Enrique González Haas, director general de Schneider Electric México y Centroamérica
Si alguien te cuestionara sobre qué retos han provocado la urbanización y la sobrepoblación de nuestro planeta, ¿en qué pensarías? Quizás en la creciente necesidad energética, que constituye uno de los problemas más básicos de la vida moderna. Pero, con el enfoque correcto, podemos convertir este reto en una oportunidad.
Urbanización: buscando una vida mejor
La población mundial alcanzó la cifra de 2,500 millones de personas en la década de los cincuenta. Hoy, dicha cifra sobrepasa los 7,000 millones, y se espera que siga creciendo hasta los 10,000 millones durante la segunda mitad de este siglo. Atraída por la posibilidad de una vida mejor y más moderna, la gente sigue mudándose a las ciudades, tanto en países desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo. Tanto es así, que la tasa de urbanización se ha disparado desde el 29% en 1950 hasta un 49% hoy en día, y se prevé que llegue al 67% en 2050, suponiendo la mayor migración de la historia de la humanidad.
Naturalmente, todas y cada una de esas familias necesitarán energía en sus casas y en sus puestos de trabajo.
El reto de la transición
El fenómeno global de la urbanización sigue abriendo oportunidades para que miles de millones de personas puedan alcanzar una mayor calidad de vida y, a medida que afecta la sociedad y las economías globales, sus efectos se hacen notar en diferentes áreas:
(1) Supone un reto en recursos, dado el plausible incremento de la presión sobre las cadenas de distribución de materias primas o de agua y más destacadamente, de combustibles fósiles para la generación de energía (se prevé un incremento de más del 55% de recursos en 2030).
(2) Un reto climático, con un dramático incremento de las emisiones de CO2 (que se han duplicado en los últimos 40 años y se prevé que aumenten más de un 30% en los próximos 20 años).
(3) Un reto financiero, proyectándose un incremento del 75% en la necesidad de inversión en infraestructuras en las próximas décadas, pudiendo llegar a copar dos tercios de la necesidad de las nuevas economías.
La forma en que realicemos la gestión de la energía (incluyendo su generación, distribución y consumo) será un factor decisivo en la búsqueda de soluciones para estos desafíos. Es indispensable para nuestro planeta disponer de una estrategia integrada de energía, eficiencia y sostenibilidad. Afortunadamente, las innovaciones tecnológicas se perfilan como perfectas alternativas para ofrecer solución a estos retos.
Impulsando la economía digital
La energía renovable está a punto de superar el punto de inflexión a partir del cual se convertirá en la fuente más competitiva de todo el sistema. Pasado este punto, emergerá un nuevo panorama energético limpio, competitivo y electrificado.
Hay países que ya están dando pasos de gigante. Por ejemplo, Australia avanza hacia su dependencia de energías renovables con un proyecto de microgrids solares y baterías en el que ha invertido 13.8 millones de dólares, un proyecto inédito en el país insular. Con esta microgrid, todo el potencial de energía renovable será aprovechado, complementando el cariz intermitente de la energía solar. En este proyecto, el esfuerzo conjunto de la empresa de ingeniería Planet Ark Power y Schneider Electric proporcionará una fuente de energía segura, sostenible y económica para la Australia meridional.
Las nuevas tecnologías digitales, además, combinándose con el IoT, siguen penetrando en todos los aspectos de nuestra vida diaria y operaciones de negocios, haciendo aflorar nuevos niveles de productividad, flexibilidad y eficiencia energética.
Por ejemplo, el productor de cemento China National Building Materials Group Corporation (CNBM) se ha servido de soluciones digitales para aumentar su rendimiento, reduciendo a la vez su huella de carbono, en lo que supone un hito para una de las industrias energéticamente más intensivas. Y los efectos de la digitalización no se han hecho esperar: CNBM ha conseguido reducir en su gasto energético, mejorando su eficiencia energética global un 10%, y a la vez aumentando significativamente su productividad.
La transición hacia un mundo energético limpio y electrificado se ve acelerado por la tecnología digital que lo hace posible. La traducción de dicha transición en términos económicos acelera, así mismo, por la aparición de un sector energético más competitivo y sostenible. En conjunto, todos estos elementos están redefiniendo la economía global, abriendo así oportunidades para una vida mejor.
El camino hacia un futuro sostenible
Una estrategia integrada de energía, eficiencia y sostenibilidad se hace, por lo tanto, cada vez más factible. Desarrollar un sistema energético limpio, electrificado, súper-eficiente y digital es perfectamente realizable con la tecnología existente hoy. Tanto es así, que la creciente competitividad y los probados beneficios de esta transición la hacen casi inevitable. El nuevo paradigma puede conllevar enormes beneficios a los desafíos impuestos por el rápido éxodo rural de miles de millones de personas.
Por lo tanto, la pregunta clave no será si es posible, sino a qué velocidad podemos hacerlo:
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¿Cuánto puede tardar el sistema actual en mutar a un mundo más eléctrico?¿Cuánto tiempo nos llevará aprovechar el gran potencial de eficiencia que brinda la tecnología digital?¿Qué cambios deben ocurrir para poder acelerar estas transiciones?
Multitud de países y empresas de todo el mundo se han embarcado ya en este viaje, cada uno con su contexto y limitaciones específicos. Pese a los desafíos que se presentan, podemos ver el futuro con optimismo gracias a los grandes logros que se conquistan todos los días.