Si bien las fuentes de energía renovable representan una pieza clave para avanzar hacia la transición energética, debido a que ofrecen la oportunidad de generar energía eléctrica sin emitir al ambiente gases de efecto invernadero, es importante reflexionar y entender que no podemos esperar que todos los esfuerzos de descarbonización provengan solamente de parte del sector de generación. Es fundamental reconocer que, como consumidores de la energía, nuestras decisiones y hábitos tienen un impacto en el medio ambiente.
La energía eléctrica más barata y limpia no es aquella que se genera en parques eólicos o en parques solares, ni en hidroeléctricas o centrales nucleares; la energía eléctrica más barata y con menores impactos al medio ambiente es aquella que no se genera. De ahí la importancia de utilizar la energía de manera consciente, haciendo un uso racional de la misma.
Adoptar e implementar, en lo individual y como sociedad, medidas de ahorro de energía y eficiencia energética nos permitirán sumarnos a los esfuerzos para actuar contra el cambio climático. Es preciso entender que estamos viviendo una década crucial para trabajar en reducir los impactos de la actividad humana en el medio ambiente. La urgencia de la crisis climática demanda a la comunidad mundial que se movilice a un ritmo acelerado.
El reporte World Energy Outlook, 2021 de la Agencia Internacional de Energía (IEA) destaca cuatro medidas clave que pueden ayudar a lograr las metas ambientales durante los próximos diez años y respaldar más reducciones de emisiones después de 2030. Una de las medidas clave es un enfoque firme en la eficiencia energética, junto con la moderación en la demanda de servicios energéticos a través de la eficiencia de los materiales y el cambio de hábitos en la sociedad.
El reporte destaca que la intensidad energética de la economía global disminuirá en más de 4% por año entre 2020 y 2030, más del doble de la tasa promedio de la década anterior. Sin esta mejora en la intensidad energética, el consumo total de energía final en el escenario de cero emisiones netas para 2050 sería aproximadamente un tercio más alto en 2030, lo que aumentaría significativamente el costo y la dificultad de descarbonizar el suministro de energía.
Para comprender la relevancia del ahorro y uso racional de la energía en México, entendamos cómo se genera la electricidad en nuestro país. La energía es generada en centrales eléctricas, que en México se clasifican en dos categorías: Centrales Convencionales y Centrales Limpias. Las centrales eléctricas convencionales son aquellas que queman combustibles fósiles, como por ejemplo el gas natural, el diésel, el combustóleo y el carbón, siendo estos dos últimos los más contaminantes. En general podemos asociar las centrales eléctricas convencionales con emisión de gases de efecto invernadero.
En la Tabla I se detallan los gramos de gases de efecto invernadero que se emiten al medio ambiente por cada kWh de energía eléctrica generada en las diferentes centrales convencionales, con diferentes tipos de combustibles.
Las centrales eléctricas limpias son amigables con el medio ambiente ya que no generan emisiones de gases de efecto invernadero. Este tipo de centrales, a su vez, se dividen en dos categorías: renovables y alternativas. Las primeras son aquellas que utilizan recursos renovables para la generación de electricidad, como el viento, el sol, el agua y la biomasa. La generación alternativa se refiere a aquellas centrales que no emiten gases de efecto invernadero, pero no utilizan recursos renovables para la generación. Ejemplo de ello es la nuclear y la cogeneración.
México cerró el año 2021 generando 323,315.29 GWh de electricidad, de los cuales 72.56% en centrales eléctricas convencionales y solamente 27.44% en centrales limpias, dando como resultado aproximadamente 92 millones de toneladas de CO2, 176,000 toneladas de SO2, 115,000 toneladas de NOX y 18,000 toneladas de PST emitidas al ambiente.
Al revisar estos números y analizar la tabla es posible entender por qué el sector energético debe trabajar continuamente hacia la descarbonización. Si bien México no está avanzando hacia la transición energética al ritmo necesario, debido a la política de su administración actual, nuestro compromiso como ciudadanos en la lucha contra el cambio climático no debe frenarse.
En el marco de la celebración del Día Mundial de la Eficiencia Energética tengamos presente algunas de las múltiples actividades que pueden ponerse en práctica para reducir el consumo energético al hacer un uso racional de la energía.
En el hogar:
1. Apagar las luces al salir de una habitación. La implementación de sensores de movimiento puede facilitar esta actividad.
2. Utilizar tecnología LED para iluminar los espacios. La eficiencia de la luminaria está basada en su amplia vida útil y su bajo consumo energético frente a la del foco incandescente tradicional.
3. Cambiar a aparatos de consumo eficiente. Los principales aparatos a considerar son refrigerador, lavadora y televisión, ya que son los que registran mayor consumo y uso en los hogares.
4. Mantener el termostato en una temperatura razonable. La temperatura adecuada para un aire acondicionado es 26 oC. Por cada grado que se baje, el consumo de energía eléctrica aumentará entre 5% y 8%, aproximadamente.
5. Aislamiento térmico. En el hogar otro consumo principal se da por la regulación de la temperatura. Una casa que no está aislada térmicamente gana calor durante el verano y pierde calor durante el invierno, principalmente a través del techo, de las paredes y de las ventanas.
6. Reciclar. Un producto que se fabrica a partir de material reciclado requiere menos energía eléctrica para su elaboración. Por ejemplo, para el caso del aluminio se requiere hasta 95% menos energía; para el cemento, el consumo de energía se reduce en más de un 30% cuando se fabrica con material reciclado de desechos de la construcción.
En la industria:
1. Implementar sistemas de iluminación eficiente. Además de iluminación LED y sensores de movimiento, la industria puede optar por sistemas de atenuación tipo dimming que ayudan a ajustar la intensidad de iluminación según las necesidades del área de trabajo.
2. Atender fugas de aire comprimido. Este es un problema común en la industria. Las fugas programadas para reparación deben ser priorizadas por el volumen medido y la facilidad de reparación.
3. Utilizar motores eléctricos de alta eficiencia. Aproximadamente 60% del consumo de energía eléctrica en la industria corresponde a equipos operados por motores eléctricos, tales como bandas transportadoras, compresores, bombas y ventiladores. Resalta entonces la importancia de implementar motores diseñados para reducir las pérdidas mecánicas y eléctricas durante su funcionamiento.
4. Generación distribuida. Generar energía eléctrica en el sitio de consumo ofrece la oportunidad de evitar las pérdidas eléctricas de las líneas de transmisión cuando la energía es generada en un punto remoto. De manera adicional, si se opta por tecnología fotovoltaica, se tiene la oportunidad de generar energía eléctrica limpia, definitivamente una opción con menos impactos al medio ambiente de los recursos con los que el Suministrador de Servicios Básicos atiende la demanda.
Es fundamental sensibilizar a la comunidad sobre las implicaciones para el medio ambiente que se derivan de sus comportamientos y de las decisiones que están tomando. Es posible establecer compromisos climáticos sólidos a través de la concientización sobre cómo el uso racional de la energía y las alternativas de energía renovable representan los impulsores más importantes para lograr reducciones considerables en las emisiones de gases de efecto invernadero.
*/ Ana Victoria Tarín Santiso es ingeniera eléctrica por el Tecnológico Nacional de México y maestra en Ciencias en Ingeniería Energética por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Se desempeña actualmente como ingeniera de Desarrollo de Proyectos en V-ridiumOak Creek Renewables, especializándose en la gestión del desarrollo de proyectos eólicos en Estados Unidos, México y Colombia, coordinando las actividades del proceso de interconexión, diseños de ingeniería conceptual, evaluación ambiental y campañas de medición de viento.
En la búsqueda de ser un agente de cambio ante la crisis climática, se desempeña también como voluntaria climática en la organización The Climate Reality Project.
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