“No hay que ser tan pesimista”, me dicen. “Verás que van a sacar una reforma energética
tan a toda madre que te vas a quedar con la boca abierta y dejarás de chupar sangre”.
Mario HernÁndez Samaniego*
Para variar un poco la cosa, en esta ocasión vamos a hablar de circos y cirqueros, del circo de carpa y del circo petrolero.
En el circo de carpa, todos los payasos que no payaseen, trapecistas que no trapeceen sin red, domadores que no metan la cabeza en la boca del león, enanos que no faroleen en zancos y conductores que no los obliguen, van diciendo adiós a la chamba. Y si el dueño no los corre, más le vale cerrar el changarro.
En el circo petrolero también hay retobones: ingenieros que no quieren dejar el mantenimiento en manos de contratistas, o que se empeñan en subir la producción cumpliendo y tomando todas las medidas de seguridad, y no quererse pasar la vida frente a la computadora en lugar de cuidar que el contratista no se pase de listo ahorrándose trabajo y calidad o vendiendo caro lo barato. También el inge al que le choca que tras consulta, el jefe le reproche: “No me salgas con preguntas idiotas. Si no sabes hacer tu chamba, pregúntale a Smith Consulting Associates de México, Inc.” A todos estos retobones habría que despedirlos.
Y el público, ¿qué? El del circo de carpa nomás no asiste si los trapecistas trapecean con red y si el domador se mantiene a dos metros del león y con pistola en mano. Al sufrido público del circo petrolero no le queda mas que pagar entrada bien cariñosa para asistir a fuerza a la truena de ductos, plantas, tanques, plataformas y, desde luego, importación de gasolina, diesel, gas natural y petroquímicos y, como acto estelar, la baja de producción y de reservas de petróleo.
¿Y qué de los representantes legales de ese público, los supuestos defensores de su patrimonio, los diputados y senadores? Bien, gracias, pensando tesoneramente día y noche en cómo cambiar el programa a sabiendas de que la elefanta no va a dar más leche mientras no le den pastura, y de que no va a haber pastura mientras el gobierno se empeñe en estar pegado a la ubre del famélico animal y no haga nada para quitarse de encima lo enchapopotado, sea porque no puede, no quiere, o no sabe cómo.
Y mientras tanto, los conductores del circo, felices de la vida contratando exploración, explotación, transporte, mantenimiento, etcétera, con empresas extranjeras para quitarse de encima la responsabilidad y para darle palos a un sindicato incapaz de frenar la pérdida de cirqueros. Y también dándose gusto, acabando con los “inges” montadores especialistas de escenografía, todo a ciencia y paciencia de montadores veteranos que saben de qué se trata pero callan cuidando el hueso.
Momento, camarada, me dicen algunos cuates, no hay que ser tan pesimista. Vas a ver cómo por obra de nuestros magos vamos a salir del atolladero. Aunque no lo creas van a sacar una reforma energética tan a toda madre que te vas a quedar con la boca abierta y dejarás de chupar sangre.
Por favor, camaradas, les contesto, no me quieran ver la cara. Díganme, ¿cuántos diputados y senadores saben de buscar petróleo, de cuánto debe costar hacerlo, de cómo convertirlo en gasolina, todo ello sin que truenen plantas, tanques, ductos y plataformas; y sin deglutir atole que los cirqueros mayores les alimentan, cuidando intereses propios y ajenos y tratando de convencerlos de que hay que concertar alianzas con el vecino del norte para la búsqueda y aprovechamiento de nuestro petróleo a un precio modesto, desde luego, algo así como la mitad o la tercera parte del petróleo que se produzca? y, al mismo tiempo venir a refinarle su petróleo y convertirlo en petroquímicos? Porque como se ve a leguas, insisten, tampoco los mexicanos saben sacarle provecho a sus refinerías y plantas petroquímicas.
Y así como con estos súpermaromeros se va perdiendo la capacidad de operar y mantener las instalaciones, se va perdiendo también la capacidad de encontrar petróleo y diseñar refinerías y plantas petroquímicas. A ninguno parece importarle que la reconfiguración de la refinería de Cadereyta se diseñó en Filipinas bajo tutela coreana, teniendo en México ingenieros que sobradamente saben cómo hacerlo.
Pero no señor, de paso hay que acabar con las carreras de ingenieros cirqueros de alta capacidad técnica que aseguren el futuro de nuestro excepcional circo petrolero.
Pero, ojo, aparte de patentizar la incapacidad de los mexicanos para operar y mantener su heredad, los actuales cirqueros mayores insisten en castrar al sindicato para que no la haga de tos a la hora de negociar los servicios filantrópicos de los vecinos.
Se necesita talento, señores diputados y senadores, y madre y conocimiento y experiencia y decisión, no politiquería en medio de tinieblas, para frenar la incipiente avalancha que el circo nacional tiene por delante y que no queremos ver. Hay que salir, sí, pero no desmantelando lo que los viejos petroleros llamábamos El Charrito, que estaba al Servicio de la Patria.
*Fue subgerente de petroquímica y gerente de refinación de Petróleos Mexicanos (Pemex). Laboró en la empresa durante 30 años. Es miembro del Grupo de Ingenieros Pemex Constitución del 17.