Ante la incertidumbre geológica en aguas profundas, urge invertir
en incorporación y desarrollo de las reservas ya conocidas.
SALVADOR ORTUÑO ARZATE*
La evaluación y cualificación de las reservas y recursos petroleros que actualmente se práctica en la industria petrolera nacional tiene varias categorías: reservas probadas, probables, posibles o recursos potenciales, prospectivos y contingentes. De estas modalidades, sólo las tres primeras poseen un respaldo científico-tecnológico confiable. Sin embargo, también se han utilizado otros términos para designar especulaciones o estrategias políticas y de otra índole como: “reservas prospectivas”, estratégicas, por descubrir, etcétera.
Por las implicaciones económicas y políticas que las estimaciones de reservas o recursos petroleros tienen, es esencial que las cifras que se den a conocer al público tengan sustento técnico. Actualmente, las metodologías geológico-petroleras existentes, para estimación y evaluación, permiten respaldar adecuadamente estas variables, con un porcentaje mínimo de error permisible. Su adecuado sustento haría posible la certidumbre en tópicos tan delicados y de hondas implicaciones económicas para el país.
Geología de las reservas de hidrocarburos
La existencia de un yacimiento petrolero de interés comercial es el resultado de un sinnúmero de eventos naturales en la historia geológica de una cuenca petrolera. Para su estudio, los geólogos han implementado el concepto de sistema petrolero. Un sistema petrolero es un conjunto de elementos y procesos que tienen lugar en una cuenca sedimentaria, geológicamente entrelazados, y que dan lugar a la generación, migración y entrampamiento de hidrocarburos, y por ende, a la existencia de yacimientos de interés comercial. Sus elementos son la roca generadora de hidrocarburos, almacén, y sello, así como la trampa de hidrocarburos y las series sedimentarias que componen todo el conjunto subsidente.
Por otro lado, los llamados procesos son los eventos que tienen lugar en el ámbito geológico y cuyo resultado es la conformación de yacimientos. Estos procesos son: la generación, la expulsión, la migración, el entrampamiento y la preservación de hidrocarburos. Asimismo, son fundamentales los procesos geológicos que llevan a la formación de trampas petroleras en los estratos litológicos; su conformación debe ser concomitante a los anteriores procesos de formación de hidrocarburos. Estos elementos y procesos del sistema petrolero son ponderados, medidos y estudiados por los geólogos, tanto por métodos directos como indirectos, con la finalidad de evaluar las probabilidades de la existencia de un yacimiento petrolero, procediendo luego a su cuantificación volumétrica.
En nuestro país, diversos especialistas como los geólogos, geofísicos, geoquímicos e ingenieros de la industria petrolera (de Petróleos Mexicanos, Pemex, y del Instituto Mexicano del Petróleo, IMP) son los responsables de explorar, detallar, delimitar e iniciar la explotación de los yacimientos descubiertos. Tales actividades de exploración-explotación se llevan a cabo en todo el territorio nacional, tanto en tierra como en las áreas marinas de la plataforma continental y mar adentro. Así se han identificado y caracterizado todas las cuencas petroleras productoras existentes en México (Figura 1). Por otro lado, el trabajo exploratorio en las aguas profundas requiere metodologías y tecnologías similares a las mencionadas, aunque específicas y más sofisticadas, dadas las características sui generis de los yacimientos existentes en esas condiciones.
Entre las investigaciones efectuadas en aguas profundas del Golfo de México se pueden mencionar las de sismología, gravimetría, magnetometría, de muestreos geoquímicos de agua y fondo marino y la perforación de algunos pozos exploratorios. Empero, cabe aclarar que casi todos estos métodos exploratorios son indirectos, por lo que no permiten estimar reservas probadas ni probables, sólo recursos prospectivos.
A partir de estudios exploratorios realizados durante la última década con métodos indirectos, como los mencionados anteriormente, Pemex ha propuesto varias estimaciones de “reservas” (sic) de diferentes magnitudes: por ejemplo, desde cerca de 20,000 millones de barriles (Mb) hasta 131,000 Mb. También, últimamente se ha anunciado la existencia de 54,000 Mb en el Golfo de México, particularmente en aguas profundas, con tirantes de agua mayores a 500 y 1000 metros. Sin embargo, es necesario aclarar que este tipo de estimaciones de montos de “reserva” son meramente especulativas, ya que no se han utilizado métodos tecnológicos directos para su evaluación (v. gr. pozos, cuantificaciones volumétricas y muestreos geoquímicas de roca generadora o almacén). Sólo se han estimado indirectamente algunos de los elementos y procesos de los sistemas petroleros posiblemente existentes y activos en el Gofo de México profundo. En último caso, se podrían nominar como recursos prospectivos solamente.
Figura 1.- Carta de la distribución de cuencas petroleras de México, zona
de alta termicidad y de direcciones de migración de hidrocarburos maduros
En este mismo tenor, evaluaciones más consistentes realizadas por los geólogos de exploración en estas áreas de aguas profundas, sostendrían la hipótesis que los recursos potenciales o prospectivos serían muy inferiores a los 54,000 Mb publicados por Pemex y la Secretaría de Energía (SE). En este sentido, la estimación objetiva de los elementos y procesos de los sistemas petroleros del Golfo de México por métodos geológico-geofísicos también arrojarían montos similares de recursos prospectivos, además de que los potenciales yacimientos petroleros activos se encontrarían hacia la periferia del Golfo de México, es decir, tanto en profundidades someras sobre la plataforma continental (como es el caso de la Sonda de Campeche ya conocida) o en áreas situadas mar adentro, hasta la profundidad de 1,000 a 1,500 metros de tirante de agua. Por ahora ?con las actuales condiciones del mercado petrolero mundial y de precios internacionales del barril de petróleo en plena crisis financiera global? las aguas profundas del Golfo de México de más de 1,500 metros y hasta más de 3,000 carecerían de sentido y objetivo petrolero tangible para llevar a cabo una actividad exploratoria que conllevaría varios años y que, además, sería muy onerosa.
Argumentando aún más el discurso anterior con algunas estimaciones técnicas de carácter geológico-petrolero, y que irían en contra de la existencia de grandes yacimientos comerciales en aguas profundas del Golfo, se podrían enunciar las certidumbres siguientes:
(1) La inexistencia de rocas generadoras con facies orgánicas totalmente apropiadas (o características idóneas, según sus ambientes de depósito) para la generación de hidrocarburos a profundidades mayores a 1,500 metros de tirante de agua;
(2) Las probables rocas almacén (del Cretácico o Cenozoico), en esas áreas tendrían muy poca capacidad de almacenamiento ?baja porosidad y permeabilidad? debido a sus condiciones físicas de depósito y ambiente sedimentario;
(3) Según los datos existentes y los modelos y simulaciones numéricas realizadas, la historia térmica o termicidad de las rocas en las áreas profundas del Golfo habría sobremadurado o “quemado” la materia orgánica ?precursora de los hidrocarburos? en las rocas generadoras del Jurásico, principalmente durante el Terciario Superior y Cuaternario. O bien, los posibles hidrocarburos generados durante las primeras etapas de evolución geológica habrían migrado hacia las estructuras estratigráficas situadas en la periferia del Golfo, mas no hacia las áreas profundas, (cf. Figuras 1 y 2).
Figura 2.- Corte geológico a través del Golfo de México, mostrando las zonas de la plataforma continental,
la parte profunda del golfo, las rocas generadoras y la migración preferente de los hidrocarburos.
(4) Así, los hidrocarburos generados, y posteriormente entrampados, durante la evolución geológica, se encontrarían, según su lógica geopetrolera, hacia los bordes del Golfo, o sea, hacia las áreas de plataforma continental y de áreas someras (Figuras 2 y 3).
(5) Las principales trampas estratigráficas, y sobre todo estructurales, susceptibles de entrampar hidrocarburos se encontrarían, también, hacia la periferia del Golfo de México, mas no en las aguas profundas sensu stricto. Es decir, de haber habido generación y por ende migración de hidrocarburos en las áreas centrales (profundas) del Golfo, los hidrocarburos habrían ido a entramparse hacia aquellas estructuras y trampas situadas en tirantes de agua muy inferiores.
Por ello, la ubicación de oportunidades exploratorias fundamentalmente se encuentra en las áreas cercanas a la costa y sobre la plataforma continental, con tirantes de agua someros y medianos (cf. Figura 3).
Por lo mostrado anteriormente es muy arriesgado, y sólo especulación, hablar de una “reserva” del monto antes mencionado (54,000 Mb) para el Golfo de México; más aún cuando no se han llevado a cabo estudios directos para su evaluación y cuantificación. Las evidencias geológicas antes anotadas y la situación económica del país aconsejan la mayor prudencia. Por tanto, las reservas más grandes y susceptibles de ser aún encontradas y explotadas serían las de la plataforma continental marina con profundidades no mayores a 1,500 metros de tirante de agua (como actualmente son los casos de la Sonda de Campeche, Lankahuasa, Coatzacoalcos Marino, zona exterior de la cuenca de Burgos, Cordilleras Mexicanas, etc., Figuras 1 a 3).
Algunas implicaciones
Por otro lado, las reservas totales actualmente estimadas por Pemex ?al 1 de enero de 2008?, de un monto de 45,858.8 Mb (que incluyen las reservas probadas de 13,161.8; las probables de 15,452.0; y las posibles de 17,245.0 Mb), se ubican solamente en tierra (cuencas de Sabinas, Burgos, Tampico, Veracruz, del Sureste, Chiapas) y en la Sonda de Campeche. Estas áreas no son de aguas profundas. Es decir, al desarrollar las reservas probables y posibles actualmente existentes y cuantificadas en estas regiones, y llevarlas a incorporación como probadas, México tendría suficientes hidrocarburos para su desarrollo mediato, antes de ir hacia la explotación en aguas profundas. Sólo se requiere instrumentar estrategias tecnológicas adecuadas en exploración, recursos y tecnología convencional ?que ya poseen Pemex y el IMP? y, fundamentalmente, voluntad política con sentido nacional de parte del gobierno y del sector energético. Además de esto, la inversión necesaria para la incorporación y el desarrollo de tales reservas es diferencialmente menor que la requerida para explorar y desarrollar campos en aguas profundas, con la ventaja adicional que la producción de hidrocarburos y la recuperación de inversión es relativamente rápida en las áreas conocidas. Esta alternativa es ahora estratégica, cuando la producción nacional ha disminuido drásticamente y es urgente encontrar el relevo de Cantarell.
Figura 3.- Áreas de acumulación de hidrocarburos (o de oportunidad exploratoria)
en la plataforma continental y en las cuencas petroleras tradicionales ya conocidas.
Desde luego, no se soslaya la realización de investigaciones de exploración preparatorias y prospectivas hacia las aguas profundas sin, por ahora, implicar enormes presupuestos. Cabe mencionar como ejes en ese sentido no sólo la exploración de hidrocarburos, sino la de hidratos de metano, los cuales podrán ser la fuente y la base de una nueva era del gas natural y de producción de hidrógeno como vectores energéticos para el futuro inmediato y mediato de México.
Es urgente y primordial que Pemex Exploración y Producción se enfoque hacia la intensificación de sus actividades exploratorias y de incorporación de reservas, para lo cual es fundamental que la Secretaría de Hacienda no confisque sus ingresos y se instrumente la inversión productiva hacia su operación y desarrollo. Igualmente, es impostergable reformar y modernizar a Pemex y al IMP, pero en la visión y misión preconizadas por el Artículo 27 Constitucional y su Ley Reglamentaria. Las actividades exploratorias son exclusivas del Estado mexicano, pero en su digno papel como representante de la Nación, la cual merece y tiene el derecho de conocer toda verdad sobre su patrimonio petrolero.
* Ex investigador del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), miembro del Sistema Nacional de Investigadores y consultor en Geología y Recursos Energéticos (soarenoir12@yahoo.fr )