Entre las principales acciones que se han propuesto y definido para enfrentar el reto del cambio climático desde la perspectiva de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y lograr detener el crecimiento de la temperatura promedio de la atmósfera, está la eficiencia energética.
De acuerdo con quienes modelan y simulan los sistemas energéticos a nivel planetario y manejan escenarios de estabilización de emisiones de gases de efecto invernadero, la eficiencia energética puede representar, sin dejar de atender una población y economía globales en crecimiento, una tercera parte de la reducción de esas emisiones, lo que da a esta línea de acción enorme peso en el portafolio de acciones prioritarias nivel global.
Por eso mismo, entre los Objetivos por el Desarrollo Sostenible (ODS) se encuentra el No. 7 (“garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos”), que incluye, entre otras, la meta 7.3.1 que establece “duplicar la tasa global de mejora de la intensidad energética con respecto a la tasa promedio durante el período 1990-2010”, lo que significa mejorar la intensidad energética en un 2.6 por ciento anual entre 2010 y 2030.
Esta es una meta que tiene como parámetro la intensidad energética, el cual es un cociente compuesto por el consumo final de energía y el Producto Interno Bruto, que se establece para cada país y que, asimismo, es reportado anualmente en el contexto de esta iniciativa de la ONU.
De acuerdo con la base de datos de la ONU para los ODS, la tasa de mejora a nivel global (para la cual hay una meta de 2.6% anual de reducción para el período 2010 a 2030) fue menor a lo comprometido entre 2010 y 2021, ya que promedió solo el 1.65% para el mundo.
¿Cómo va México?
Una revisión de la evolución de la intensidad energética para México del año 2000 a 2022 (de donde se tienen los últimos datos oficiales) nos muestra una trayectoria virtuosa hasta 2019 y una disrupción prácticamente brutal de 2020 a 2022.
El hecho es que, tras una evolución levemente negativa entre 2000 a 2011, entre 2011 y 2019 hay una mejora promedio de 2.1% anual, lo cual estuvo por encima del promedio global de 1.6%. Sin embargo, la llegada de la pandemia alteró significativamente la trayectoria, con un rebote en sentido contrario por 16.5% de 2020 a 2021, que siguió creciendo en 2% al año siguiente.
¿Qué pasó?
Para la mitad de 2020 la actividad económica en el mundo ya estaba prácticamente detenida y así permaneció por meses hasta que en la segunda mitad de 2021 fue recuperando, poco a poco, los niveles de actividad previos.
En lo que corresponde a la intensidad energética y a las dos variables que lo determinan, las estadísticas energéticas y económicas de 2019 a 2020 nos indican lo siguiente:
- El sector transporte fue el que tuvo el mayor efecto, en parte porque es de mayor valor en términos de intensidad energética (tres veces lo que la industria) y porque resultó el más sensible en cuanto a su consumo de energía: cae en 17.2% en 2020, pero rebota en 63.5% para 2021.
- El segundo en importancia fue la industria, que tiene bajas consecutivas en consumo en 2020 y 21 (11 y 19%) y sube en 28% para 2022.
- En cuanto al PIB, sus cambios no son tan extremosos y solo cae en 8% (en millones de dólares y a precios constantes) en 2020 y se recupera para los años siguientes.
También resaltan, sin tanto peso en los indicadores, pero si en el funcionamiento de los mercados, las siguientes variaciones:
- En el sector industrial, un aumento de 100% del consumo de electricidad entre 2020 y 2021.
- En los sectores público y comercial, caídas de 43 y 55% (respectivamente) en el consumo de electricidad en 2020.
- En el sector residencial, un aumento del 17% para 2020, pero una caída de 13% para 2021.
México perdió, por razones fuera de su control, una trayectoria que parecía virtuosa, y hoy día el sistema no recupera (todavía) el equilibrio. Sin embargo, muy posiblemente recuperará su tasa de mejora el año entrante, inclusive por arriba de las que se han acordaron más recientemente (y con México como firmante) a nivel global en la COP-28.
“México perdió, por razones fuera de su control, una trayectoria que parecía virtuosa, y hoy día el sistema no recupera (todavía) el equilibrio”.
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