Se maneja la tesis de que se sobreestimó el crecimiento económico previsto en este sexenio por las reformas estructurales, en particular, la energética. Gobierno y analistas habían pronosticado un crecimiento del 5 por ciento anual en México, que sería atribuible a las reformas, pero en los hechos se ha observado un ritmo de poco más del 2 por ciento.
(Leer el artículo en el Periódico Reforma de hoy aquí ).
¿Por qué no llegó la expansión prevista? Para explicarlo, se baraja una multiplicidad de posibles factores: inseguridad, ciclo económico global, corrupción, Ayotzinapa, Trump, incertidumbre por el TLCAN, volatilidad cambiaria, tasas de interés, entre otros. En defensa de la Reforma Energética, funcionarios del sector señalan que, gracias al éxito de las rondas petroleras y las subastas eléctricas, sí hay enormes inversiones comprometidas, pero que éstas llegarán a mediano y largo plazo y nunca se debió esperar que los resultados de esa reforma fueran inmediatos.
Todo indica, no obstante, que dos factores interrelacionados influyeron de manera decisiva en ese magro crecimiento de la economía: el pobre desempeño de Pemex y el impacto de la caída de los precios del petróleo. Esto queda claro si comparamos indicadores petroleros clave para los años 2011 y 2017, es decir, para el quinto año de gobierno de Calderón y de Peña Nieto.
La producción de crudo fue de sólo 1.95 millones de barriles diarios en 2017 contra 2.55 millones en 2011. La elaboración de combustibles en refinerías, 0.9 millones de barriles por día en 2017 contra 1.4 millones en 2011. Las importaciones de gasolina, 570 mil barriles diarios contra 396 mil. El precio del crudo, 51 dólares por barril en promedio contra 95 dólares. La balanza comercial petrolera fue negativa en 4 mil millones de dólares el año pasado contra un superávit de 25 mil millones en 2011. Estas son cifras sólo de Pemex y no contemplan industrias, sobre todo la petroquímica, que son altamente importadoras de gas y de derivados del petróleo por falta de suministro de Pemex.
Los estados petroleros del país prácticamente no registraron crecimiento y algunos, como Campeche y Tabasco, han llegado a sufrir retrocesos de hasta menos 7 por ciento en su PIB estatal en años recientes. Sus economías son inerciales, han visto mermadas las inyecciones de inversión de Pemex y han quebrado proveedores petroleros locales.
Pemex no tuvo el mejor liderazgo en este sexenio. Su primer director general, Emilio Lozoya, fue corrupto, endeudó a la empresa y manejó mal el ajuste por la caída de los petroprecios. Su segundo director, José Antonio González Anaya, enderezó la crítica situación financiera, pero impuso un criterio hacendario de austeridad que es difícil de conciliar con el perfil de autonomía y excelencia operativa que previó la Reforma Energética para Pemex. Su plan de negocios fue poco exitoso en ese contexto. Su actual director, Carlos Treviño, parece ser más bien un encargado de despacho mientras se espera un nuevo gobierno que redefina visión y prioridades.
Es muy factible que la situación en torno a Pemex haya restado dos puntos porcentuales o más al crecimiento del PIB nacional. En cambio, no han fallado los nuevos inversionistas que han participado en las rondas petroleras con sorprendente entusiasmo, sobre todo considerando que la Ronda Cero reservó las mejores áreas petroleras del país para Pemex. Las tareas de los nuevos jugadores privados serán difíciles en aquellas áreas que no son de prospectividad óptima. Un reto a futuro, incluso inmediato, será abrirles acceso a las áreas hoy reservadas para Pemex, ya sea a través de asociaciones u otros mecanismos.
Afirma el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, que se acelerarán las rondas y subastas de la Reforma Energética en lo que resta de este gobierno y que la política energética debe ser institucional, no sujeta a ciclos políticos ni al capricho de un solo hombre. Después de un sexenio complicado en materia económica y energética, la continuidad de la apertura parece ser la mejor apuesta.
David Shields es analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com