Léalo aquí en el periódico Reforma.
Las refinerías de Pemex son la parte obsoleta, no rentable, irremediable del negocio petrolero. Así nos han dicho los últimos gobiernos. Operan muy por debajo de su capacidad nominal, a veces sólo al 40 ó 50 por ciento. De plano, “no son negocio”, dijo el ahora Secretario de Hacienda. ¿Qué hacer? ¿Dejarlas morir y comprar toda la gasolina en el exterior?
El tema no es trivial, porque México ya importa el 70 por ciento de las gasolinas que consume, lo cual implica un riesgo de seguridad energética y una fuerte sangría de divisas -unos 20 mil millones de dólares al año-, factor que incide en el alto precio de la gasolina. Lo que se ingresa por la venta de crudo, ahora se gasta íntegramente para importar combustibles.
El problema parece ser de diagnóstico sencillo. Pemex ha sido y sigue siendo manejado con un criterio político y hacendario, no con un enfoque empresarial, por lo cual cada administración ha preferido producir y exportar petróleo crudo para obtener ingresos cuantiosos y rápidos, en vez de invertir en refinerías, que implican grandes inversiones y dejan beneficios en forma gradual, en un lapso de entre 6 y 30 años después de realizar la inversión.
Los beneficios han sido magros, porque las refinerías son operadas en forma ineficiente con una sobrepoblación de trabajadores sindicalizados. El resultado de esta política, que debió ser previsible años atrás, es que los mejores yacimientos petroleros del país se agotan y las refinerías de Pemex son incapaces de cubrir el consumo nacional. Mientras tanto, los dueños de las refinerías en la Costa del Golfo de Estados Unidos compran nuestro crudo con gran alegría y hacen un negocio redondo vendiéndonos cada vez más gasolina con márgenes muy atractivos.
La Reforma Energética no se ha ocupado de este problema. Ha abierto la logística y la comercialización de combustibles a nuevas marcas, pero casi no se ha promovido nada para crear o modernizar plantas de refinación. ¿Qué dicen los candidatos? Pepe Meade habla de recuperar “vigor petrolero” y “esplendor petroquímico”, pero no explica cómo. ¿Para él, sí sería negocio? Andrés Manuel dice que construiría dos refinerías, pero no se entiende su lógica de acabar así con la importación de gasolina en sólo tres años. ¿Y cómo construirlas con escaso dinero público?
Tiene poco sentido hablar de construir “nuevas refinerías”, sobre todo por la forma en que históricamente se ha administrado Pemex, porque no se construyen en menos de un sexenio. Además, varias armadoras ya están hablando de eliminar por completo la producción de automóviles con motores de combustión interna tan pronto como 2020 ó 2030. Países como Francia y Gran Bretaña han decretado que todos los automóviles deben ser eléctricos para el 2040. Así, para cuando estén construidas nuevas refinerías en México, la demanda de combustibles podría estar en pleno declive.
Lo anterior no obsta para realizar inversiones indispensables, como prioridad inmediata, para optimizar las refinerías de Pemex, asegurando eficiencia y rentabilidad en su operación, en lo técnico y lo laboral, además de buscar alianzas con socios capitalistas para reconfigurar o complementar procesos existentes, a fin de elevar la producción de gasolinas. Esto es esencial por la magnitud de las importaciones, que seguirán creciendo en el mediano plazo.
Como nos comentó Carlos Murrieta, director general de Pemex Transformación Industrial, “para un taxista, la prioridad no debe ser recorrer muchos kilómetros, sino ganar dinero. Igualmente, para un refinador, no debe ser producir muchos barriles, sino ganar dinero”. Con ese enfoque, recientemente se paró totalmente la refinería de Madero y se replantearon los esquemas de trabajo antes de arrancarla de nuevo. Es un paso en la dirección correcta, pero tampoco se puede exigir grandes resultados, si hay poca inversión.
Pero, sobre todo, México debe mirar al futuro e impulsar los coches eléctricos, cuya fabricación ya es prioridad en los planes futuros de Ford y de algunas otras armadoras que operan en el país.
David Shields es analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com