y eficiencia energética, así como propuestas tecnológicamente innovadoras que permitirán alcanzar fortaleza al sector y la capacidad de recuperación necesaria ante cualquier ruptura y contingencia. La propuesta de independencia energética es en los hechos sustituida por una concepción más amplia de seguridad energética que, además de servir de eje en el diseño de políticas en el sector energético, es un elemento clave en la toma de decisiones de la política exterior de éste país.
Entre los componentes de diverso tipo y naturaleza que integran la seguridad energética, la diversificación los abastecedores y de las fuentes de energía tienen la primicia. Esto se debe a la situación de estructural dependencia que tiene de los aprovisionamientos del exterior. La dependencia del petróleo extranjero históricamente ha constituido un grave riesgo para su seguridad y economía. Las dislocaciones en la oferta han significado las peores crisis energéticas y económicas de los Estados Unidos, de aquí que ese país se haya abocado a proteger por todos los medios el “acceso” al petróleo extranjero. Debido a la dependencia energética, el Estado norteamericano debe erogar enormes sumas en gastos militares a fin de garantizar dicho recurso. Si bien en las dos guerras del Golfo Pérsico en las que éste país se involucró (1992 y 2003), su gobierno nunca aceptó públicamente que la razón de la incursión militar había sido por el petróleo, así era.(1)
La dependencia de las fuentes de suministro del exterior ha sido un proceso creciente que tiene como correlato la declinación de su producción nacional que llegó a su máximo en los años setenta, para empezar a declinar de forma gradual, pero inexorable. La estrategia que aplica después de las dos crisis de los setenta intenta reducir el total de la factura petrolera pero, sobre todo, desplazar a los proveedores de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) a favor de los países no-OPEP en nuestro hemisferio. En tanto que en 1977 Estados Unidos importaba 8.5 millones de b/d, en 1982 había conseguido reducirlos a 4.3 millones de b/d a la par que reducía los suministros procedentes de la OPEP. Estos bajaron su participación de un 34% en 1977 a 17% en 1982; sin embargo, en los años recientes (2007-2009), su contribución ha subido de nueva cuenta y ahora es cercana al 50% del total de importaciones petroleras. Entre los proveedores no OPEP, los más importantes han sido Canadá y México, quienes juntos han venido abasteciendo el mercado de Estados Unidos en los últimos años con un porcentaje promedio del 30% del total de compras, seguidos de Arabia Saudita, Venezuela y Nigeria.
Fuente: elaboración propia con base en: EIA, “ U.S. Imports by Country of Origen” http://tonto.eia.doe.gov/dnav/pet/pet_move_impcus_a2_nus_ep00_imo_mbbl.a.htm from Foreign Oil Can Improve National Security. Our Economy, and the Environment, New Jersey, John Wiley and Sons, Inc., 2008, P.95
Considerando las importaciones totales de Estados Unidos, se registró un máximo en el año 2006 con 18 millones de b/d (considerando crudo y derivados) y, en lo que va del 2009 éstas han bajado ligeramente a un volumen de 14 millones de barriles diarios de crudo y 2 más de refinados (con un total de 16 millones de barriles en 2009) (2). Si relacionamos lo anterior con el consumo petrolero diario en los Estados Unidos que es de 21 millones de barriles, la anterior cifra ya representa alrededor del 80% del consumo total. Aunque con una pendiente menos inclinada en los últimos dos años, la tendencia proyectada del consumo en el largo plazo es creciente.
La importancia actual de la dependencia, por concepto de importaciones, es tanto como un mil millones de dólares diarios en combustible. El costo de la dependencia, en un sentido amplio, confiere un sentido de vulnerabilidad ante alzas de precios y choques en la oferta pero tiene otro aspecto que preocupa aún más y es la transferencia de valor a países que se consideran poco amigables a los Estados Unidos. De acuerdo con ésta lógica, el mecanismo fortalece y sostiene a “déspotas y dictadores” y obliga a las fuerzas militares a defender las fuentes de aprovisionamiento en regiones riesgosas a un gran costo. Otro factor adicional es que la competencia por los recursos ocurre también con otras potencias desarrolladas a nivel de empresas, y con países como China e India, con los que compite en el plano mundial por garantizar el acceso a reservas petroleras actuales y futuras.
La importancia de los abastecedores y su diversificación ha dado lugar a la construcción de índices de jerarquización de los proveedores considerando la seguridad de sus aprovisionamientos para Estados Unidos. Bajo este criterio una propuesta que recién ha salido a la luz (3) da un orden como el siguiente: 1° Canadá, 2° Noruega, 3° China, 4° Rusia, 4°Venezuela, 6° Emiratos Arabes Unidos, 7° Kuwait, 8° Arabia Saudita, 9° Reino Unido, 10° Brasil, 11° Argelia, 11° Libia, 11° Estados Unidos, (4) 14° México, 15° Irán, 16° Qatar, 17° Nigeria, 18°Angola, 18° Irak, 20° Kazajstán, 21° Indonesia.
Si bien no se cuenta con toda la información para la elaboración de este índice son claros los temores asociados a los riesgos políticos (Irak) o inestabilidad de los gobiernos Kasakhstán e Indonesia. Otros criterios que se tomaron en consideración fueron la capacidad de refinación, la estabilidad interna y la capacidad para transportar el petróleo de otras naciones, así como otros impedimentos reales o potenciales.
Un aspecto novedoso que está siendo considerado por especialistas al evaluar la seguridad energética de los suministros, es el mayor peso de factores de orden interno como los problemas de tipo político, en tanto que se ponderan más bajo otras consideraciones de orden geopolítico relacionados a problemas de transporte. Esto puede ilustrarse en el caso del Medio Oriente en donde transita el 90% del petróleo del Golfo Pérsico, a través del Estrecho de Hormuz (diariamente más de 17 millones de barriles o más del 18% de la demanda mundial). Como el área es una zona de permanente conflicto político que pone en riesgo el tránsito de los buques petroleros, la evidencia empírica sugiere que existen límites a tal amenaza. Los supertanqueros serían objetivo difícil, en el caso de ataque, ya que por sus características físicas serían capaces de resistirlos. Ello también se atribuye a que se considera más bien limitada la capacidad real de Irán para reducir el flujo de petróleo por el estrecho de Hormuz por largo tiempo.(5) Por ello, los suministros petroleros pueden considerarse más seguros de lo que se cree. Por lo anterior, hay quienes advierten la conveniencia de no sobrereaccionar a información sobre posibles amenazas en el Golfo Pérsico, debido a que esta conducta otorgaría poder a los iraníes y afecta de manera innecesaria el movimiento de los precios debido al temor de las naciones consumidoras.
Otro factor novedoso en las rutas de transporte es el incluir a la piratería como un factor potencial de riesgo. Este problema de otros siglos tiene su ejemplo actual más conspicuo en el caso somalí por la dimensión adquirida. Su número, entre 1,000 y 1,500, no es poco importante y se acompaña de numerosas embarcaciones (60), armas y el uso de radares con lo que pueden detectar sus objetivos, así como sistemas de comunicaciones.(6)
Integrar combustibles alternativos al mercado
Desde la Ley de Independencia y Seguridad Energética de 2007 se elaboraron rigurosos mandatos para integrar volúmenes de etanol a la gasolina, otorgando así un papel especial a los biocombustibles. También se dieron pasos importantes para incorporar a las energías renovables como fuentes de generación eléctrica 15% en el 2020 y se empezó a anunciar una serie de medidas para encauzar a la industria automotriz a la producción de los vehículos híbridos-eléctricos.
Otro aspecto importante dentro de la estrategia de diversificación de combustibles ha sido el fuerte énfasis en la eficiencia como política del sector energético y la vinculación de la selección de combustibles al objetivo de reducir las emisiones contaminantes que causan el cambio climático, como parte de los derroteros de la seguridad energética. Para ello, se ha incorporado a las empresas privadas como parte de la estrategia y se descansa en la confianza de que la tecnología hará milagros en materia de conservación. Aún así, no será suficiente. Por ello se prevé la necesidad de una nueva generación de reactores nucleares, de tecnologías de carbón limpio y una amplia gama de renovables que permitan extender esta gama de opciones. Para los combustibles convencionales también se avanza tecnológicamente, como es el caso de la conversión de gas natural a gas líquido.
Bajo la administración de Obama, junto al objetivo de reducir el calentamiento global, se diseñan alternativas para salir de la crisis económica. La legislación más reciente originada en el Congreso, conocida como Ley Waxman-Mankey, refleja bien ese orden de prioridades. La Ley de Energías Limpias y de Seguridad de 2009 es una propuesta global que abarca 1) la Ley de Energías Limpias en donde se promueven las energías renovables, la captura y secuestro del carbón, combustibles para el transporte bajos en carbono, vehículos eléctricos limpios, una red inteligente y transmisión de electricidad; 2) una “energía eficiente” a lo largo de todos los sectores de la economía, incluyendo edificios, aplicaciones, transporte e industria; 3) “cambio climático” que coloca límites en las emisiones de contaminantes; y 4) un título transitorio que protege a los consumidores de Estados Unidos, a la industria a la par que promueve trabajos verdes durante la transición hacia una economía de energía limpia.(7)
Se acompaña de una importante partida presupuestal para el desarrollo e innovación tecnológica tanto para combustibles convencionales como para los desarrollos “limpios”.
La seguridad de la infraestructura crítica
Asociado a la capacidad de producción, otro nuevo factor de la seguridad energética es la capacidad de recuperación y la existencia de márgenes de seguridad. Esto tiene que ver con la creación de capacidad de producción excedentaria y la posibilidad de contar con stocks estratégicos que permitan hacer frente a cualquier tipo de contingencias. Pero también hay otros nuevos factores asociados a la infraestructura.
La propuesta es incorporar en la tradicional noción de seguridad toda la cadena de la oferta productiva y en este sentido la securitización de la infraestructura crítica cobra especial relevancia. Esto parte del diagnóstico de que no disminuyen las amenazas del terrorismo ni los desastres; persiste la vulnerabilidad en los hechos. De aquí derivan una serie de propuestas ofensivas y defensivas plasmadas en diferentes iniciativas emitidas por el Departamento de Seguridad de la Patria (Department of Homeland Security).
En el espacio geográfico del territorio estadounidense hay dos aspectos relacionados con la energía y son: la capacidad de recuperación de la infraestructura crítica y le inversión en una red eléctrica inteligente para mejorar la eficiencia y seguridad del país en materia eléctrica.(8) En virtud de que más del 80% de la infraestructura es parte del sector privado de este país, se han establecido mecanismos de cooperación con el Departamento de Seguridad de la Patria que trabajan por el intercambio de información efectiva y la adopción de “mejores prácticas” en el sector energético, mismas que se han extendido hacia la ciberseguridad.
En el plano global, la estrategia es parte medular de la política exterior y se elabora sobre una visión global que procura “compartir responsabilidades” con otros países y socios. Esto considera la infraestructura crítica que conecta a países productores y consumidores como pueden ser gasoductos, oleoductos, plantas de regasificación (GNL), refinerías, plataformas de producción petrolera, redes eléctricas y plantas de generación, entre los más importantes. En este sentido, es conveniente señalar que la estrategia de Seguridad de la Patria como una política que incorpora a la infraestructura crítica, no sólo cubre territorio estadounidense; sus objetivos y su espacio de maniobra son internacionales.
Conclusión
La independencia energética es, en realidad, una propuesta retórica que en la práctica está siendo rebasada por una visión pragmática que incorpora todas las opciones energéticas. Incluye innovación tecnológica y se extiende en materia de seguridad hacia toda la cadena productiva de las diferentes industrias que integran el sector energético al interior del país, sin descuidar los puntos críticos de suministro en el plano internacional. Hay un papel medular de la seguridad energética en el diseño de la política exterior de los Estados Unidos que sirve también de base conceptual para la elaboración de los modelos de integración energética que vinculan a países productores y consumidores.
(1) Claramente la racionalidad de la guerra era algo no revelado al público. Alan Greenspan ?frecuente asesor de los presidentes Nixon y Ford para cuestiones de energía y luego por mucho tiempo presidente de la Reserva Federal- confirmó el año pasado, la razón no declarada fue el petróleo”. Hakes,Jay, How Freedom
(2) Es importante señalar que el máximo histórico se registró en 2006 con 18 millones de barriles diarios. VerImportaciones de crudo y derivados totales de 1993 a 2009. http://tonto.eia.doe.gov/dnav/petpet_moveimpcus_a2_nus_ep00_im0_mbbl_m.html (fecha de consulta 5 de mayo de 2009)
(3) Interpretamos la duplicación del lugar como resultado de tener igual calificación. Cabe señalar que este índice es elaborado por la EIA y la CIA e incluye a Estados Unidos como productor y consumidor. Haberle otorgado el sitio 11 obedece a la posibilidad de ser blanco de un ataque terrorista por Al Qaeda.
(4) DeBard, Amanda, Countries rated on Oil Security”, The Washington Times, May 19, 2009.
(5) Gholz, Eugene,” Strait of Hormuz: Assessing Threats to Energy Security in the Persian Gulf”, The Robert S.Strauss Center for International Security and Law. http://www.robertstrausscenter.org/research/view/14 (fecha de consulta 14 de mayo de 2009).
(6) Gutiérrez. Alejandro, “Cruzada Antipirata”, Proceso, 1699, 24 de mayo de 2000, P52
(7) Committee on Energy and Clean Energy, Chairmen Waxman, Markey Release Discussion Draft of New Clean Energy Legislation”, H.R.2454. The American Clean Energy Security Act, http://energycommerce.house.gov/index.php?option=com_content&task=view&id=1560 (fecha de consulta 2 de junio de 2009)
(8) Center for Strategic and International Studies, Homeland Security in an Obama Administration, Washington, November, 2008, P. 7. www.CSIS.ORG/HS (fecha de consulta febrero 10, 2009)m.mx).
* Es investigadora en el Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM (rvargas@servidor.unam.mx ).