(Videocolumna en “República H”, con Sofía García, El Heraldo TV)
No fue agua sino un lodo espeso de carbón con tierra lo que arrasó con una mina en Sabinas, Coahuila, y desafortunadamente es probable que haya terminado con la vida de 10 mineros que laboraban en este pocito.
Pero también emanó luz sobre las irregularidades con las que opera este tipo de pocitos, la falta de supervisión por parte de las autoridades y la falta de aseo en los contratos de la CFE, que se llevan a cabo sin licitaciones a empresas propietarias de pocitos de carbón que no cumplen con la ley.
Les cuento que históricamente, el carbón que se produce en nuestro país no es exactamente de la más alta calidad, ya que es de bajo poder calorífico y, peor aún, es la calidad del carbón de los pocitos irregulares que presenta gran cantidad de ceniza.
La compra de carbón a estos pocitos ha generado que las dos carboeléctricas de Coahuila de la CFE usen diesel para mantener la operación de sus calderas con carbón de baja eficiencia calorífica.
¿Cuál es el problema?
Primero, el incremento en el costo de generación eléctrica por el uso de diésel; segundo, corrosión en los equipos de las carboeléctricas por el alto contenido de azufre; tercero, que la CFE aliente la apertura de más pocitos irregulares, y cuarto, el incremento del riesgo para los mineros por laborar en instalaciones inadecuadas.
Ya en el 2020, la generación eléctrica a partir del carbón había logrado una reducción que llegó a menos de 5 por ciento, tanto por Covid-19 como por la entrada en operación de centrales renovables, lo que nos convirtió en el país con la mayor reducción porcentual del grupo del G20.
Pero este año, sin una causa clara que no sea la actual política energética, la CFE incrementó la generación eléctrica con carbón en más de la mitad respecto al año anterior y, según el Centro Nacional de Control de Energía, se disminuyó el despacho de energía de centrales renovables.
Considerando que tenemos solo el 0.1 por ciento de la reserva mundial de carbón, pero somos el cuarto a nivel global en potencial solar, este tipo de medidas nos gritan que la visión del presente y el futuro energético de México no está caminando en un sentido racional y adecuado para nuestro desarrollo.
Además, en el mundo, las operaciones de extracción de carbón y su uso en la generación eléctrica son causa de pérdidas de vidas humanasy daños ambientales y México no es la excepción. Hoy, tristemente, varias familias coahuilenses son testigos de esto.
Cambiar una actividad productiva no se da de la noche a la mañana, pero ¿no sería un buen momento para que el gobierno iniciara una planeación a fin de modificar las actividades productivas y apoyar a los empresarios y trabajadores mineros para que se dediquen a sectores menos riesgosos como quizás el agropecuario, altamente tecnificado, el eólico o el solar?
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