Contrario a todos los pronósticos, los precios del petróleo no se mantuvieron en niveles bajos por largo tiempo, sino que volvieron a subir. Se preveía, hace poco, que con el despegue de la producción de shale oil a costos cada vez competitivos en Estados Unidos, aunado al avance de las energías renovables, la oferta de petróleo sería mayor a la demanda durante muchos años, deprimiendo los precios.
Pero no fue así. Se recuperó la demanda mundial de petróleo y la OPEP, encabezado por Arabia Saudita, pactó con Rusia para restringir la oferta de crudo. Problemas en Venezuela e Irán también eliminaron excedentes de oferta. Sin embargo, esto no beneficia a México, ahora que producimos menos crudo y dependemos de la importación de gasolinas.
La buena noticia es que los precios altos del petróleo suelen actuar como una marea que levanta todos los barcos, haciendo que todo tipo de actividades energéticas, petroleras o no, sean más rentables. Ahí está la nueva oportunidad.
Los mejores precios deberían impulsar a la industria del petróleo, sobre todo las fases exploratorias y extractivas recién abiertas al capital privado en México. Habrá que encontrar, como máxima prioridad, formas de activar la producción de shale oil and gas en forma sustentable en México. La producción petrolera en aguas profundas, ya con costos más bajos que antes y con muchos bloques asignados en las rondas petroleras, podría ser por fin una realidad, después de muchos años de despilfarro de recursos por parte de Pemex. El momento actual también debería ser propicio rehabilitar o ampliar refinerías.
Y como el precio del gas natural no ha subido, este energético podrá competir mejor contra combustibles más sucios en la generación eléctrica. Podrán abrirse nuevos nichos de mercado para el gas, como los usos vehiculares, en particular en las flotillas y vehículos pesados.
La oportunidad es aún mayor para la energía renovable. En los años recientes de petroprecios bajos, las energías solar y eólica nos asombraron a todos al reducir sus costos radicalmente y demostrar que pueden competir contra la energía fósil a cualquier precio. Con petroprecios ya más altos, su competitividad será aún mucho mayor.
Por supuesto, el petróleo caro ?en particular, la gasolina cara? pega a los consumidores. Pero el lado positivo para México es que la Reforma Energética ha creado un andamiaje jurídico propicio para un despegue de la inversión en toda la industria de la energía. Esta inversión, en caso de darse en condiciones competitivas, debería ayudar a mitigar los aumentos en los precios de las gasolinas importadas en el mediano y largo plazo y así contribuirá a la seguridad energética del país.
La menor producción reciente de crudo y de gasolinas, atribuible a menores presupuestos en Pemex, es una gran preocupación, pero la Reforma abre opciones para revertir eso. Por lo mismo, frenar o cancelar esa Reforma sería un sinsentido y confiamos en que el próximo presidente de la República, llegue quién llegue, no lo hará.
No obstante, la industria energética del país sigue trabada en varios sentidos. Pemex, a diferencia de otras petroleras globales, no parece haber mejorado en producción, costos y eficiencia. Las petroleras privadas, ganadoras de las rondas, están atrapadas en la tramitología requerida para obtener permisos. Hay que simplificarla.
Otro asunto por resolver son los derechos de vía. Otro más es que se mantienen controlados los precios de la gasolina y la electricidad, pese a la apertura y a las reformas. La Secretaría de Hacienda y la Comisión Reguladora de Energía aplican criterios políticos al definir esos precios y los nuevos jugadores perciben que al gobierno le falta tacto para liberarlos, lo cual afecta sus inversiones. ¿Eso cambiará? Si las nuevas empresas no pueden reflejar condiciones de mercado en sus operaciones, no prosperarán y tampoco habrá beneficios para las finanzas públicas.
En fin, se abre una era de nuevas oportunidades energéticas, pero queda por verse si México las va a aprovechar.
Léalo en el Periódico Reforma aquí.
David Shields es analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com