La propuesta de reforma a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos presentada por el titular del Ejecutivo merece una afirmación firme: está plagada de falacias y símbolos. Las primeras están distribuidas a lo largo de las nueve secciones que componen la exposición de motivos. Pero es el segundo elemento donde le propongo, estimado lector, que centre su atención, particularmente en lo que se refiere a la transición energética.
La propuesta de reforma sometida a la Cámara de Diputados el pasado 1 de octubre plantea que el Estado establecerá la transición energética y que la Comisión Federal de Electricidad será la responsable de su ejecución en materia de electricidad y en otras actividades relacionadas. Más aún, el quinto transitorio de la propuesta especifica que se establecerá “[…] política industrial para la electricidad, desde la transformación de recursos naturales, hasta la manufactura de equipos para usos finales; ciencia y tecnología nacional; propiedad intelectual del estado, de tecnologías, sistemas y equipos; manufactura por entidades públicas de componentes y equipos considerados críticos; financiamiento de la banca de desarrollo y mercado nacional para crear empresas públicas, sociales y privadas de capital nacional”.
En breve, de un plumazo, la visión del presidente en materia de transición energética es un reflejo de su forma de gobernar: quiere todo el control, no busca colaborar y, en dado caso, las colaboraciones que ocurran serán bajo la tutela de un alfil de su máxima confianza, i.e., el director general de la CFE. El alcance del impacto de su propuesta en la sociedad mexicana pasa a segundo término. He aquí el enclave donde tal iniciativa de decreto nace muerta y está destinada a fracasar.
“La transición energética es una piedra angular en la evolución de los sistemas energéticos en el siglo XXI”.
La transición energética es una piedra angular en la evolución de los sistemas energéticos en el siglo XXI. Su consecución exige permitir un ambiente que promueva las inversiones requeridas para el suministro de energía conforme a un desarrollo económico incluyente y bajo restricciones ambientales. Esto, sin descuidar la capacidad de dichos sistemas a adaptarse a condiciones de cambio brusco que no amenacen el acceso de la sociedad a energía. Por lo tanto, la transición energética impone un cambio social extensivo que, a nivel internacional, es abordado bajo un enfoque multi-actor.
Ese es el esquema que incomoda y disgusta al presidente; aquél que involucra la cesión de intereses particulares a cambio de beneficios distribuidos. Sobre todo, cuando esos beneficios no le reportan una victoria personal. Por ello es que le resulta repulsiva la idea de incrementar la incorporación de energías renovables como la solar fotovoltaica o la eólica y, en cambio, privilegia la generación a través de hidroeléctricas. Con las primeras, tanto productores como consumidores se empoderan y, en la mayoría de los casos, se vuelven indistinguibles. Las segundas permiten al titular del Ejecutivo, a través de la CFE, mantener una relación dependiente por parte de los consumidores.
La transición energética se cimenta en modelos de generación distribuida que también reducen el porcentaje de la población que se encuentra en condiciones de vulnerabilidad energética. La propuesta que hace el titular del Ejecutivo atenta justo contra esto y, como resultado, contra el avance en el cumplimiento del objetivo de desarrollo sustentable ODS7 “Energía asequible y no contaminante”. La transición energética tiene por espíritu la democratización en el acceso a la energía. Por eso es que no es prioritaria para el presidente y busca empantanar su avance cediendo su reponsabilidad a un operador político como Manuel Bartlett.
La iniciativa de decreto del Ejecutivo argumenta que su propuesta es condición para “[…] garantizar el derecho humano a la vida digna”, pero lo que busca en realidad es someter las libertades de los mexicanos a los objetivos políticos de una persona. No lo permitamos. La transición energética es de todos.