Los vehículos livianos del futuro podrán ser en gran parte eléctricos, pero los barcos y transatlánticos podrán funcionar con gas natural.
(Artículo publicado en la edición noviembre-diciembre 2017 de la revista “Energía a Debate”).
Recientemente participamos de un importante evento de energía en Panamá con el objetivo de visualizar las implicaciones de la pronta llegada del gas natural (GNL) a este país y Centroamérica. Los menos argumentaban que era muy tarde, pero la realidad nos demuestra lo contrario. El gas natural será el energéti co de transición del siglo XXI. Analicemos por qué.
El planeta se está preparando para girar muy decisivamente a funcionar en base a electricidad, con energía hidráulica, solar y eólica, con baterías de almacenamiento de respaldo y con redes inteligentes más robustas, eficientes y dinámicas, que serán disruptores y complementos para ir dejando atrás combustibles fósiles como el carbón en la generación eléctrica y los derivados del petróleo en el segmento transporte.
Inglaterra y Francia han anunciado que no podrán circular vehículos con derivados del petróleo después del 2040. California, a decir, la cuarta economía mundial, con su sistema de créditos e incentivos, acaba de aprobar un fondo de 3 mil millones de dólares para que ciudadanos de escasos recursos puedan adquirir vehículos eléctricos y para fomentar más estaciones de carga en todo el Estado. China, el país que más demandará vehículos, está analizando una serie de medidas para acelerar la entrada de vehículos eléctricos.
Varios otros países estudian políticas públicas en este mismo sentido.
Con estas medidas, a los fabricantes de automóviles no les queda más que invertir ingentes cantidades de recursos económicos en investigación tecnológica para bajar costos y subir eficiencia en los rendimientos de los futuros vehículos eléctricos. Todo indica que ese es el derrotero por ahora y que caminamos hacia el principio del final de la era del petróleo.
La pregunta que surge inmediatamente es de dónde saldrá la oferta eléctrica necesaria para atender las necesidades de crecimiento de generación tradicional y ahora para el segmento vehicular.
Es muy cierto que las energías renovables con sus eficiencias y el acoplamiento de baterías de almacenamiento y redes inteligentes son una parte de la solución de la oferta eléctrica necesaria, pero el gas natural cumplirá un rol fundamental en esta transición.
El gas natural es abundante. Existen reservas probadas mundiales cercanas a los 6,055 trillones de pies cúbicos (TPC) que alcanzan para 54 anos. Si agregamos que hay recursos técnicamente recuperables de shale gas cercanos a los 7,300 TPC, existe gas natural para 110 años y hay mucho por descubrir y destrabar.
De los combustibles fósiles que consumimos (carbón, petróleo y gas natural), el gas natural contribuye y emite mucho menos CO2 en la combustión y es una solución para la descarbonización del planeta Tierra y para los acuerdos logrados en París en materia climática. El gas natural es tremendamente eficiente para generar energía eléctrica en plantas de ciclo combinado, llegando a recuperarse cerca del 65 a 70% de la energía que se inyecta. Estas plantas de ciclo combinado son además extremadamente competitivas en inversión inicial, en sus costos de operación y son muy flexibles para apoyar a respaldar a energías renovables intermitentes como agua, eólica y solar.
Existe una robusta infraestructura desarrollada para transportar y comercializar gas natural por gasoductos y también como GNL. El número de países que utiliza GNL se ha incrementado notablemente en los últimos tres años. La nueva oferta de GNL de Catar, Australia y más recientemente en los Estados Unidos de Norteamérica está permitiendo mayor flexibilidad en el suministro, gozar de precios mucho más competitivos y nuevos marcadores de precio mejorando las condiciones de competitividad para el gas natural. El GNL ya aterriza en una serie de países que no cumplen los denominados “investment grade” y que eran un mandato en esta industria hasta hace muy poco.
Finalmente, del evento en Panamá quedó muy claro que los vehículos livianos del futuro podrán ser en gran parte eléctricos. Empero, el transporte pesado y maquinaria pesada tendrán al mini GNL como una fuente alternativa eficiente y con gran autonomía en el suministro. De la misma manera nadie visualiza barcos y transatlánticos eléctricos, sino los mismos funcionando con GNL en el futuro.
Por lo anotado, el gas natural y el GNL tienen un promisorio rol que cumplir en la transición a un planeta más eléctrico.
* Ex ministro de Hidrocarburos de Bolivia y ex secretario general de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE). Actual Socio Director de Gas Energy Latin America (GELA) y Drillinginfo