México tiene la oportunidad de abrirse a nuevas opciones tecnológicas.
Irene Hernández *
(Artículo publicado en la edición noviembre-diciembre 2017 de la revista “Energía a Debate”).
Las reservas mexicanas de hidrocarburos han declinado de manera notoria. Así también, la importación de gas ha crecido, rebasando ya el 80% del total del consumo, lo que ya marca una dependencia preocupante de este combustible.
La Reforma Energética significó un paso fundamental hacia la modernización de México y las rondas petroleras hasta ahora realizadas han preparado el camino para consolidar los conocimientos y mejores prácticas con base en la experiencia de empresas que nuestro país está atrayendo por medio de dichas licitaciones.
En busca de una certidumbre energética
Al respecto, una futura licitación para la explotación de recursos no convencionales dentro de la Ronda Tres representa un eslabón importante que busca potenciar la producción de gas natural con la extracción de gas shale mediante la técnica de fracking y, con ello, apuntalar la seguridad energética que respalde el consumo nacional.
Hoy, México se ubica en el sexto lugar mundial por sus recursos prospectivos de gas shale, que ascienden a 545 billones de pies cúbicos, de acuerdo con la Energy Information Administration de Estados Unidos [2015].
Las reservas de petróleo y gas han ido descendiendo durante los últimos 14 años. En particular, las reservas probadas y probables (2P) de gas natural bajaron 12.4% del primero de enero de 2016 a la misma fecha de 2017, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos.
Políticas claras y transparentes
La licitación en puerta en la Ronda Tres -ahora prevista para 2018, ya que se difirió la original licitación 2.5- permitirá atraer las inversiones para explotar los recursos adecuadamente, ya que es necesaria una infraestructura tecnológica cuya integración resulta más eficiente mediante este tipo de licitaciones, pues su costo puede ser muy elevado durante las etapas de exploración y desarrollo. Esto requiere de políticas claras que transparenten su aprovechamiento, que permitan incorporar a empresas de diversos sectores productivos y alinear sus intereses.
Una de las afectaciones que se ha visualizado respecto a este tipo de desarrollos es el impacto que tendrá sobre las tierras con actividades agrícola y ganadera, en donde se perforen los pozos para extraer el gas natural, crudos y condensados, ya que los ejidatarios tendrán que vender o rentar sus propiedades (incluso llegando a la expropiación) en aras del interés nacional.
Cuestiones Medioambientales y una regulación efectiva
Otro aspecto es el debate sobre el proceso de extracción no convencional del gas shale con el uso del fracking, por el riesgo de potenciales afectaciones medioambientales relacionadas con el método de fractura hidráulica: contaminación de mantos freáticos, uso excesivo de agua en competencia con ejidos circundantes, fisuras en el subsuelo, polución del aire, emisiones de metano o sismicidad inducida.
Sobre su regulación, apenas el 15 de marzo de 2017 se presentó el marco respectivo. Es una oportunidad para aplicar y vigilar que las disposiciones en la materia se cumplan, así como todas las etapas del aprovechamiento de gas shale. La Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente jugará un papel fundamental en la certidumbre jurídica y ambiental para los inversionistas y la comunidad en general.
Rentabilidad y la oportunidad de madurar La rentabilidad es otra de estas aristas.
No olvidemos que México necesitará la tecnología y el expertise de los ganadores de las licitaciones. No se esperan grandes ganancias inmediatas y los precios del dólar y crudo serán un factor muy importante en este desarrollo hacia una industria sólida.
Esta es una oportunidad para México.
Reconocer que los tiempos de bonanza acabaron nos abrirá nuevas rutas hacia la apertura del país a novedosas formas de hacer las cosas, incluyendo la innovación tecnológica, y de aprender de la experiencia de otros, lo que contribuirá a la madurez energética que estamos buscando.
* Socia líder de Energía, PwC México.