Según la información oficial, en ocho licitaciones de las Rondas Uno y Dos se adjudicaron 91 contratos petroleros que apuntan a casi 150 mil millones de dólares de inversiones potenciales en el largo plazo. Han participado compañías de todo el mundo. Hay transparencia, no ha habido impugnaciones.
Este año, hay tres licitaciones de la Ronda Tres. El día 27 de este mes se dará el fallo de la Ronda 3.1, que corresponde a 35 áreas contractuales en aguas someras. Ya están 31 compañías en el proceso de precalificación. Esto permite augurar que habrá el mismo éxito en términos de participación y adjudicación que se observó en las Rondas Uno y Dos.
El 25 de julio se dará el fallo de la Ronda 3.2, para petróleo convencional en 37 áreas terrestres, y luego el 5 de septiembre se subastarán las 9 áreas de la recién anunciada Ronda 3.3 para petróleo no convencional (shale) en la Cuenca de Burgos, Tamaulipas. Sin embargo, las perspectivas para esas dos licitaciones no parecen ser tan alentadoras. Veamos por qué.
La Ronda 3.2 se lanzó en enero. Los datos en el portal de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) indican que a la fecha hay sólo dos compañías interesadas y ésas no han acreditado aún la etapa de acceso al cuarto de datos. Mucho menos han iniciado el proceso de precalificación.
¿Por qué el escaso interés? ¿Influye el cambio político? Tal vez. En todo caso, las compañías, sobre todo mexicanas y pequeñas, con interés en zonas terrestres ya ganaron bloques (o se decepcionaron en el intento) en las rondas anteriores y ya no tienen apetito para campos con potencial geológico no tan atractivo. Además, ven grandes dificultades ?o ya las viven? en la ejecución de los proyectos terrestres ya adjudicados, derivadas de la pesadísima carga fiscal y factores de logística, gestión y mercado. Hay otros dos factores clave ajenos a las tareas petroleras: la inseguridad y las dificultades para obtener la licencia social. Son problemas que no existen en los proyectos petroleros en el mar.
En cuanto a la Ronda 3.3, pesan muchos de esos mismos factores. Pero además, en las bases de licitación no se ve cuáles serían los incentivos para que las compañías especializadas en no convencionales ?acostumbradas a muy diferentes condiciones operativas, legales, fiscales y normativas? decidan cruzar la frontera para participar en esta “prueba piloto”. Esas compañías no entienden el entorno mexicano y aún no hemos hecho la tarea para entenderlas e involucrarlas a ellas.
A su vez, Tamaulipas aún no resuelve el problema crítico de la inseguridad, que ya ahuyentó a Pemex en la Cuenca de Burgos y a inversionistas globales que pudieron haber llegado a otros sectores, como la industria química, en esa entidad. Y si bien es cierto que México ya tiene una normatividad estricta para el manejo del agua en el fracking, ésta es más complicada que las prácticas al otro lado de la frontera y habría un trabajo complejo de monitoreo de pozos para la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA).
Pero no todo está perdido en la 3.2 y la 3.3. Al contrario. Aunque se prevé poca participación en esas dos pujas, bastará que haya un solo tirador con una oferta solvente en cada bloque, para que éstos se adjudiquen. Y eso todavía puede suceder.
PREOCUPACIÓN. La empresa suiza Glencore ha anunciado grandes inversiones en almacenamiento de combustibles en México y se alista a inaugurar una terminal de 400 mil barriles diarios en el Puerto de Dos Bocas, Tabasco. Sin embargo, parece que esas instalaciones no cumplen requisitos mínimos de seguridad industrial, como las que prevé el proyecto de NOM-006 de la ASEA, en aspectos como espaciamiento mínimo entre tanques, sistemas contraincendio, diques de contención y automatización, entre otros. La ASEA debería revisar el caso urgentemente. Dos Bocas es el punto más crítico de manejo de petróleo y combustibles en el país. De ahí se surte crudo a las seis refinerías de Pemex. Un accidente ahí sería catastrófico.
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David Shields es analista de la industria energética. Su e-mail es david.shields@energiaadebate.com