Marco Vera, director de GE Power México / para Energía a Debate
En junio pasado se llevó a cabo la Cumbre del G7 en la que los líderes de algunas de las economías más grandes del mundo discutieron distintos temas de coyuntura entre los cuales estuvo, por supuesto, el cambio climático. Los compromisos a los que se llegaron respecto a este asunto de interés mundial están perfilados hacia una misma dirección: la descarbonización.
La generación de energía a partir del carbón y el petróleo es la mayor fuente de gases de efecto invernadero. Ésta es la razón por la cual la transición energética es tan urgente. Vivimos un momento crítico, pero en el que todavía tenemos campo de acción. Uno de los caminos para acelerar la transformación es el despliegue estratégico de energías renovables y de gas natural. Ambas son fuentes energéticas limpias y su uso combinado resulta una solución efectiva para reemplazar las fuentes fósiles a la velocidad y con el impacto que necesitamos.
¿Por qué se requiere de una convergencia de este tipo? Por un lado, las energías renovables pueden ofrecernos una generación eléctrica libre de emisiones de carbono ilimitada. Sin embargo, su intermitencia pone en riesgo la estabilidad de la red. Esto quiere decir que por sí sola su implementación no alcanza a cubrir la creciente demanda de consumo alrededor del mundo.
El gas es un recurso confiable, flexible, económico y que no necesita mucho espacio; además está disponible el 90 % del tiempo. Produce menos de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero que la generación con carbón. Por esto resulta el complemento ideal para las energías renovables.
Existen diversos caminos para llevar a cabo operaciones con bajas o cero emisiones de carbono mediante opciones de energías de gas, incluyendo tecnologías de captura de hidrógeno y carbono. Asimismo, la generación mediante turbinas a base de gas puede abastecer la demanda de energía para contrarrestar la intermitencia de las energías renovables.
Así pues, las fuentes de energía renovables y de gas juegan un papel significativo en la transición de carbón a gas al ritmo y escala necesarios para combatir el cambio climático hoy. La forma más eficaz de garantizar la fiabilidad y la seguridad energética del sistema eléctrico es una transición a largo plazo hacia energías renovables mediante una matriz energética, que en primera instancia ayude a combinar distintas fuentes de generación.
Su implementación está en manos de las empresas del sector, quienes también deben priorizar las inversiones en la investigación y el desarrollo de tecnología que ayude a escalar las energías renovables y reducir su costo. La innovación juega un papel primordial en el camino de la transformación energética.
Sin embargo, la responsabilidad no es exclusiva de las empresas. Abordar el cambio climático es una prioridad mundial que nos involucra a todos y como tal requiere de acciones por parte de empresas, organizaciones y gobiernos por igual. Es esencial que haya acciones de gran escala cuanto antes y que los intereses de todos los jugadores trascendentes se alineen hacia una misma meta: “un mejor futuro construyendo un mundo que funcione” .
Building a world that works!!!