Una de las razones de la apertura a la inversión privada en el sector eléctrico fue la falta de competitividad del esquema anterior. En la iniciativa de reforma de 2013, el PAN documentaba cómo el costo de la energía para la industria era hasta del doble en México (en las tarifas industriales de CFE) en comparación con el costo en Estados Unidos.
Para solucionar eso se permitió que los privados generaran energía y la comercializaran, usando y pagando por el uso de las redes de conducción propiedad de todos los mexicanos. Así se conformó el mercado eléctrico.
La reforma dividió a los usuarios en dos tipos: los pequeños usuarios o usuarios básicos, protegidos con una tarifa regulada y con suministradores controlados hasta en la forma de comprar la energía (mediante subastas) y obligados a tener un 100 % de cobertura de los productos que tienen que suministrar. Por el otro lado, los grandes usuarios, o usuarios calificados, que pagan algunas tarifas reguladas (como las de transmisión, distribución y operación del CENACE) y el resto lo pagan a costos de mercado.
Originalmente los usuarios calificados eran aquellos con una demanda eléctrica de 3 megawatts en algún momento del año. El siguiente año fue de dos y al tercero de un megawatt. Esto se escribió desde la propia reforma eléctrica.
El mercado fue evolucionando lentamente y hasta hace dos años había solo 350 usuarios calificados en el mercado eléctrico. El número se duplicó de entonces a la fecha.
¿Quién se cambia de suministrador? En realidad todo el que puede (y sabe).
El problema es que el umbral de un megawatt genera una condición absolutamente desigual. Las empresas grandes, enormes, pueden optar por migrar al mercado y encontrar costos de energía más competitivos, mientras que las empresas medianas y pequeñas se mantienen como rehenes de CFE Suministrador de Servicios Básicos.
En el proyecto original se preveía ir bajando el límite mínimo de demanda de energía para acceder al mercado eléctrico; pero el actual gobierno, ya sea por evitar que CFE pierda clientes o por desconocer el mercado eléctrico, no ha movido el umbral.
Bajar el umbral requiere solo de un oficio de la Secretaria de Energía.
¿Qué propuesta cabe aquí?
Imagine, por ejemplo, que se baja el umbral para ser usuario calificado y que todos los usuarios de energía eléctrica que se interconecten en media tensión puedan optar por convertirse en usuarios calificados.
El registro de usuarios calificados podría pasar de unos cientos, o pocos miles, a casi cuatro millones de usuarios.
Cuatro millones de unidades económicas, ya sea tiendas, talleres, fábricas, hospitales, escuelas y un largo etcétera que podrían ir al mercado y buscar quién les ofrezca energía a costos más bajos o energía más limpia, suministradores distintos de CFE. Los negocios buscarían migrar a media tensión para acceder, primero, a tarifas más bajas y, luego, para poder cambiar de suministrador.
La competitividad de las pequeñas y medianas empresas se incrementaría, podrían bajar sus costos de producción y optar por mejores mercados para sus productos, mercados más competitivos, con lo que podrían generar más riqueza y empleo.
La competitividad de las pequeñas y medianas empresas se incrementaría.
Habrá quien prefiera mantenerse en el sistema protegido del suministro básico, pero sin duda se dinamizaría no solo el mercado eléctrico, sino muchos que dependen de él. Casi todo. O todo.
Cuidado, bajar el umbral para que todo usuario en media tensión pueda migrar no es solo cambiar el número con un oficio y ya, sino que requiere de hacer adaptaciones regulatorias, como a los manuales de mercado, el manual de medición para liquidaciones, el Manual de Requerimientos de TIC para el Sistema Eléctrico Nacional, a fin de abaratar el costo de los equipos que se usan para medir el consumo del usuario y pasar al mercado. Esto requiere una fuerte digitalización del sistema eléctrico, que difícilmente se podría hacer en un par de años y que puede darse como resultado de la buena implementación del concepto de Red Eléctrica Inteligente (que, por cierto, en esta administración prácticamente no ha avanzado).
Tal vez lo ideal sería ir bajando el umbral año con año, primero a 500 kW, luego a 200, 100, 50 y finalmente a que todo usuario en media tensión tenga la oportunidad de migrar al suministro calificado.
Así, por ejemplo, la tienda de barrio, mediana, podría acceder a tarifas competitivas como la tienda de conveniencia. Aquí entre nos, esa era la forma en que el gobierno pudo haber impulsado a los pequeños negocios, no atacando el autoabastecimiento eléctrico. Pero esa es otra historia.
El asunto es que podríamos tener un mercado eléctrico mucho más dinámico, que además detonaría la inversión en generación para tener más proyectos medianos pero más cercanos al punto de consumo para mejorar las ofertas a los clientes finales, como aquellos proyectos que son desarrollados en el esquema de Generación Distribuida. Sin necesidad de inversión del gobierno.
Y todo esto lo podría realizar quien encabece la Secretaría de Energía del próximo gobierno. Con solo un oficio. Solo se trata de entender cómo funciona esto y querer hacerlo bien.
(Lea la cuarta parte de esta entrega aquí)
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