Sí a la apertura México no cuenta con los marcos de investigación y desarrollo en ingeniería
que pueden establecer la relación entre la ciencia básica y la tecnología.
Sergio ArreguÍn ZÁrate*
La ciencia y la tecnología del petróleo constituyen una de las actividades más complejas que se ha desarrollado en los últimos cien años. Como ciencia es indudablemente una de las más interdisciplinarias. En ella intervienen todas las ciencias básicas y la mayor parte de las ingenierías. Sin embargo, la investigación científica y tecnológica, indispensables para emprender la competitividad en este campo, se han estancado en el impulso a las empresas nacionales descentralizadas
Hay una brecha tecnológica que se abre continuamente y nos aleja de los avances en los países desarrollados. Nuestra industria es de maquila con procesos patentados del extranjero y una fuerte captación de capital exterior. Nuestra economía depende del ensamble de productos acabados, exportación de materias primas, servicios y turismo, pero no de una industria nacional de transformación.
En el ámbito de la academia pública, los científicos en ingeniería acaban por ser absorbidos en labores administrativas mejor remuneradas que las devengadas por la verdadera investigación. Se gratifica al seguidor de los formalismos propios de la institución, al oportunista, al que está bien relacionado.
Si México es el paraíso del monopolio, en el quehacer científico de la ingeniería no se da la excepción. Los equipos de científicos producen conocimiento en áreas afines que conforman los intereses propios del grupo. Imponen proyectos que no traslapan las necesidades industriales del país. Su producción de ciencia surge de la motivación de competir con temáticas de vanguardia a nivel internacional que seducen a la administración pública, pero discrepantes o veces intangibles e inasequibles para solucionar los problemas emergentes de la Nación.
Se requiere de la asociación con empresas extranjeras en la explotación del petróleo, porque no contamos con una infraes-tructura científica adecuada y mucho menos con los marcos de investigación y desarrollo en ingeniería que pueden establecer la relación entre la ciencia básica y la tecnología. No existe el prominente suceso dentro de esta cadena: la experimentación a escala piloto y, por tanto, la obtención del modus operandi (know how) adquirido además de con recursos y conocimiento, con una ardua disciplina al trabajo que rebase los ritmos a los que labora la industria mexicana para poder fortalecerla y no la contrastante burocracia permeante en los centros de investigación.
No estamos capacitados para absorber dentro de un lapso razonablemente corto la toma de decisiones, ni siquiera en técnicas, ni mucho menos aptos para participar con posibles innovaciones nacionales en tecnología de punta petrolera. Una cosa es ser usuario de la tecnología y otra ser un creador de ella. En la industria petrolera actual hay operarios y reparadores, pero difícilmente como ingenieros mexicanos sabemos crear y diseñar procesos de alta tecnología que exige la competencia de una economía global en la que estamos inmersos.
Las disminuciones en la producción nacional petrolera son alarmantes. No hay ya mucho tiempo para definir nuestro porvenir. En exploración, explotación y refinación, es mas convincente optimizar la compra de tecnologías minimizando costos mediante servicios tecnológicos eficientes y es más factible adquirir servicios tecnológicos bien identificados con enfoques susceptibles a innovaciones futuras congruentes con las necesidades particulares del medio, en comparación con la decisiva de largo plazo de realizar, por sí solos como país, la formación de recursos humanos y la adquisición tecnológica.
Por tanto, hay que marcar las restricciones en las que se debe dar la apertura a empresas y capitales extranjeros para no dañar a la Nación:
? Imponer la asociación de empresas mexicanas a las extranjeras.
? Condicionar la obligatoria participación de recursos humanos nacionales al máximo con el fin de capacitar.
? Obligar a las empresas extranjeras a permitir proveedores de insumos y componentes, así como subcontratistas, nacionales.
? Liderazgo estatal.
? Articulación de la educación en los procesos de desarrollo petrolero.
Los mediadores entre la tecnología aplicada y las instituciones, además de estar capacitados, deberán contar con filosofías y principios del más alto nivel ético para vigilar y auditar los recursos otorgados y discernir entre la variedad de modelos científicos propuestos por los investigadores, las ofertas otorgadas por inversionistas y las necesidades empresariales.
? Integrar la ciencia y la tecnología al desarrollo petrolero fomentando una actitud de compromiso, aceptación de retos y resultados que redunden en la cristalización de productos útiles y económicamente viables así como soluciones a problemas de ingeniería relacionadas con área críticas del desarrollo industrial.
*Ingeniero mecánico electricista de la UNAM. Ha laborado en la industria del plástico y
embotelladora de agua. Es asistente técnico de doctorante en ingeniería. (sergarreza@gmail.com ).
No a la apertura
Se requiere una verdadera política de Estado en energía para dejar
de entregar la industria y la renta petrolera a intereses transnacionales.
Salvador OrtuÑo Arzate**
Es urgente revocar la propuesta de privatización -mal llamada “reforma energética”- presentada por el gobierno y conformar la contrapropuesta para redireccionar y reencauzar el sentido y objetivos de Petróleos Mexicanos (Pemex) escritos en nuestra Carta Magna. Así, podrá recuperarse y fortalecerse la vida y el futuro de Pemex, del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) y del sector energético en su conjunto. La restauración y rescate del IMP requieren, además, urgentemente:
a.- Incrementar el presupuesto para operación y crecimiento;
b.- Disminuir la carga administrativa y el gasto corriente;
c.- Recomponer la plantilla del personal especializado, fomentando la capacitación y actualización científico-tecnológica;
d.- Mejorar estímulos salariales del personal especializado;
e.- Mejorar y optimizar la relación con Pemex, en vías de aumentar la participación del IMP en la investigación, la operación y las decisiones técnicas estratégicas;
f.- Disminuir, paulatinamente, la participación (número y montos de contratos) de las compañías transnacionales de servicio en Pemex, en aras de una mayor participación del IMP, implementando políticas efectivas de investigación y desarrollo tecnológico en vinculación directa con la problemática operativa;
g.- Realizar diagnósticos reales y actualizados de las necesidades científicas y tecnológicas de Pemex para instrumentar políticas eficientes de desarrollo tecnológico, evitando o disminuyendo la dependencia técnica respecto de las compañías de servicio extranjeras; asimismo, desarrollando políticas de inteligencia tecnológica, actualización y administración del conocimiento en relación directa con las necesidades de la industria petrolera;
h.- Reforzar y recrear la vinculación científico-tecnológica del IMP con las instituciones de investigación aplicada, tanto nacionales como internacionales;
i.- Detentar la responsabilidad y autonomía para dictar las estrategias y políticas en materia de investigación y desarrollo tecnológico integral para la industria petrolera, en coordinación con las entidades del sector energético gubernamental.
Éstas y otras propuestas esenciales deberían ser instrumentadas, para el IMP, en el marco de una verdadera reforma energética, que avance hacia el futuro y no regrese el país a los años anteriores a 1938. Tal reforma debería ser acorde con las necesidades del país y de los mexicanos, mas no según los compromisos e intereses de los grupos políticos en el poder.
La situación de postración y abandono en que se encuentra el IMP es el resultado de las agresivas políticas neoliberales y del despilfarro de recursos que han deteriorado a PEMEX, y que lo tienen al borde del caos financiero y técnico. Por estas causas, el Instituto ha visto afectada su materia de trabajo, ya que la operación, los estudios y proyectos, así como las decisiones de la “cartera de negocios” de Pemex están ahora en manos de las compañías transnacionales o sus prestanombres.
Con propuestas privatizadoras, que enajenan las funciones estratégicas reservadas a la Nación, se cometen actos de latrocinio contra el patrimonio de los mexicanos y de las futuras generaciones. Se marcha a contrasentido de una verdadera política de Estado en materia energética. Se entregan los recursos energéticos estratégicos, las decisiones, la industria y la renta petrolera a intereses transnacionales, cuando, al contrario, la renta petrolera debería utilizarse en inversión productiva, una parte de la cual incluye el desarrollo tecnológico y de investigación científica de los hidrocarburos; su garante, no se olvide, es el IMP.
Por otro lado, la supuesta falta de recursos financieros y tecnológicos ?en Pemex y el IMP?, esgrimida por los promotores de la privatización, no es más que un argumento mendaz, cuando precisamente han sido los últimos gobiernos ?priístas y panistas-, los causantes del desastre financiero y administrativo de la industria petrolera, de su rezago tecnológico y la depredación de las reservas.
En una verdadera política energética pública de Estado, las entidades del sector (Sener, Cre, Pemex, IMP, CFE y LyFC) estarían convocadas a jugar un honroso papel en beneficio del país. Esto debe quedar claro: las instituciones y paraestatales del sector de la energía son los fundamentos estratégicos del Estado, de honda raíz histórica, social, económica y política. Atentar contra la esencia de la Nación es ignominioso acto de lesa mexicanidad.
Aún es tiempo de rescatar al IMP y de salvar y restaurar la industria petrolera nacional. Es urgente una verdadera propuesta energética que restituya a la Nación el ejercicio de su soberanía y patrimonio. El futuro, irremediablemente, nos llamará a cuentas.
** Ex investigador del IMP, miembro del Sistema Nacional de Investigadores
y consultor en Geología y Recursos Energéticos. (soarenoir12@yahoo.fr )