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Es positiva la decisión de Andrés Manuel López Obrador de mostrar sus cartas y revelar su “gabinete”, pero su propuesta de convertir a su coordinadora de los diputados de Morena, Rocío Nahle, en su futuro Secretaria de Energía cayó como balde de agua fría en la industria energética nacional. Lo mismo su propuesta de descentralizar la Secretaría de Energía, CFE y Pemex al sureste del país.
Rocío Nahle es una profesionista reconocida, aguda y aguerrida, que ha promovido causas valiosas, como lo es la buena operación de las refinerías y petroquímicas de Pemex. Ella hizo carrera en las plantas de Coatzacoalcos y tiene razón al criticar el injustificable abandono de esas áreas de Pemex bajo el falaz argumento de que esa actividad industrial no es o no puede ser rentable en México.
El problema con Nahle es que ella ha mantenido una línea dura promonopólica y ha sido una férrea opositora de la Reforma Energética actual, que promete grandes inversiones en el país en los próximos años. Además, el sector energía hoy es muchísimo más que Pemex y sus refinerías.
Entonces, salvo que ella indique lo contrario, suponemos que intentará frenar o revertir esa Reforma, con sus contratos petroleros privados y con un amplísimo abanico de nuevos jugadores y opciones de marcas, subastas eléctricas y energía limpia, que apuntan a una transición energética que brindará competitividad al país e irá reduciendo cada vez más el rol de los combustibles fósiles.
AMLO y Nahle defienden a Pemex y deberían poder lograr una mejor gestión en Pemex que el gobierno actual. La Reforma Energética no ha cumplido cabalmente uno de sus objetivos: el de fortalecer a Pemex, darle autonomía y crear una amplia gama de coinversiones con empresas privadas. Pero hay que profundizar en ese propósito y, a la vez, respetar los contratos petroleros privados.
Es poco viable construir refinerías, como quiere AMLO, con escaso dinero público. Más bien, se requiere una reingeniería técnica, financiera y laboral para que las refinerías existentes sean rentables, además de esquemas creativos de alianzas con socios capitalistas para modernizarlas, ampliarlas y complementarlas.
Y hay que combatir la corrupción en Pemex. Al parecer, Nahle iría al fondo del caso Odebrecht. ¿Haría lo mismo con el sindicato? ¿AMLO castigaría a los corruptos, o les ofrecería amnistía igual que a los narcos?
La propuesta de AMLO para descentralizar el Gobierno Federal es un conjunto de ocurrencias, bien intencionado, pero capaz de desquiciar la vida nacional. En particular, su idea de llevar la sede de la Secretaría de Energía a Villahermosa, la de CFE a Chiapas y la de Pemex a Ciudad del Carmen es un desatino.
La Secretaría está muy bien en la capital, pero si acaso se quisiera reubicarla, debería ser hacia el norte, probablemente a Monterrey, que cada día más es el centro neurálgico de los mercados energéticos. Podría tener sentido reubicar la sede de Pemex a Villahermosa, y eso ya ocurrió en parte décadas atrás, y Pemex aún concentra su actividad en el Golfo y en el sureste. Pero no es razonable aislarla en el rincón del territorio que es Ciudad del Carmen.
Lo mismo con CFE. Es ilógico que los industriales del norte y del centro se tengan que desplazar al lugar más sureño del país para tratar asuntos de la industria eléctrica. Además, las hidroeléctricas de Chiapas ya no son un eje de crecimiento de CFE. Lo más al sur donde tendría sentido reubicar a CFE, en su caso, sería a Cuernavaca, donde ya se encuentra el Instituto Nacional de Electricidad y Energías Limpias (INEEL).
AMLO será muy petrolero de Macuspana, pero no entiende las nuevas y complejas realidades de la industria energética y es inaceptable su propuesta de reubicar todo el sector energía en el sureste. Y es inaceptable que Rocío Nahle sea Secretaria de Energía, si ella piensa dar marcha atrás a reformas que traen inversiones al sector. Le toca a ella aclarar y definir a detalle su posición al respecto.
David Shields es analista de la industria energética. Su e-mail es david.shields@energiaadebate.com