En los próximos ocho años, el mundo requerirá de una inversión de 1.3 billones de dólares para impulsar la producción energética, ya sea a través de fuentes renovables o con combustibles fósiles, señaló el banco de inversión estadounidense, JP Morgan en su perspectiva anual del sector.
Esta es la primera vez que el banco más grande de Estados Unidos hace este documento, donde señala que para 2030, la demanda de energía será 20 por ciento más grande que la oferta, de acuerdo con las tendencias actuales, y las necesidades de energía serán impulsadas principalmente por las economías emergentes, en sus esfuerzos por acelerar su desarrollo y sacar a sus ciudadanos de la pobreza, señalaron los estrategas Marko Kolanovic y Christyan Malek.
Sin embargo, el banco no prevé una reducción en la demanda de petróleo y gas en los próximos ocho años, pues espera que la demanda por el crudo aumente 10 por ciento, mientras que la de gas natural se incrementará 18 por ciento hacia 2030.
“No todos los combustibles son iguales, y en su mayor parte (y dentro de este horizonte temporal), las distintas fuentes de energía no son totalmente funcionales: los paneles solares no pueden sustituir al petróleo, necesario, por ejemplo, en la producción industrial de productos petroquímicos”, señala la perspectiva, a la que contribuyeron 30 analistas de JP Morgan.
De acuerdo con la agencia Reuters, la investigación de JP Morgan contrasta con el mensaje de la Agencia Internacional de Energía (AIE), el organismo transnacional más grande y que engloba a 30 economías.
El año pasado, la AIE dijo que no eran necesarias nuevas inversiones para desarrollar la industria de combustibles fósiles.
Posteriormente, la AIE aclaró que su perspectiva era solo uno de los escenarios sugeridos y ha pedido a la Organización de Países Exportadores de Petróleo que bombee más crudo.
“A muy largo plazo, todas las fuentes de energía actuales se verán como una transición hacia una fuente de energía más segura, más limpia y más barata. A largo plazo, es posible que esto sólo lo proporcione la fusión nuclear”, dice la perspectiva de JP Morgan.
“Hasta que no se disponga de tecnologías escalables, fiables, limpias y asequibles, el mundo tendrá que trabajar con todas las fuentes de energía actuales -fósiles y no fósiles- y sus respectivos inconvenientes”, señaló.
El informe detalla que el gasto mundial para la energía en el apartado del uso final aumentará 9.5 por ciento del Producto Interno Bruto mundial este año, lo que contrasta con un promedio de 8.4 por ciento entre 2015 y 2019.
Además, advirtió que un aumento de los costos energéticos representa una mayor probabilidad de malestar social y una desaceleración en la transición energética.
Un nuevo aumento de los costos energéticos supondría una mayor probabilidad de malestar social y una ralentización de la transición energética, dijo JP Morgan.
Prenden alertas
En un reporte alterno, un análisis del grupo de tendencias internacionales de la consultora Bain & Company, advierte que el conflicto entre Rusia y Ucrania puede crear una nueva crisis global.
Según Bain & Company, la guerra entre ambos países ha generado impactos en el mercado que no se observaban desde 2008.
Las secuelas del conflicto en el mercado global del petróleo y gas, añade, ya tienen un impacto fuerte, y advierte que sin un cambio en la situación actual en el corto plazo, el shock podría extenderse a una crisis en la economía global.
El estudio señala que desde el inicio del conflicto, los precios internacionales del petróleo superaron la barrera psicológica de los 130 dólares por barril en su punto más alto, lo que no sucedía desde 2008.
Explica que la situación podría detonar desincentivos a la inversión preexistentes en el largo plazo en la medida en que la globalización ha flexibilizado el mercado a tal punto que los precios trascienden las fronteras, lo que pondría bajo alerta a mercados asiático.
Esto se debe a que la inflación generada por los energéticos podría detonar un ciclo de recesión en el corto plazo.
Posteriormente, dice, los precios se desplomarían en medio de una recuperación moderada después del impacto de la pandemia.