Ahora que los precios del petróleo rondan los 70 dólares por barril y con un mercado en especulación, donde muchos argumentan puede llegar nuevamente a los 100 dólares por barril o más, ha retornado el fantasma de los subsidios en energía, impactando a varios países de la región latinoamericana.
Los subsidios prolongados acaban siendo desmesuradamente perversos para las economías y las sociedades. A través del tiempo, sucesivos gobiernos de la región, mayormente populistas, han instaurado o conservado subsidios, algunas veces con muy sensibles y nobles intenciones, pero las más de las veces en afán de votos y tratar de conquistar o mantenerse en el poder.
Empero, los subsidios pasan factura tarde o temprano y lo hacen cuando los precios del petróleo y de la energía en su conjunto están elevados como ahora. Sufren las economías de los países porque ven desangrar sus arcas, las empresas estatales colapsan y el déficit fiscal se eleva como espuma. Cuando toca realizar ajustes y levantar subsidios, los ciudadanos y los empresarios no están preparados para recibirlos y se producen crisis sociales, políticas e institucionales muy fuertes como las que observamos en varios países en la actualidad.
Los subsidios a los energéticos también fomentan ineficiencia y pérdida de competitividad en el largo plazo. Cuando se tiene bajos precios, nadie valora o preserva y el consumo es desmesurado. No hay señal para tomar la eficiencia energética con seriedad y la dilapidación es el derrotero.
Los que más se favorecen de los subsidios, son los ricos y acaudalados, por ejemplo, las familias con dos o tres o más vehículos, los que viajan constantemente, los que tienen piscinas calefaccionadas y muchos otros placeres de alto consumo energético. Por ende, el que menos tiene, el que anda a pie, en bus, en metro, que mora en una humilde habitación, termina subsidiando al que más recursos económicos tiene.
Fuertes subsidios a la energía por prolongados periodos también llevan a desabastecimientos, como es el caso de Venezuela y Argentina hoy día. Se ahuyentan inversiones en generación de energía eléctrica y exploración de hidrocarburos y se termina importando. Los servicios públicos de transporte y distribución se deterioran y no se expanden en detrimento de sus ciudadanos. Tampoco permite el ingreso en competencia de nuevas y eficientes tecnologías como es el caso ahora de la energía solar o eólica.
Algunos estudiosos aducen que sostener precios de energía subsidiados son alicientes para el desarrollo y crecimiento económico. Esto no es cierto. Por ejemplo, países como Chile, Perú, Paraguay, Uruguay, Costa Rica y otros que no han practicado subsidios, han liderado crecimiento económico y mayor estabilidad social en la región. Sus ciudadanos y empresarios se han acostumbrado y adecuado a estas fluctuaciones.
Venezuela para algún día salir de la profunda crisis tendrá que, sí o sí, levantar los absurdos subsidios a los energéticos. Lo infame es que tendrá que hacerlo cuando la producción de petróleo cae vertiginosamente.
Si Argentina no resuelve el tema de los subsidios en energía, el déficit fiscal se hará más insostenible aún y el corralito seguirá pendiendo como espada de Damocles sobre su sociedad. En Brasil, merced a que se habían acostumbrado a subsidios y precios bajos de energía, los transportistas han paralizado y puesto en jaque al país y reclamando subsidios nuevamente. Las acciones de Petrobras han sido afectadas y los inversionistas han tomado nota. Si no quiere impactar a la empresa e inversiones, el Estado es quien tendrá que cargar con el subsidio, donde Brasil no tiene espacio para maniobrar.
En Bolivia, el gobierno ha subido recientemente dos veces los precios de la electricidad y también el precio del gas al sector industrial y creemos que va a seguir haciéndolo debido a que entiende que el déficit fiscal no puede continuar y seguir aumentando, poniendo en riesgo la estabilidad económica.
Reiteramos, países como Chile, Perú, Paraguay, Uruguay, Costa Rica y otros que no han practicado subsidios se han acostumbrado a estos vaivenes de los precios de la energía y se han tornado competitivos, han diversificado sus economías y tienen menor problemática social y de déficits fiscales. La experiencia y el pragmatismo deben prevalecer sobre el populismo. ¿Así será en México? ¿O habrá subsidios y controles al precio de la gasolina?
* Ex Ministro de Hidrocarburos de Bolivia y ex secretario General de OLADE. Actualmente, es Socio Director de Gas Energy Latín América (GELA). (alvaro.rios@gasenergyla.com)