Stan quería cambiar el mundo y lo logró. Hoy, los materiales solares flexibles de película delgada ofrecen la esperanza del desarrollo masivo de la energía solar.
Harley Shaiken*
Conocí a Stanford Ovshinsky a principios de los años sesenta. Yo tenía 15 años y Stan ?como a él le gustaba que se le llamara? era la persona más extraordinaria que yo había conocido. Era un científico y un inventor brillante, quien apasionadamente quería cambiar el mundo. Y ahora, casi cinco décadas después, yo no modificaría esa evaluación, excepto para agregar que ya logró cambiar el mundo en formas extraordinarias.
Uno puede tener una idea de cómo es Stan al visitar su lugar de origen, un lugar cálido y hermoso a la orilla de un pequeño lago al norte de Detroit. Entre las muchas fotografías en toda la casa que brindan una crónica de su asombrosa vida, quisiera hacer mención de tres de ellas. La primera es una fotografía de I.I. Rabi, el gran físico ganador del Premio Nobel, la cual tiene una cálida dedicatoria a Stan. La segunda muestra a Lázaro Cárdenas, el presidente más querido del México moderno, cuando firmaba un decreto de reforma agraria en los años 1930, mientras que tres campesinos lo miran con atención. La tercera es de una cena, donde Stan se encuentra con Rosa Parks, la heroína del movimiento de los derechos civiles. Estas fotografías subrayan tres aspectos fundamentales que han marcado toda la vida de Stan: su genialidad científica, su visión social y su valor moral.
La obra científica de Stan ha forjado caminos. Rabi, el ganador del Nobel, se refirió a su contribución a la ciencia como “imponente y monumental”. Cuando se le preguntó a Rabi si Stan era otro Edison, contestó: “es un Ovshinsky y es brillante”. Un perfil en la revista de The New York Times en 2008 lo definió de esta manera: “Ovshinsky es un pensador de sistemas, ?que imagina una visión del futuro como debe ser? y luego inventa las herramientas científicas y la magia tecnológica que se requieren para darle vida”.
Stan empezó su carrera trabajando en la automatización. A partir de ahí, se puso a hacer trabajos originales, altamente valorados, sobre el tratamiento de la esquizofrenia con drogas orgánicas. A mediados de los años 1950, cambió de enfoque nuevamente y empezó a definir la ciencia y la tecnología de los materiales amorfos o desordenados. Los descubrimientos de Stan no fueron recibidos precisamente con los brazos abiertos. De acuerdo con Dave Adler, quien era un físico de gran renombre en el Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), “casi todos los físicos creían que los semiconductores amorfos no podían siquiera existir”. Los trabajos de Stan, sin embargo, abrieron una nueva pista y ese campo que no podía existir es conocido hoy día como Ovonics, formando la base para un “circuito solar de hidrógeno” capaz de captar y almacenar la energía del sol y crear una red de energía libre de carbono. El resultado podría definir nuestros tiempos como la Era del Hidrógeno.
Energy Conversion Devices, la compañía que Stan y su difunta esposa Iris fundaron en un almacén en una zona deteriorada de Detroit en el año 1960, atraía a las mentes más iluminadas de todo el mundo. Para Helmut Fritzsche, un amigo cercano y ex catedrático del departamento de física de la Universidad de Chicago, sus laboratorios se convirtieron en “una meca para muchos de nosotros en Stanford, Harvard, MIT, Penn State y Chicago”. Stan supo convertir sus avances científicos en tecnologías impresionantes, entre ellas, las máquinas capaces de elaborar láminas kilométricas de material solar flexible de película delgada; las baterías de hidruro de níquel-metal, como las que impulsan casi todos los vehículos híbridos comerciales que se venden hoy día; el almacenamiento de hidrógeno en estado sólido; y los innovadores chips de memoria.
Autodidacta y genio
Lo que hace que estos logros sean aún más extraordinarios es el hecho de que Stan realizó todo este trabajo de pionero sin contar con credenciales formales. Nacido y criado en Akron, Ohio, hizo lo que podría llamarse “trabajo de posgrado” en la biblioteca pública durante la noche. La importancia de su trabajo por fin ha comenzado a recibir un amplio reconocimiento. La Sociedad Química de Estados Unidos lo nombró a él y a su esposa Iris “Héroes de la Química 2000” por sus contribuciones “significantes y duraderas al bienestar humano global”. Stan es fellow de la Sociedad de Física de Estados Unidos y de la Sociedad Americana para el Avance de la Ciencia y ha ganado innumerables premios por su investigación científica y sus logros tecnológicos.
El trabajo técnico de Stan se nutre de su visión social: él quiere crear un mundo mejor. La viuda del Presidente Lázaro Cárdenas le regaló a Stan la fotografía de su esposo como reconocimiento de lo que su trabajo significa potencialmente para México y para América Latina. De hecho, Stan con frecuencia muestra una foto de una mujer maya que escala un cerro en la selva tropical de Chiapas, mientras carga a un niño en su pecho y un rollo de película solar flexible en su espalda. “Ella está envuelta en el futuro”, señala. Stan no sólo ve lo que la electricidad podría significar para los aldeanos de Chiapas, sino que imagina nuevas y dinámicas industrias capaces de impulsar el desarrollo de México.
Stan enfatiza la urgencia de desarrollar e implementar el “circuito solar de hidrógeno” por tres razones: el espectro del calentamiento global, la geopolítica de los combustibles fósiles y las posibilidades de que nuevas industrias generen empleos. Él argumenta que nuestra dependencia continua de los combustibles fósiles nos ha colocado al borde de un daño irreversible al planeta. El economista William Cline señala que, de acuerdo con escenarios plausibles, “las emisiones globales de bióxido de carbono se duplicarán aproximadamente en el año 2050 y se cuadruplicarán en el 2100”. Una consecuencia especialmente dañina es que el potencial agrícola podría desplomarse en 20 ó 25 por ciento en América Latina y África de aquí a la década de los 2080, propiciando una nueva era de hambre y dislocación a nivel global.
Hidrógeno, acoplado al universo
Una preocupación igualmente grave es la geopolítica de los combustibles fósiles: la creciente demanda y el decreciente acceso al petróleo genera situaciones de conflicto y guerra, que no es un tema abstracto en el mundo actual. La abundancia del hidrógeno elimina un factor incendiario muy volátil entre las naciones. “Estás desacoplado de los combustibles fósiles y te acoplas a los orígenes del universo”, dice Stan. Además, la producción y la instalación del “circuito de hidrógeno” podría crear millones de empleos. En América Latina, las nuevas industrias podrían impulsar el desarrollo y, en Estados Unidos, impulsarían la prosperidad. The New York Times publicó un artículo de primera plana en abril del 2008 sobre dos comunidades en Michigan, una que está soportando el trauma de una planta industrial que se cierra y la otra que está mirando hacia la creación de empleos gracias a las nuevas plantas de energía solar construidas por la compañía que fundó Stan.
Toyota Prius impulsado por hidrógeno.
El tema del valor moral sobresale en la fotografía en la que Stan está cenando con Rosa Parks in Detroit. Así como Stan ha estado dispuesto a trabajar él solo con el fin de desarrollar principios científicos y tecnológicos, ha sido igualmente valiente en la defensa de los valores medulares de una sociedad democrática. Él estuvo presente cuando se organizaron los sindicatos en los años 1930; cuando Rosa Parks se negó a ceder su asiento en la parte delantera del camión, comenzando de golpe el movimiento de los derechos civiles en los años 1950; y también cuando los principios democráticos estaban bajo asalto en los 1960 y 1970. Su compromiso con las libertades civiles y con los derechos humanos lo caracteriza como persona, como ciudadano y como científico, y él no establece ninguna diferencia entre estos distintos papeles.
Trabajar por un mundo mejor
Su compromiso de trabajar por un mundo mejor y más democrático animó su trabajo sobre la energía alternativa a principios de los 1960. En retrospectiva, se requirió una visión inusual para poder fundar una compañía con un nombre como Energy Conversion Devices años, si no es que décadas, antes de que la amenaza de la escasez de petróleo y el cambio climático empezaran a moldear nuestras vidas. Stan dice que no le importa que lo llamen visionario, con tal de que no le digan soñador. Después de todo, él ha producido las máquinas y los productos que han convertido su visión en algo sólido y funcional.
Durante toda su vida, Stan ha mostrado un fuerte optimismo, pero también es realista. En vez de ser aplastado por la realidad, ha procurado emplear su optimismo y sus dones únicos para crear un mundo mejor. Parafraseando las palabras del gran dirigente obrero norteamericano Eugene Debs, “La cruz se está doblando, ya pasó la medianoche y la alegría llega con la captación del sol”.
Stanford R. Ovshinsky
l Es ingeniero, inventor y físico, autodidacta, de origen judío americano-lituano, nacido en 1923.
l Posee más de 350 patentes.
l Desarrolló materiales semiconductores del silicio amorfo hidrogenado, que dieron auge a nuevas ramas de la ingeniería de materiales, ayudando en el desarrollo de semiconductores, energía solar y vehículos eléctricos-híbridos.
l Estos materiales se emplean en fotocopiadoras, máquinas de fax y pantallas LCD. Es creador de los chips de memoria hoy utilizados en los teléfonos celulares.
l Inventó la batería de hidruro de níquel-metal (NiMH), que impulsa el Toyota Prius y casi todos los vehículos híbridos que hoy existen, y que se utiliza como pila recargable en los teléfonos celulares y las cámaras digitales.
l Su empresa, Energy Conversion Devices, Inc., opera cuatro instalaciones productoras de páneles solares flexibles de película delgada.
l Desarrolló el almacenamiento de hidrógeno en estado sólido.
Es profesor clase de 1930 de letras y ciencias y es catedrático del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de California, en Berkeley, Estados Unidos (hshaiken@berkeley.edu ). Este artículo se publicó originalmente en inglés en la revista “Berkeley Review of Latin American Studies” (primavera de 2008) y fue traducido y reproducido con el permiso de su autor.