Álvaro Ríos Roca* / para Energía a Debate
El mercado de gas natural en Brasil está bajo una profunda y avanzada reforma para dejar atrás el secante monopolio que ejercía Petrobras en toda la cadena, el cual resultó devastador en los precios. Basta resaltar que un usuario industrial en Estados Unidos pagaba entre 3 y 5 dólares por millón de Btus (MMBTU), uno en Italia (con gas importado) entre 7 y 9 dólares por MMBTU y paradójicamente uno en Brasil entre 9 y 12 dólares por MMBTU.
Ahora el sector de gas natural se prepara para que Petrobras salga totalmente de todos los eslabones de la cadena y se dedique a comercializar gas que produce. Asimismo, está terminando de privatizar casi todos sus activos. Esto le quita su rol de agregador o de mayorista que ejercía en el pasado y que ahora el presidente Bolsonaro quisiera tener bajo la manga para poder traer gas desde Argentina por el sur.
Todos conocemos que la capacidad de producción de Bolivia de gas natural está en franca declinación y que Brasil necesita reponer estos volúmenes que deje de obtener desde ese país. Más aún, necesita crecer su demanda con las reformas que se está introduciendo con fuentes alternativas de suministro de gas natural. ¿Qué opciones tienen los demandantes o usuarios brasileños?
Tienen la opción de producción de gas del Presal. Éste es un gas asociado al petróleo, que tiene condiciones de suministro con escasa flexibilidad, muchas veces con alto contenido de CO2, la producción está muy lejos de la costa y se necesitan fuertes inversiones nuevas resultando en costos de transporte elevados. Finalmente, Petrobras no tiene ya la obligación de abastecer el mercado de Brasil y lo hará cuando así le convenga a su economía.
La otra opción es que pueden optar por más gas natural licuado (GNL) importado, como lo viene haciendo. A la fecha existen 5 proyectos de regasificación en funcionamiento, 4 con planes para arrancar entre 2022/2023 y 7 proyectos en estudio. La capacidad de regasificación a finales de 2023 será de 158 millones de metros cúbicos por día (MMMCD), lo que se compara con la capacidad de transporte que se tiene desde Bolivia, que es de 30 MMMCD (19%). Es una opción que era impensable solo una década atrás.
La otra alternativa es el gas ya descubierto (shale) en Vaca Muerta y que con explotación eficiente y de escala puede lograr más bajos costos de producción, como ya se ha demostrado. La producción puede levantarse muy rápidamente como lo demostró Tecpetrol que en 12 meses la subió de 3 a 16 MMMCD. Si un solo operador puede hacer esto, imagínense varios operadores en conjunto podrían sin duda atender una gran parte del creciente y dinámico mercado de Norte de Argentina y también Brasil.
Hay dos opciones para llegar con este gas de Vaca Muerta a Brasil. Una es por el sur (Uruguayana) con dantescas nuevas inversiones en infraestructura de transporte cercanas a los 4 mil 500 millones de dólares. Las preguntas que surgen. ¿Quién anclará la demanda? ¿Quién jugará de agregador? ¿Quién financiará la infraestructura de transporte necesaria? Petrobras no cumple más ese rol.
La opción económica, razonable, oportuna y que requiere inversiones incrementales mucho menores es moviendo el gas hacia el norte desde Vaca Muerta y usando infraestructura que irá quedando con capacidad ociosa en Bolivia y Brasil. Con inversión de alrededor de 500 a 600 millones de dólares se puede revertir y aumentar capacidad al sistema de Transporte de Gas Natural (TGN) en el norte argentino. Al final de cuentas los campos del norte en ese país están declinando y la capacidad de entrega de Bolivia es cada vez menor. El TGN se revertirá más temprano que tarde de una u otra manera.
Y si en Bolivia nos portamos más astutos y si se logra almacenamiento de gas subterráneo en Bolivia se puede jugar con suministro eficiente y optimizar la demanda de pico de invierno de Argentina con la demanda eléctrica en Brasil. Y si Bolivia retoma nueva exploración podría seguir abasteciendo este mercado en el largo plazo.
Si no actuamos en esta línea y oportunamente el gasoducto Bolivia-Brasil en el lado Brasil (TBG) se revertirá parcialmente y el mercado quedará en manos del competitivo GNL importado y el gas del Presal. Los ductos de Bolivia (Gasyrg, Yabog, GTB y GOB) no recibirán ingresos por transporte y finalmente la Argentina no recibirá ingresos por venta de gas al creciente mercado brasileño y también aprovechar para llevarlo al norte de Chile. ¿Se lo cederemos al GNL así de fácil?
Un rápido costo-beneficio es que la región dejaría de percibir en 10 años 3 mil millones de dólares en transporte de infraestructura ya construida y Argentina dejaría de percibir casi 10 mil millones de dólares en venta de gas y transporte de gas, cediendo gran parte al GNL importado. Tanto enjuagarnos la boca con la famosa integración energética. Por eso creemos que es hora de actuar.
*Ex ministro de Hidrocarburos de Bolivia y actual socio director de Gas Energy Latin América.