Duncan Wood / Pulso Energético
Cuando se negoció por primera vez el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México buscó capturar los beneficios de las reformas económicas y la liberalización que sucedieron a finales de los años 80 y principios de los 90. Al firmar un acuerdo que tiene el estatus legal de un Tratado en México, la administración de Salinas de Gortari proporcionó certeza y estabilidad para los inversionistas que buscaban aprovechar la nueva base manufacturera de México. El 16 de agosto de este año, cuando negociadores de México, Canadá y Estados Unidos se sienten para iniciar conversaciones, también tendrán la oportunidad de capturar las recientes ganancias de México que son de enorme interés para todos. Una prioridad debe ser defender las reformas ?ganadas con esfuerzo? de México en su sector energético.
Desde la inauguración del presidente Donald Trump en enero de este año, ha surgido un amplio movimiento que pretende defender dos décadas de libre comercio en la región e insistir en la urgencia de “no hacer daño” en el proceso de renegociación. Esto se ve, quizás, más claramente en el cambio de lenguaje: lo que solía ser discutido en términos de renegociar un acuerdo comercial (que el Presidente Trump afirma ser el peor acuerdo comercial firmado por los Estados Unidos) ahora se ve como una oportunidad para modernizar un vejestorio de los acuerdos comerciales, para que refleje de forma más exacta las necesidades y prioridades de la economía del siglo XXI.
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