Los candidatos presidenciales López, Meade y Anaya, cada uno con sus matices, han prometido devolverle la grandeza a Petróleos Mexicanos (Pemex). Cada uno, a su modo, reconoce que la época de oro de Pemex ya pasó, pero ofrecen rescatarlo, elevar producción, crear empleos, incluso mejorar o construir refinerías, y seguir viviendo de la renta petrolera. Pero, ¿es realista y factible lo que plantean?
El cambio de sexenio es un momento idóneo para replantear el futuro de Pemex. ¿Qué hacer? Puede haber visiones distintas, pero un proyecto viable para Pemex debe partir de algunos indicadores básicos y de la posibilidad de cambiar la tendencia de éstos. Los indicadores más fundamentales son los de reservas y producción y, la verdad, no podrían ser más sombríos.
Las reservas probadas de hidrocarburos del país llevan, increíblemente, 37 años de tendencia continua a la baja. En 1981, se anunciaron 72.5 mil millones de barriles. En el 2000 ?ya con cálculos mejor certificados? se situaron en 25 mil millones de barriles; hoy están en 8.5 mil millones, de los cuales sólo 6.5 mil millones son de aceite y el resto es gas.
La producción de petróleo crudo lleva ya 13 años a la baja por el agotamiento de Cantarell y de otros yacimientos. Después de alcanzar su pico de 3.45 millones de barriles por día a fines de 2004, hoy la producción se redujo ya en cerca de 40 por ciento, estando ahora apenas arriba de 1.8 millones. Hasta ahora, ningún gobierno, ni con reformas, ha sabido revertir esas tendencias negativas.
Ante la caída de las reservas, cuando algún candidato promete elevar la producción a 3 millones de barriles diarios, habría que preguntar de dónde, ya que las reservas convencionales probadas prácticamente se acabarán en el sexenio que viene. Y cuando algún candidato dice que aumentará el procesamiento en refinerías, habría que preguntarle con qué petróleo. Y si contesta que se hará con el petróleo que ahora estamos exportando, tendríamos que preguntarle con qué ingresos fiscales va a modernizar o construir las refinerías.
Por supuesto, el petróleo no se acaba fatalmente. Se podría emprender un programa intensivo de exploración o de fracking, pero ello implicaría un enorme despliegue de capacidades y de dinero, que Pemex no tiene. De hecho, es lo que plantea la Reforma Energética a través de la entrada de nuevas compañías operadoras, algunas en asociación con Pemex, pero los nuevos contratos están en una fase incipiente y darán resultados sólo en el largo plazo. Y como esos contratos podrían ser la única fuente de producción nueva e incremental, cancelarlos y revertir la Reforma sería totalmente contraproducente.
Por lo pronto, Pemex ejecuta sólo un programa mínimo de exploración por falta de recursos. No ha habido descubrimientos relevantes en muchos años y no hay ni habrá otro yacimiento supergigante con costos bajísimos como Cantarell. El crudo que hoy se produce y que se envía a las refinerías es de muy pobre calidad. De hecho, la explotación de petróleo hoy día está dejando de ser el primer negocio de Pemex, cediendo su lugar a la venta de combustibles importados.
En el futuro, Pemex tendrá que ser grande en otro sentido, es decir, en términos de eficiencia, competencia y excelencia, no de tamaño. Requerirá una reingeniería a fondo de sus procesos y sus estructuras, un enfoque quirúrgico hacia nichos de alta rentabilidad y especialidad que implica un giro de 180 grados en su forma de pensar y trabajar. Y ahora que Pemex cumple 80 años, deberá jubilar personal e infraestructura. Si la empresa estatal no hace esa transición, continuará su deterioro.
Pero ningún candidato habla de esto ni atina en su diagnóstico de la industria petrolera. Es previsible que la producción de Pemex siga a la baja, la renta petrolera también y que ésta, en poco tiempo, sea insuficiente para pagar la deuda y cubrir el pasivo laboral de la empresa estatal. Será difícil que Pemex vuelva a ser una palanca del desarrollo nacional. Más bien, faltan propuestas creativas y realistas para asegurar su supervivencia.
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David Shields es analista de la industria energética. Su e-mail es david.shields@energiaadebate.com